Además de la crítica situación económica, durante el segundo gobierno de Perón (1952/1955) se acentuaron los problemas políticos. Los partidos políticos opositores centraron sus críticas en las medidas económicas y en la dureza con que Perón trataba a los opositores a la política oficial. El resultado de estos conflictos políticos y de las tensiones sociales existentes fue la reconstitución y el fortalecimiento de la alianza social antiperonista, conformada mayoritariamente por sectores medios –los mas activos eran los estudiantes nucleados en la FUA– la gran burguesía ligada al capital local y extranjero –representada por la SRA y la CARBAP– la Bolsa de Comercio y la UIA, la Iglesia Católica y muchos sectores de las Fuerzas Armadas.
Fuera de la legalidad, se produjeron levantamientos contra el gobierno en diversas bases militares, que culminaron el 16 de junio de 1955 con un bombardeo en horas del mediodía a la Plaza de Mayo, con el saldo de cientos de civiles heridos y muertos. Fue, sin dudas, el día más sangriento de la historia argentina contemporánea. A dicha acción le siguió el ataque de simpatizantes peronistas a locales de partidos opositores y el incendio de iglesias, considerados instigadores de la intentona golpista contra el gobierno.
El gobierno, aislado, sólo contaba con el apoyo de un reducido sector empresarial nucleado en la CGE, y con los trabajadores representados por la CGT. Perón, en un durísimo discurso, el 31 de agosto en la Plaza de Mayo, instó a la defensa de las conquistas sociales obtenidas: “La consigna para todo peronista, esté aislado o dentro de una organización, es contestar a una acción violenta con otra más violenta. Y cuando uno de nosotros caiga, caerán cinco de ellos.”
No había posibilidad de marcha atrás, el 16 de septiembre de 1955, un nuevo golpe de Estado, autodenominado “Revolución Libertadora”, y encabezado por el almirante Isaac Rojas y los generales Pedro E. Aramburu y Eduardo Lonardi, destituyó al gobierno constitucional de Juan D. Perón y estableció un gobierno provisional. A continuación, algunos testimonios históricos de los protagonistas de aquellas jornadas.
El general Lonardi, asume como Presidente de facto tras el derrocamiento de Perón.
Fuente N°1
“LA PROCLAMA DE LA LIBERTAD”. (…) El 17 de septiembre, el general Lonardi, en su carácter de Jefe de la revolución en marcha, firmó un mensaje que poco después fue transmitido por radio en Córdoba, conocido como “La Proclama de la Libertad”. Extractamos sus párrafos más significativos:
“Al pueblo argentino y a los soldados de la Patria:
En mi carácter de jefe de la Revolución Libertadora, me dirijo al pueblo y en especial a mis camaradas de todas las armas, para pedir su colaboración en nuestro movimiento.
La Armada, la Aeronáutica y el Ejército de la Patria abandonan otra vez sus bases y cuarteles para intervenir en la vida cívica de la Nación. Lo hacemos impulsados por el imperativo del amor a la libertad y al honor de un pueblo sojuzgado, que quiere vivir de acuerdo con sus tradiciones y que no se resigna a seguir indefinidamente los caprichos de un dictador que abusa de la fuerza del gobierno para humillar a sus conciudadanos.
Ningún escrúpulo deben abrigar los miembros de las fuerzas armadas por la supuesta legitimidad del mandato que ostenta la dictadura. Ninguna democracia es legítima si no existen los presupuestos esenciales, libertades y garantías de los derechos personales. La revolución no se hace en provecho de partidos, clases o tendencias, sino para restablecer el imperio del derecho. Lo decimos sencillamente, con plena y reflexiva deliberación: la espada que hemos desenvainado para defender la enseña Patria no se guardará sin honor. No nos interesa la vida sin honra y empeñamos en la demanda el porvenir de nuestros hijos y la dignidad de nuestras familias.”
Daniel Rodríguez Lamas, La revolución libertadora, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1985.
Este fue parte del comunicado del gobierno golpista del 16 de septiembre de 1955. Notese que, al igual que en otros golpes de Estado, los manifiestos aducen acudir en “defensa de las instituciones de la República”, flaco favor le han hecho a aquellas instituciones que dijeron defender y que no dejaron de mansillar. Otro recurso es el de la defensa de la libertad. Resulta difícil de entender como un gobierno de facto (de hecho, por la fuerza), que disuelve los partidos políticos, cierra el Congreso de la Nación y persigue a los opositores al régimen, puede defender la libertad de sus ciudadanos.
Fuente N°2
EL MENSAJE DE PERÓN. “A las 12:45 horas del 19 de septiembre de 1955, el ministro del Ejército, Franklin Lucero, leyó por radio del Estado un mensaje de Perón, donde delegaba el mando en el ejército para que éste llevara a cabo la tarea de arribar a un entendimiento con las fuerzas rebeldes. No era una renuncia propiamente dicha, aunque por el momento favoreció la distensión y posibilitó el cese de las hostilidades. Extraemos de ella algunos pasajes donde el general Juan D. Perón expresó:
“Al Ejército y al pueblo de la Nación:
Hemos llegado a los actuales momentos guiados sólo por el cumplimiento del deber. Hemos tratado por todos los medios de respetar y hacer respetar la Constitución y la ley. Hemos servido y obedecido sólo a los intereses del pueblo y su voluntad. Hace varios días que intenté alejarme del gobierno, si ello era una solución a los actuales problemas políticos. Las circunstancias públicas conocidas me lo impidieron, aunque sigo pensando e insisto en mi actitud de ofrecer esa solución. La decisión del vicepresidente y los legisladores de seguir mi ejemplo con la suya, impide en cierta manera la solución constitucional (…).
Creo que ello se impone para defender los intereses superiores de la Nación y estoy persuadido de que el pueblo y el Ejército aplastarán el levantamiento, pero el precio será demasiado cruento y perjudicial para sus intereses permanentes.
Si mi espíritu de luchador me impulsa a la pelea, mi patriotismo y mi amor al pueblo me inducen a todo renunciamiento personal. Ante la amenaza de bombardeo a los bienes inestimables de la Nación y sus poblaciones inocentes, creo que nadie puede dejar de poner otros intereses o pasiones. Creo firmemente que ésta debe ser mi conducta y no trepido en seguir ese camino. La historia dirá si había razón en hacerlo. “
Daniel Rodríguez Lamas, obra citada.
Fuente N°3
EL TESTIMONIO DE ERNESTO “CHE” GUEVARA. “Querida vieja. Esta vez mis temores se han cumplido, al perecer, y cayó tu odiado enemigo de tantos años; por aquí la reacción no se hizo esperar, todos los diarios del país y los despachos extranjeros anunciaban llenos de júbilo la caída del tenebroso dictador; los norteamericanos suspiraban aliviados por la suerte de 425 millones de dólares que ahora podrán sacar de la Argentina; el obispo de México se mostraba satisfecho de la caída de Perón, y toda la gente católica y de derecha que yo conocí en este país se mostraba también contenta; mis amigos y yo, no; todos seguimos con natural angustia la suerte del gobierno peronista y las amenazas de la flota de cañonear Buenos Aires, (…) Aquí la gente progresista ha definido el proceso argentino como “otro triunfo del dólar, la espada y la cruz”. Yo sé que hoy estarás muy contenta, que respirarás aire de libertad (…) Vos podrás hablar en todos lados lo que te dé la gana con la absoluta impunidad que te garantizará el ser miembro de la clase en el poder, aunque espero por vos que seas la oveja negra del rebaño. Te confieso con toda sinceridad que la caída de Perón me amargó profundamente, no por él sino por lo que significa para toda América, pues mal que te pese y a pesar de la claudicación forzosa de los últimos tiempos, Argentina era el paladín de todos los que pensamos que el enemigo está en el norte.
(…) Tal vez en el primer momento no verás la violencia porque se ejercerá en un círculo alejado del tuyo (…) El Partido Comunista con el tiempo, será puesto fuera de circulación, y tal vez llegue un día en que hasta papá sienta que se equivocó. Quien sabe que será mientras tanto de tu hijo andariego. Tal vez haya resuelto sentar sus reales en la tierra natal (única posible) o iniciar una jornada de verdadera lucha.” México, 24 de septiembre de 1955.
Carta de Ernesto “Che” Guevara para su madre, en Ernesto Guevara Lynch, padre del “Che”, Aquí va un soldado de América.
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