Para Mahoma: «La guerra contra los infieles es santa, Dios está con los míos y el creyente que muere en batalla irá directo al paraíso». Bajo estos preceptos, los árabes se lanzaron a la conquista de los territorios vecinos para expandir la nueva religión, el Islam. Egipto, Siria, Palestina, Mesopotamia, Persia y parte del norte de África cayeron una a una bajo el poder musulmán durante el siglo VII.
Los árabes pusieron pie en Europa (711) cruzando el Estrecho de Gibraltar y derrotando en Guadalete a las tropas visigodas del Rey Rodrigo. La península ibérica fue ocupada casi en su totalidad, convirtiéndose en una amenaza para los reino occidentales.
El avance musulmán en Europa encontró su límite en la batalla de Poitiers (732), ganada por los francos.