En la mitad de los años 80, la hipótesis avanzada por un lingüista de Stanford, Joseph Greenberg, desencadenó una verdadera batalla intelectual. Según la ambiciosa síntesis de datos lingüísticos, genéticos y dentales que propuso, los primeros americanos habrían llegado de Asia en (al menos) tres oleadas distintas, cada una de las cuales originó un grupo de lenguas diferente.
Los trabajos de Merriwether y los de un equipo europeo socavan los fundamentos teóricos de esta teoría. Nuevas muestras de DNA y un análisis molecular más fino muestran que pueblos indígenas muy diversos —Esquimales de Alaska, Kraho y Yanomamos de Brasil— tienen más genes comunes que lo que se creía. El estudio hace pensar que estas etnias descenderían de una misma población cepa que, desde Asia, habría llegado a América del Norte en una migración (o quizá dos) como sostiene Ryk Ward, un genetista de Oxford. Algunos ya intentan identificar cuál podría ser la población de Siberia o de Mongolia que estaría más emparentada con estos antepasados.
Más recientemente, cuatro investigadores europeos, Peter Forster y Hans-Jurgen Bandelt de la Universidad de Hamburgo, Rosalind Harding del Instituto de Medicina Molecular de Oxford y Antonio Torroni de Roma, han formulado otro escenario que también cuestiona la teoría de las tres migraciones.
Basándose en estos datos, el equipo europeo ha avanzado por lo tanto la hipótesis de que los antepasados de los amerindios habrían llegado a América en la primera migración, procedentes del nordeste de Siberia. Entonces eran portadores de todas las variantes genéticas detectadas, algunas de las cuales habrían desaparecido luego en las poblaciones del norte de Asia y del continente americano, quizá por razones climáticas. Los grupos sobrevivientes, portadores de estas variantes habrían tenido una nueva expansión, probablemente en la región del estrecho de Bering, de donde procederían los na-denés y los esquimales. Este escenario supone por lo tanto una o dos migraciones en América del Norte, según que se imagine a los supervivientes acantonados en América del Norte o en Siberia. «Nosotros creemos que se trata de un movimiento de reexpansión. Saber si hay que calificarlo de migración distinta es cuestión de gustos» precisa Peter Forster.
Alec Hrdlicka, sostuvo que la población indígena americana era muy reciente, con no más de 10.000 años de antigüedad; que había llegado a nuestro continente por la única vía del estrecho de Bering, provista de una cultura neolítica, y que las civilizaciones indígenas era de exclusivo e independiente desarrollo dentro de nuestro continente; que el tipo racial de los indígenas americanos correspondía a cuatro derivaciones de la raza mogólica, pero básicamente formarían una sola raza. Más tarde aceptó una antigüedad algo mayor, de hasta 15.000 años, y un tipo cultural que se remontaría a fines del paleolítico superior.
A comienzos del segundo cuarto del presente siglo, presentó Paul Rivet, su interpretación de que las razas indígenas americanas procedían primeramente de Asia –por la vía del Estrecho de Bering-, y luego procedentes de Oceanía, por navegación; los pueblos americanos que serían de procedencia oceánica comprenderían primeramente los patagones y onas; y segundo, los pueblos de California.
ORIGEN AUTÓCTONO:
La teoría que afirma el origen autóctono (que los habitantes de América se desarrollaron en el continente americano y no vinieron de otros lugares) tiene dos referentes… Florentino Ameghino: Este investigador argentino afirmó que la región pampeana fue el lugar en que se desarrolló el ser humano y, desde allí, se expandió por todo el planeta… y Samuel Morton: norteamericano que afirmaba que el ser humano evolucionó paralelamente en América, Asia, África y Europa. La teoría del origen autóctono ya fue descartada hace mucho tiempo. Por el estado actual de las investigaciones científicas podemos afirmar lo apuntado anteriormente… el ser humano apareció en África y desde allí se expandió por todo el planeta entrando a América, ya con seguridad, por el Estrecho de Bearing.
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