La prisión del Rey de España, Fernando VII, a manos de Napoleón, desencadenó la formación de Juntas Provisionales en la península, que gobernaban en lugar del rey preso. La caída de la Junta de Sevilla en 1810, ante el incontenible avance francés, provocó los procesos revolucionarios hispanoamericanos. En todos los virreinatos americanos resonaba la misma pregunta, ¿a quién representa el virrey si la España toda está en manos francesas? Dos caminos eran posibles, o se iniciaba el camino emancipador o se mantenía la obediencia al nuevo Consejo de Regencia español. En Buenos Aires, la Primera Junta desplazó del poder al virrey Cisneros, durante los sucesos de mayo de 1810. Desconociendo la resolución de dicho Cabildo, el Consejo de Regencia de Cádiz nombró (31 de agosto de 1810) virrey del Río de la Plata a Francisco Javier de Elío, quien llegó a Montevideo a principios de 1811, declaró a esa ciudad capital del virreinato y a Buenos Aires, ciudad rebelde y bloqueó su puerto…
El 22 de enero de 1811, la Junta Grande (que había reemplazado a la Primera Junta) desconoció la autoridad del nuevo nombramiento, al igual que la población rural de la Banda oriental. La misma que el 27 de febrero protagonizó el llamado Grito de Asencio, en el que los criollos de la Banda Oriental decidieron emprender las primeras acciones revolucionarias contra España, en sintonía con los sucesos de Buenos Aires y otras capitales virreinales.
En un intento desesperado, el virrey de Elío publicó la siguiente proclama, dirigida a los habitantes de la Banda oriental, en la que los obligaba a definirse: si estaban del lado insurgente (revolucionario), tenían ocho días para abandonar el territorio y dirigirse a la desobediente Buenos Aires.
Después que un decreto de justicia cortó las antiguas relaciones con la capital que declaró por rebelde al Gobierno arbitrario que la sojuzgaba, el abandonar las verdaderas banderas españolas para seguir las de aquel desgraciado bando (se refiere a Buenos Aires), debe reputarse por una traición, el honor nacional así lo exige, así lo ordenan las leyes. Tan delincuente es en esto el militar, como el mero ciudadano. Aquel peca dos veces, y su crimen es más horroroso, pero el de este no deja de ser aborrecible, porque el otro lo exceda. Ambos se hacen dignos de un tratamiento riguroso, y la propia vida no es bastante a lavar la mancha con que se desdora. Pero yo quiero excederme en generosidad, quiero retardar en lo posible, aprovecharme de estos principios para empalar la espada de la justicia. Así lo exige mi corazón. En hora buena vayan a aumentar el bando insurgente los que lo aman, así como amigos ellos no me sirven, si como enemigos los desprecio.
Vayan pues lo repito, y ayuden a estos hipócritas a destrozar al mas digno y fiel de todos los pueblos, que yo por apartar el contagio de este predilecto, seré el primero que proteja su deserción con todo mi poder. Yo los haré conducir si a las puertas de la propia capital, o a la campaña que asola esa banda de perdidos, y ninguno será tan osado que se atreva a perturbar su marcha. El que guíe irá. Yo le prometo, hagamos saber su intención.
Pero esta licencia no puede estar sin límites, y es preciso moderarla. Ocho días parecen suficientes para una deliberación. Yo los concedo con toda la franqueza de que es capaz un gobierno sincero, pero cuando hubiesen concluido, desgraciado del que intente unirse a los insurgentes.
Habitantes de la Banda Oriental, este decreto será irrevocable a los ocho días de su promulgación. Fíjese donde pueda leerlo el habitante de la campaña para que se difunda su noticia y a nadie sirva de pretexto su ignorancia.
Montevideo, 23 de abril de 1811
Xavier Elio
El primer enfrentamiento ocurrió el 18 de mayo en la batalla de Las Piedras, en el que las fuerzas revolucionarias, lideradas por el caudillo oriental José Gervasio Artigas, derrotaron a las tropas realistas. Francisco Javier de Elío, había designado al capitán de fragata José Posadas, jefe de las fuerzas regulares, quien estableció su cuartel general en San Isidro de Las Piedras. José Artigas se ubicó en la villa de Nuestra Señora de Guadalupe de los Canelones. Los orientales apoyados por la el gobierno de Buenos Aires (la Primera Junta), llegaron a conformar un ejército de mil hombres, en tanto que las milicias de Posadas estaban constituidas por 1230 personas, de las cuales cerca de doscientas pasaron al bando de Artigas en medio de la batalla.
Batalla de las Piedras. Oleo de José Luis Blanes y Juan Manuel Blanes
El triunfo fue decisivo. A partir de entonces, de Elio sólo conservaba el poder sobre Colonia del Sacramento y Montevideo.
Artigas había sido oficial del batallón de Blandengues de la frontera de Montevideo, y había desertado de las filas realistas en febrero de 1811, sumándose al bando patriota. En Buenos Aires consiguió hombres, armas y el grado de coronel, junto con el compromiso de ayuda porteño ante un enemigo en común: el poder español en América. ¿Quiénes conformaban el grupo insurgente? Hacendados orientales, caudillos regionales, campesinos sin título propietario, peones de estancia, esclavos e indígenas (charrúas, minuanes, tapés). Al principio, Artigas se erigía como el aliado esperado por Buenos Aires para combatir al foco realista en la Banda Oriental. Pero a poco de andar camino, el caudillo oriental se convirtió en una peligrosa oposición para los deseos centralistas de Buenos Aires.
Manuel Belgrano primero, y Rondeau después, estuvieron al frente del ejército patriota que –junto con Artigas- inició el sitio de Montevideo en mayo de 1811. Los meses pasaban sin avances positivos. Frente a la complicada situación militar (derrotas de Huaquí y de San Nicolás) y ante la amenaza portuguesa de invasión, el Triunvirato (que había reemplazado a la Junta Grande) decidió firmar un armisticio con el virrey Elío.
Las principales disposiciones de dicho tratado firmado por Elío y el gobierno de Buenos Aires eran: el primero haría retirar las tropas portuguesas que se encontraban en la Banda Oriental; el segundo se comprometía a retirar sus fuerzas de este territorio. Artigas no aceptó al pacto y retiró con sus partidarios a orillas del río Negro.
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BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:
HISTORIA ARGENTINA, Desde la prehistoria hasta la actualidad, Colegio Nacional de Buenos Aires, Página 12, Buenos Aires, 1999.
HISTORIA ARGENTINA y Constitución Nacional, Acevedo. J.E., Lacort editor, Bs. As., 1940.
8 Responses to BUENOS AIRES y la BANDA ORIENTAL. Javier de Elio, el virrey que no fue. Primer sitio a Montevideo y Tratado de Pacificación.