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LA UNIÓN CÍVICA RADICAL, el primer partido político moderno

Posted by on 16 diciembre, 2009

ucr

La revolución de 1890 no logró eliminar los fundamentos del sistema de gobierno oligárquico, logrando solamente el desplazamiento de un sector de la oligarquía que fue reemplazado por otro. Ante la sucesión presidencial de 1892, la Unión Cívica de la Juventud (que había nacido en 1889 como partido opositor a la gestión presidencial de Miguel Juarez Celman) se dividió. Por un lado, la Unión Cívica Nacional (UCN) conducida por Bartolomé Mitre y por el otro, la Unión Cívica Radical (UCR) liderada por Leandro N. Alem.

Mientras la UCN promovió el acuerdo con el gobierno nacional, la UCR eligió la intransigencia, negando legitimidad a gobiernos elegidos a través del fraude electoral. Rápidamente, dos tendencias se debatieron en el seno del nuevo partido, la abstencionista (proponía la no participación en elecciones fraudulentas) y la concurrencista (sostenía que de todas maneras había que participar del juego electoral). En 1893 los partidarios de la impugnación revolucionaria, protagonizaron levantamientos en Córdoba, San Luis, Santa Fe, Tucumán y La Plata. Las luchas internas se mantuvieron hasta que en 1904, Hipólito Yrigoyen asume como jefe de la UCR e impone la línea abstencionista y revolucionaria.

Hipolito Yrigoyen

En 1905 un movimiento revolucionario impulsado por Yrigoyen fracasó, pero advirtió al gobierno sobre los riesgos de mantener la restricción política. A partir de entonces, dentro del partido gobernante, comenzaron a oírse voces que proponían la apertura política a sectores hasta entonces excluidos. Preferían una incorporación política controlada por la oligarquia gobernante, a mantener la exclusión política y el fraude electoral con el riesgo de un conflicto social en aumento.

A continuación, he seleccionado una serie de textos, que pertenecen a historiadores de diferentes vertientes, que destacan diferentes características de la UCR:

Botana, Natalio y Gallo, Ezequiel, De la República posible a la República verdadera (1880/1910), Ariel Historia.

«El nuevo partido, organizado desde 1897, se presentaba de este modo, no tanto como vehículo de un sector particular de la opinión pública, sino como intérprete de la nación entera y, en contra de su significado semántico, se identificaba por esta vía con el destino de una nación llamada a ser “punto de partida de la renovación del mundo”. El choque entre este concepto de oposición y la realidad del régimen político en funcionamiento elevaban el nivel de la confrontación hasta extremos de violencia (…) La batalla ideológica entre la reforma gubernamental y la oposición de la UCR fue pues un combate para apropiarse del sentido del regeneracionismo. Desde la segunda presidencia de Roca en adelante, el gobierno pretendía regenerarse por dentro y los radicales, por su parte, no podían “esperar la regeneración del país de los mismos que lo han corrompido”.

«En el entronque entre nación y partido descansaba una nueva idea de la representación política que, si bien valoraba el encuadre jurídico de la Constitución Nacional, hacía hincapié en el carácter monista de la voluntad nacional y rechazaba una pluralidad de fuerzas sociales y políticas cada vez más diferenciada… Esta identificación de la política con un movimiento nacional, encarnado en un partido y un hombre, concebía el sufragio universal como el único medio legítimo para revelar esa orgánica manifestación patriótica. El sufragio universal era así el instrumento que daría a luz el verdadero regeneracionismo argentino. La causa del radicalismo según Yrigoyen era la de “la nación misma”.»

Paso, Leonardo, Historia de los partidos políticos en la Argentina, Ediciones Directa, Bs. As., 1983.

«Al programa cívico del radicalismo habrían de adherir las capas medias que se desarrollaban, entre ellas los intelectuales, pero también sectores de ganaderos y terratenientes; un mosaico social difícil de comprender en esa incipiente sociedad en desarrollo… La UCR, antes de alcanzar el poder, iba a bascular entre la vía electoral y el golpe de estado, y, en esa acción, reiteraría permanentemente sus propósitos y principios… Un aspecto importante que interesa destacar es la sanción de la Carta Orgánica, lo que por primera vez daba a una agrupación política el carácter de organización permanente que se regía de acuerdo con un estatuto.»

» (…) En 1893, en julio, el movimiento insurreccional del radicalismo estalló y avanzó triunfante., pero después de diversas alternativas, finalmente fracasó… en junio de 1896, Alem decidió suicidarse… su fracaso era el fracaso de una política, de las limitaciones de una capa social, de la pequeña burguesía que carecía de fuerza propia como para imponer el curso político que le dictaban sus intereses, ya que en los momentos definitorios, caía sometida a las decisiones de aquellos que tenían el comando de la economía del país y de los cuales en definitiva dependía. No fue la derrota del pensamiento romántico, sino el destino de una clase social expresada como limitación programática, circunscrita a las justas reivindicaciones democráticas y a esa reparación ética, consecuencia y no causa de los trastornos.»


Puiggrós, Rodolfo, Historia crítica de los partidos políticos argentinos, Hyspamérica

El desarrollo del yrigoyenismo como movimiento de masas canceló la concepción abstracta de la unidad nacional prevaleciente durante el período organizativo de la República. La oligarquía dominante desde 1862 hasta 1916 se dio a la tarea de edificar un solo Estado para todo el territorio argentino por medio de las leyes, las instituciones, el partido único de los gobernadores, la centralización del poder en la Capital Federal, la política inmigratoria e inversionista, los bancos y la educación del pueblo en los dogmas del liberalismo. Para Alberdi y Sarmiento la nación debía construirse a la manera del arquitecto que traslada a la realidad el plan elaborado por su mente o del idealismo socrático-platónico que no veía en el Estado más que la obra de la inteligencia del hombre. A cumplir tal misión se creía destinada la oligarquía con su paternalismo ilustrado. No entraba en sus cálculos la germinación a corto plazo en la materia viva de la sociedad de los elementos populares que, a su concepción de la unidad nacional como creación de la minoría culta, le opusieron la unidad nacional en sí, como movimiento de masas que infundiera al Estado la sustancia democrática que le faltaba. Yrigoyen interpretó e instrumentó este movimiento latente y se diferenció de los políticos liberales que lo llamaban demagogo, volviendo en efecto, según ellos le acusaban, al caudillismo, pero no, como decían, al caudillismo del siglo anterior de imposible resurrección, pues no en vano la sociedad argentina había sido civilizada desde arriba y desde afuera, y su composición interna tenía ya estampada la marca de la colonización capitalista. Yrigoyen no fue el último caudillo, sino el nuevo caudillo.

Con el yrigoyenismo se inició la política popular y, en consecuencia, auténticamente nacional, a diferencia de la política oligárquica para la cual bastaba que el Estado, la unidad nacional y la democracia existieran como formas jurídico-políticas instrumentadas en provecho de minorías parasitarias de rentistas terratenientes, especuladores, intermediarios y accionistas extranjeros. Sin embargo, la política yrigoyenista, respetuosa de la colonización capitalista, no clausuró la etapa precedente y dejó abiertas las entradas a las viejas y nuevas corrientes liberales… el yrigoyenismo intentó darse una doctrina propia, pero la Argentina carecía de tradición filosófica… Yrigoyen apeló a una confusa espiritualización, a una especie de recogimiento místico… denotando un contagio del idealismo objetivo alemán, a través del sincretismo de Carlos Cristian Federico Krause (1781/1832), en quien la concepción hegeliana del Estado como realización de la idea amortiguaba su absolutismo al conciliarse con la alianza universal de la humanidad en una comunidad pacífica de naciones.

… algo encontraban en las ideas de Krause los republicanos españoles de la revolución de 1868… más que el expositor de un sistema (el racionalismo armónico) formado de retazos de las distintas escuelas de la filosofía clásica alemana (Kant, Fichte, Schelling, Hegel), veían en él el propagandista de una mística nacional, de una espiritualización de la política y de un inmanentismo del Estado como fin último que satisfacían las necesidades doctrinarias de los conspiradores antimonárquicos. …… Impotente para destruir el cerco dentro del cual lo encarcelaba el liberalismo de derecha, de izquierda y del centro, y al mismo tiempo obligado a diferenciarse del liberalismo para conservar su ascendiente sobre las masas, Yrigoyen se refugiaba en el esoterismo de una doctrina política espiritualizada. Dice Félix Luna que Yrigoyen encuentra “en el pensamiento de los republicanos españoles que reviven las tradiciones federalistas del pueblo peninsular actualizándolas dentro de la filosofía política de la escuela de Ahrens y Krause, un punto de referencia teórico que le permite fijar su posición crítica frente al positivismo en auge… el krausismo de Yrigoyen no constituye una posición filosófica, sino una posición política”.

… es evidente que Yrigoyen trató de rescatar la política argentina de su sumersión en el utilitarismo, haciendo de ella una especie de religión al servicio de la humanidad, a partir de lo nacional

Para del Mazo, el radicalismo –cuando es el gran radicalismo, lo que cabe interpretar como fiel a la doctrina yrigoyenista- sería la nación misma, no un partido o una parte de ella… sustentaría una suma de programas, no un solo programa…


Clementi, Hebe, El radicalismo, trayectoria politica, Hyspamerica.

El colapso de la revolución de 1890 es el hito que marca el enfrentamiento y el cambio de posiciones entre la elite. La derrota no ha modificado de modo alguno la destrucción del opositor, ni la salud del vencedor, pero los ha dividido. La marea de protestas tendrá a partir de entonces mártires para ensalzar y reivindicaciones que agitar.

Si para el oficialismo no pasó de ser un sacudón que lo despabiló, para la oposición será el mojón de su militancia como organización activa, y el detonante para el surgimiento de un partido político de orientación popular que forzará la organización política general y el reacondicionamiento de las fuerzas oficialistas.

… el general Roca, estimando que su enemigo más temible por su predicamento y capacidad especulativa es Mitre, lo vence quebrando el sector opositor al convenir con el un acuerdo, que llevará a Mitre a la ruptura con la unión cívica… de este modo, es la ruptura y la intransigencia lo que fundamenta la creación de la UCR, en julio de 1891… nace, como se ve, en un gesto de intransigencia, de rechazo de una conciliación o acuerdo, que eventualmente desnaturalizaría los principios sobre los cuales se ha lanzado a la acción el Movimiento. Este es un primer perfil de actitud principista, que se reiterará y profundizará en sucesiva situaciones, hasta la obtención del poder politico, en 1916.

La antigua agrupación nacida a raíz del movimiento del 90, sin más propósito que el de combatir el voto libre y la purga administrativa, llega a convertirse lentamente por obra de Yrigoyen en un partido de ideas… el ARGENTINISMO –mejor que nacionalismo; el ANTICAPITALISMO, tímido, acaso, pero bien señalado y definido; el ANTIIMPERIALISMO, más real y decidido; el PACIFISMO, tradición de nuestra política exterior, pero sólo convertida en bandera por el Partido radical; el HISPANOAMERICANISMO, comprendido no como tema retórico, sino como unión viviente y espiritual entre los pueblos de América; y la ORIENTACIÓN ESPIRITUALISTA y el respeto de las tradiciones religiosas, familiares y sociales… el ANTIINTELECTUALISMO, visible en toda su historia del partido y en el gobierno de Yrigoyen y su ANTILIBERALISMO. Por alguna de aquellas ideas y por ese antiliberalismo de nuestras masas encarnado en el partido radical, Hipólito Yrigoyen es un continuador de la obra de Rosas.

Construido con estas ideas y sentimientos, el radicalismo, a pesar de su sentido revolucionario, es más un partido de derecha que de izquierda, se preocupa del proletario pero acepta la lucha de clases, tiene un fondo cristiano y español y respeta a la iglesia y a la familia. La mayoría de los católicos son radicales, y la mayoría de los radicales son católicos.

El ejercicio del poder produjo escisiones en el interior de esa iglesia (UCR) que desde el llano aparecía coherente y unívoca… la lucha de 1818/19 se hizo “desde adentro”, es decir, que los disidentes contrajeran alianzas… mientras que la de 1923/24 buscó reforzarse en “acuerdo” con los de afuera, inclusive con los tradicionales adversarios… paulatinamente podrá irse percibiendo en la brecha entre personalistas y antipersonalistas no exclusivamente intereses electorales, sino un aglutinamiento correspondiente a la extracción social de los nucleados.

Sanchez Viamonte en “El último caudillo”:El caudillo es la forma rudimentaria del líder, como el pueblo multitud es la forma rudimentaria del partido político. Diferencia de grado, pero grado de cultura, y la cultura es calidad siempre… a partir de la caída de rosas, la política nacional produce tipos metropolitanos de líderes políticos con apariencia de caudillos… sin embargo aún subsistía un caudillo, el último caudillo. Además existía una fuerza no aprovechada ni organizada, el descontento popular, genuinamente popular, contra el régimen dominador, aristocratizado, desdeñoso, al tiempo que urbano y culto. El descontento es la fuente motriz del suburbio y el vínculo sentimental del pueblo-multitud en formación. Yrigoyen fue el receptor y luego el organizador de ese descontento vago, difuso pero ardiente… fue el hombre representativo de una fuerza social incontrastable, cuya gravidez hinchaba ya al máximo el vientre nacional. Crisis de la pubertad política argentina y parto prematuro al mismo tiempo… la causa es una página escrita que debemos leer hasta el final: cuanto antes mejor. Su extinción –es necesario que perezca de muerte natural para que sea definitiva- será el punto de partida de una nueva época del siglo XX… La caída de la causa, la desaparición de su caudillo, el último caudillo, será el broche de nuestra pubertad política. Estamos en los umbrales de la edad adulta, entraremos en ella cuando menos se piense”.

Si lo despejamos de esa sorna y esa superioridad, muy propias de los militantes socialistas esclarecidos, su perfil del yrigoyenismo y del líder es el de todo un país culto no radical, no personalista, no yrigoyenista. La antítesis, es lo que piensa el gran pueblo, a nivel nacional.


Si en una primera etapa de crecimiento hacia fuera, los sectores gobernantes se identificaban con las elites urbanas de tendencias reformistas, en los años posteriores y con el afianzamiento del sistema, la conducción habría de concentrarse en un grupo aún más reducido pero más homogéneo en cuanto a sus intereses. Un grupo que no desdeñó el calificativo de “oligarquía” porque el término no encerraba el matiz peyorativo agregado por sus sucesores, sino la pura y simple aceptación de constituir la única clase con la capacidad económica, intelectual y política para dirigir el país. Hubo sin embargo un aspecto del programa que, desdeñado o no perfectamente evaluado, al comenzar su puesta en práctica, se volvería contra sus propios creadores… la organización moderna que se quiso para la Argentina exigió la modernización de la sociedad a la que iba dirigida y la urgencia por alcanzar prontos resultados llevó a inducir un proceso que normalmente es consecuencia de fuerzas internas que lo autogeneran; tal política- exitosa en muchos aspectos- desde el punto de vista social desembocó en una heterogeneidad de intereses y valores que si no incidió a corto plazo, se manifestaría más tarde con toda virulencia, cuestionando en primer término el derecho de la oligarquía gobernante a perpetuarse en el poder.

… la máquina política del régimen pudo resistir la creciente presión de los sectores excluidos a lo largo de dos décadas durante las cuales la oposición echó mano de diferentes estrategias que oscilaron entre la abstención total a participar en lo que se calificaba de “farsa eleccionaria” y la lucha armada.

La UCR llegó a sí al gobierno, y con ella se inició la participación en el poder de los sectores medios, sin que ello significara la total exclusión de elementos vinculados a los sectores oligárquicos… reformador, más que revolucionario

Si  el primer gobierno radical puede ser calificado de ambivalente de no haberse atrevido a romper frontalmente con una situación heredada, el segundo gobierno exhibe en cambio una política muchísimo más coherente en la medida en que se identifica paulatinamente con el liberalismo conservador del que termina siendo su abierto defensor desde el gobierno ( posición frente a la creación de YPF, batalla emprendida por un sector de criadores locales contra los frigoríficos, coincidencia en política librecambista como en los tiempos del gobierno oligárquico)

Centro Editor

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