WASHINGTON.- Acorralado por un escándalo que podría poner en riesgo a su gabinete, el presidente estadounidense, George W. Bush, hizo finalmente ayer el pedido formal de disculpas que había omitido el día anterior. El gesto fue interpretado como un claro intento de poner fin a las críticas desatadas alrededor del mundo, tras la difusión de fotografías de prisioneros iraquíes humillados por soldados norteamericanos.
Sin embargo, en su mensaje, Bush intentó rescatar al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, sobre quien llueven los reclamos de renuncia.
El pedido de disculpas, que registra pocos antecedentes, revela la profunda preocupación con que la Casa Blanca ve las posibles ramificaciones del escándalo, que justamente en un año electoral ha sumido a la administración republicana en una de sus mayores crisis. Esto se sumó ayer a otro retroceso en la política norteamericana en Medio Oriente: Bush retiró su apoyo a que Israel mantenga algunas colonias en Cisjordania.
«Lamento la humillación que sufrieron los presos en Irak y la humillación que sufrieron sus familiares«, señaló Bush, en compañía del rey Abdullah II de Jordania.
«También lamento que la gente que vio esas imágenes no haya podido comprender la verdadera naturaleza y el sentimiento de los norteamericanos«, enfatizó el mandatario (…)
Por Francisco Seminario
Para LA NACIÓN (7/5/04)
WASHINGTON.- Severamente cuestionado y mientras llueven los reclamos para que renuncie, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, asumió ayer la total responsabilidad por el escándalo de los abusos y torturas cometidos en perjuicio de prisioneros iraquíes por parte de soldados norteamericanos, que ha puesto en jaque la presidencia de George W. Bush.
«Estos eventos ocurrieron en mi gestión como secretario de Defensa. Soy responsable de ellos. Asumo toda la responsabilidad«, dijo el jefe del Pentágono al ser interpelado en el Senado, en un gesto destinado a evitar que estos incidentes dañen aún más a Bush, cuando faltan menos de siete meses para las elecciones en las que buscará un segundo mandato.
Rumsfeld, que rechazó la posibilidad de renunciar, utilizó la palabra que todos esperan de boca del presidente Bush y que hasta ahora no ha pronunciado, que es » apologize » (pedir perdón o disculpa). «Ofrezco mi más profunda disculpa», dijo el jefe del Pentágono. El presidente sólo ha usado la palabra «sorry», que es lamentarse (…)
Por Jorge Rosales
Corresponsal en EE.UU. La Nación, 8/5/04
WASHINGTON (AP).- Definir la tortura no siempre es una tarea fácil. Grupos de defensa de los derechos humanos señalan que hay líneas claras que no deben ser cruzadas: la tortura, la humillación y la crueldad, argumentan, están prohibidas por leyes nacionales e internacionales.
Pero esas leyes y convenciones no ofrecen a oficiales de inteligencia o del ejército específicas indicaciones sobre las técnicas de presión que están permitidas, dejando amplias zonas grises sobre qué es considerado legal y qué ilegal. Eso significa que muchas decisiones quedan en manos de individuos que actúan bajo la premura del momento, según revelan los documentos del ejército norteamericano.
En resumidas cuentas, lo que ocurre en los interrogatorios generalmente «depende en buena medida de la situación», o, más específicamente, de las pautas fijadas por el comandante de la unidad, dijo Jerrold Post, que trabajó 21 años en la CIA y ahora dirige el programa de psicología política de la Universidad George Washington.
Sin embargo, las pautas legales del ejército, proporcionadas por el Centro de Inteligencia en Fort Huachuca, Arizona, indican que los soldados no pueden usar torturas físicas, tales como golpizas, privación de alimentos o descargas eléctricas. También está prohibida la tortura mental, como ejecuciones simuladas, privación del sueño o psicosis inducida por drogas. En Fort Huachuca, se les enseña a los interrogadores a determinar si los métodos de coerción utilizados son o no legales con dos simples preguntas:
«¿Podría pensar una persona razonable que sus derechos están siendo violados?»
«Si las acciones fueran contra presos de guerra estadounidenses ¿cree que violan la ley nacional o internacional?»
Si la respuesta es afirmativa a una o ambas de las preguntas, los soldados no deben usar esa técnica, pero si persiste la duda, deben consultar a las autoridades legales del ejército.
Katherine Pflege, AP, La Nación, 11/5/04
¡Pensar que son considerados por muchos como «la reserva moral de occidente»!