browser icon
You are using an insecure version of your web browser. Please update your browser!
Using an outdated browser makes your computer unsafe. For a safer, faster, more enjoyable user experience, please update your browser today or try a newer browser.

CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN DE MAYO

Posted by on 25 agosto, 2022

por el Prof. Alejandro H. Justiparán

En el último artículo recorrí el significado de la gesta de Mayo en la voz de varios historiadores argentinos. En esta ocasión, utilizaré el mismo recurso para identificar las diferentes causas que originaron dicho proceso.

La mayoría de los autores citados, coinciden en muchas de las causas que provocaron la revolución. José Luis Busaniche nombra a los levantamientos producidos en América en 1809, sofocados por las autoridades dependientes de la Junta central. En Chuquisaca (Mayo), en La Paz (Julio) y en Quito (Agosto). “Los criollos y españoles arraigados empezaban a recelar, y con sobrada razón, que las autoridades de América, militares, civiles y eclesiásticas, caso de afirmarse la dinastía de José I como todo lo hacía concebir, obedecerían al nuevo monarca para conservar sus posiciones y ellos perderían la mejor oportunidad de libertarse, (…) la contienda fue generalmente entre criollos y españoles arraigados”.[1]

Ernesto Palacio relaciona el protagonismo de Mariano Moreno en las jornadas de Mayo, con su participación, junto con Alzaga, en el levantamiento del 1º de Enero de 1809, “Esto demuestra una continuidad revolucionaria que entronca con los sucesos de ese año en Chuquisaca y la Paz.”[2]

Enrique de Gandía, desde otro ángulo, ubica a las revoluciones altoperuanas en el mismo marco ideológico que a los sucesos de Mayo, indica que se produjeron porque tenía el pueblo el temor de caer bajo el dominio de la Infanta Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII, casada con el Regente de Portugal en Río de Janeiro, “… no tuvieron en ningún instante, el propósito de crear nuevas naciones (…) se produjeron para no dejar de pertenecer a España.” Para de Gandía, la idea de una independencia civil que poco a poco se transformó en independencia nacional arranca de estos hechos. En la lucha por la libertad civil, en contra del régimen absolutista que imperaba en España, y por la independencia de todo poder extranjero, apareció el choque con los mismos españoles e hispanoamericanos que defendían el despotismo, el naponeolismo o el carlotismo. La guerra fue contra fuerzas de españoles peninsulares y criollos americanos que tenían ideales franceses o portugueses.

Ante los autores que encuentran en la Revolución Francesa, la fuente de inspiración del movimiento patriota, de Gandia sostiene que “… en nada influyó en nosotros la revolución Francesa. Tuvo en cambio, una influencia, como ejemplo y enseñanza ideológica, la revolución de los Estados Unidos.” Afirma que nuestra conciencia es una conciencia liberal, tiene las bases de la libertad interior expuesta por San Agustín y explicada y defendida por Santo Tomás.

Con respecto a las logias y asociaciones secretas que trabajaron por la independencia, Leonardo Paso nombra al venezolano Miranda y al neogranadino Nariño, los llama “apóstoles de la independencia americana”, fundadores del Círculo Literario. Los suyos fueron también grupos conspirativos, al respecto nos dice: “Miranda había ingresado a la masonería francesa en 1796 y en 1797 fundó, en Londres, la primera Logia Lautaro, siguiéndole la de los Caballeros Racionales y la Gran Reunión Americana (…), estos son los antecedentes de las organizaciones secretas en el Río de la Plata en la lucha por la independencia (…) fueron focos de irradiación y conexión en los que se iniciaron muchos patriotas americanos y de los que partieron hacia América los hilos de la conjura”[3] .A pesar de la importancia que le da a estas logias, Paso se pregunta por qué, habiendo triunfado en sus objetivos, no dejasen fehacientes constancias de su acción, a pesar de esto, no niega su existencia.

Rodolfo Puiggros también nombra a las logias creadas por Miranda y se refiere al malogrado acuerdo de éste con el gobierno británico, en parte por la acción de la reaccionaria Rusia, instigada por España. Ricardo Levene refiriéndose a las reuniones patriotas, cita a Mitre: “una sociedad secreta, era el foco invisible de este movimiento (…) reuníanse unas veces en la fábrica de Vieytes o en la quinta de Horma; pero más frecuentemente en la de Rodríguez Peña, que era el nervio de esta asociación…”[4]

Recibimiento de Miranda en la Guaira

De Gandía, por su parte, afirma que la independencia americana nació de muchas causas y ninguna de esas causas se debe a la acción de Miranda.

En parte estamos de acuerdo, no nos parece que la influencia de Miranda haya sido determinante para el proceso independentista, lo que no significa negar la influencia que pudo haber tenido en varios de aquellos patriotas. Creemos sí, en el antecedente más inmediato de las invasiones inglesas, como causante más influyente, despertando una conciencia nacional en los sectores más esclarecidos de la población criolla. Coincidimos con Puiggros, cuando afirma que la influencia puramente ideológica, a través de la literatura que se filtraba, no hubiera bastado para despertar esa conciencia nacional.

Pueden ser también consideradas como causas aquéllas que se originaron en el interior de la sociedad hispanoamericana como resultado de su propio desarrollo histórico, y se caracterizan por destacar algunos aspectos negativos de la acción colonizadora española.  Así, por ejemplo, cuando se atribuye el deseo de independencia a la corrupción administrativa y la inmoralidad burocrática por parte de las autoridades españolas, o a la relajación de las costumbres del clero, se trata de destacar algunos casos, que sin duda fueron tenidos en cuenta por los patriotas, pero a los que no puede atribuirse un carácter generalizado a toda la administración y a todos los territorios.

Otras posibles causas aducidas reiteradamente, como la crueldad y el despotismo con que eran tratados los indígenas y las restricciones culturales impuestas por las autoridades españolas, están en abierta contradicción con algunos datos de la realidad, como sucede con la rivalidad entre criollos y españoles, con la consiguiente postergación de aquéllos, y el establecimiento de un régimen de monopolios y trabas, que dificultaba el desarrollo de la economía americana y frenaba su crecimiento La legislación española no diferenciaba entre los españoles peninsulares y americanos, por lo que el problema se planteaba, igual que en España, entre los naturales de una región, provincia o reino que aspiraban a ocupar los puestos de la administración en su tierra y los que provenían de otras zonas, ocupaban los cargos y desplazaban a los naturales, generalmente por residir en la corte o tener valedores en ella. En cuanto al sistema económico, su influencia se vio disminuida por el incumplimiento sistemático de la normativa, el contrabando y la escasa capacidad industrial de los territorios americanos. Más bien fueron las medidas económicas de carácter liberal que venían implantándose desde el siglo XVIII las que estimularon en la burguesía criolla un creciente deseo de libertad mercantil.

Pueden ser también consideradas como causas aquellas que actuaron sobre el proceso independentista desde fuera de los dominios imperiales españoles, en especial desde Europa y Estados Unidos. Algunas de estas causas, citadas anteriormente, como la Declaración de Independencia estadounidense o la Revolución Francesa, cuya influencia en la historia mundial es evidente, actuaron más como modelos que como causas directas del proceso. Mayor importancia tuvieron las ideas enciclopedistas y liberales procedentes de Francia.

Por encima de todas estas posibles causas, la independencia americana se vio favorecida por la coyuntura política e ideológica por la que atravesó la metrópoli. La supresión de la dinastía de Borbón y la invasión de la península Ibérica por las tropas de Napoleón I Bonaparte, posibilitaron la aparición de juntas que se constituyeron en las principales ciudades americanas. Las juntas empezaron, en general, reconociendo la autoridad real en la persona de Fernando VII, pero propiciaron el comienzo del proceso independentista.

En líneas generales, hemos visto como diferentes autores, aún relativizando o magnificando algunas causas e influencias, coinciden en la mayoría de ellas al nombrarlas como causales del proceso que nos ocupa. Sin embargo, nos falta un aspecto a tratar. Más allá del campo de las ideas y de los actores que protagonizaron sus luchas y levantaron sus banderas, el aspecto social y económico merece un análisis más profundo.

Nos valemos del texto de Puiggrós, para poder hacerlo. Para él, los acontecimientos que se sucedieron en el Río de la Plata a partir del rechazo de las invasiones inglesas marcan la iniciación del movimiento revolucionario. “Pero la revolución, que sacudiría desde los cimientos al viejo orden colonial y derrocaría a las clases dominantes, no encontraba las fuerzas materiales (división social del trabajo, vías de comunicación, medios técnicos, etc.) desarrollados en el grado necesario como para alumbrar, a corto plazo, al orden capitalista.” [5]

La descomposición del orden colonial, en el ámbito político, regional y social, debía dar paso a los gérmenes progresistas que se desarrollaban en sus entrañas, hasta alumbrar al régimen capitalista. Pero el virreinato carecía de una división social del trabajo, no existía si quiera la división más elemental entre la producción del campo y de la ciudad. La ausencia de una revolución burguesa, condición base para un posterior desarrollo capitalista, condicionaba cualquier intento o esbozo progresista.

Puiggrós nos habla de “contradicciones internas”, causadas por el manejo del puerto de Buenos Aires, a la vez depósito de artículos extranjeros y el más importante mercado de producción interna, así como el único lugar de salida de los frutos de la tierra. El interior no podía competir con sus excedentes, con las mercaderías europeas, lo que generaba la primera de las contradicciones. Esta se veía reforzada (segunda contradicción) por el interés de los ganaderos de Buenos Aires, en fomentar la introducción de mercaderías europeas en la medida que así colocaban sus productos ganaderos. Los excedentes regionales se colocaban en un mercado interno sin división social del trabajo, originando disputas entre las regiones, he aquí la tercera contradicción.

Las contradicciones internas se complementaban con las “contradicciones de clase”. El interior se presentaba como un todo homogéneo, en su composición social interna, dominado por la contradicción entre la minoría privilegiada –dueñas de las tierras, los medios de producción y la mano de obra- y la inmensa mayoría de la población. El orden social implantado por la conquista española, se mantenía intacto. La superación no podía partir de las clases más bajas.

Estas contradicciones generaron profundas diferencias, entre los partidarios del monopolio por el que se veían favorecidos (partidarios a ultranza del proteccionismo), y los partidarios del comercio libre. “La oposición era económica, política e ideológica. Económica, porque chocaban los intereses de dos grupos: uno ligado al mercado español y otro ligado al mercado inglés. Política, porque chocaban los defensores del orden establecido con los propulsores de cambios sociales. Ideológica, porque la antítesis económica y política se expresaba en la antítesis entre la concepción feudal y la concepción burguesa de la sociedad. Esta contradicción fue el eje en torno del cual se agruparon las clases de la Colonia.”[6]

Enrique de Gandia se niega a fundamentar el proceso  emancipador en estos términos. Para él, la llamada revolución, no fue producida por ningún odio de razas. Buenos Aires gozaba de libertad de trabajo, consagrada por Francisco de Alfaro en el virreinato a comienzos del siglo XVII. Igual cosa sucedía con la libertad de prensa, copiada de las cortes gaditanas, a pesar de que “en la colonia era preciso obtener un permiso para publicar ciertos libros y estos permisos rara vez se negaban.”[7]

Otras libertades, continúa de Gandía, teníamos también los argentinos, como la libertad religiosa, existente en América en forma amplia. Sin duda, las diferencias son significativas.

[1] JOSÉ LUIS BUSANICHE, “Historia Argentina”, capítulo XIII, página 300.

[2] ERNESTO PALACIO, “Historia de la Argentina, 1515-1835”. Tomo 1, “Segregación y guerras por la independencia”, página 180.

[3] LEONARDO PASO, “Historia del origen de los partidos políticos”, página 14.

[4] RICARDO LEVENE, “Historia Argentina”, Capítulo I “Los sucesos de Mayo”, página 16.

[5] RODOLFO PUIGGROS, “Historia Argentina”, Capítulo VI, “Nacimiento de la conciencia nacional revolucionaria”,  página 245.

[6] Ibídem, página 241.

[7] ENRIQUE DE GANDÍA, Op. Cit. Página 33.

IMAGEN 1: De Francisco Fortuny – [1], Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=17883079

IMAGEN 2: De Mauricio Rugendas – http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/fmiranda/iconografia.shtml, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3453334

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.