Hacia la segunda mitad del siglo XIX, en el marco de la 2ª fase de la Revolución Industrial, los Estados latinoamericanos se insertaron en el mercado mundial como proveedores de materias primas y compradores de productos industriales. Esta relación desigual establecía un vínculo de dependencia económica respecto de los grandes centros industriales, llamado pacto neocolonial (Nuevo pacto colonial con referencia al colonialismo del siglo XVI). A continuación, una síntesis de un texto del historiador argentino Tulio Halperin Donghi.
En 1880, el avance en casi toda Hispanoamérica de una economía primaria y exportadora significa la sustitución finalmente consumada del pacto colonial impuesto por las metrópolis ibéricas por uno nuevo… el crecimiento será aún más rápido que antes, pero estará acompañado de crisis de identidad creciente… el orden neocolonial… nace por lo menos con los signos ya visibles de un agotamiento que llegará muy pronto.
Al mismo tiempo que se afirma, el nuevo pacto colonial comienza a modificarse a favor de las metrópolis. La distribución de tareas entre ellas y las clases altas locales (que había comenzado por asignar a esas últimas en casi todos los casos la producción primaria y a las primeras la comercialización) aún allí donde se mantiene adquiere un sentido nuevo, gracias a la organización cada vez menos libre de los mercados, facilitada por las transformaciones técnicas pero vinculada sobre todo con la de las estructuras financieras. Pero esa misma distribución de tareas no siempre se mantiene… no sólo los ferrocarriles, también frigoríficos, silos de cereales e ingenios de azúcar pasan a ser, en medida variable según las regiones, enclaves de la economía metropolitana en tierras marginales.
En ciertas áreas, ya hacia 1910, la alianza entre los intereses metropolitanos y las clases altas locales ha sido reemplazada por una hegemonía no compartida de los primeros.
Se revela una tendencia más general: el debilitamiento de las clases altas terratenientes… frente a los emisarios de las economías metropolitanas, este debilitamiento va acompañado de otro proceso, por el cual las clases altas ven surgir a su lado clases medias –predominantemente urbanas… y en algunas zonas más limitadas deben enfrentar también las exigencias de sectores de trabajadores incorporados a formas de actividad económica modernizadas. Este último proceso –que se da sobre todo allí donde la economía local es más vigorosa y, por tanto, las clases altas se defienden mejor contra las presiones metropolitanas- tiene su correlato político en un comienzo de democratización: mientras en México se da revolucionariamente, en Argentina, Uruguay y Chile se manifiesta a través del acceso al poder de nuevos sectores mediante el sufragio universal.
América Latina pasa cada vez más decididamente, de ser zona reservada a la influencia británica, a constituirse en teatro de la lucha entre influencias viejas y nuevas… esa lucha se da sobre una Latinoamérica que ha agregado a su dependencia mercantil una cada vez más estricta dependencia financiera. El tránsito del intervencionismo europeo a la tutela norteamericana se consuma en el conflicto venezolano… a principios del S. XX, el Estado y los particulares venezolanos son deudores insolventes de acreedores alemanes e ingleses… y una fuerza naval tripartita (Italia se suma a la alianza) bloquea en 1902 los puertos venezolanos.
Como reacción surgen: la doctrina Drago, en la que el canciller argentino proclamaba que el uso de la fuerza militar era inaplicable a las relaciones entre deudores y acreedores, y el llamado corolario Roosevelt a la doctrina Monroe, a través del cual EE-UU sostenía que en caso de que la escasa voluntad de ordenar sus finanzas hiciese a un estado latinoamericano deudor crónico, correspondía a EE-UU, y sólo a ellos, persuadirlo mediante el uso de la fuerza a adoptar las reformas necesarias. Los latinoamericanos demostraban entender muy mal las tendencias dominantes en la nueva potencia hegemónica.
La institucionalización de sus relaciones con Latinoamérica, culminaría sólo en la 2da postguerra en la formación de la O. E. A., con carácter de pacto regional en el marco de las Naciones Unidas… un sistema internacional que desfiguraba meticulosamente las relaciones efectivas de poder: suponía, en efecto, la igualdad de todos los estados que lo integraban y, por añadidura, la indefectible coincidencia de sus intereses.
El movimiento panamericano… se desarrolla bajo la doble inspiración de las necesidades estratégicas y del acrecido potencial económico estadounidense. El movimiento, difundido en EE-UU en pleno triunfo de la política proteccionista con que se identifica el partido republicano, tiene por primer inspirador a Blaine: en ese fin de siglo el proyecto de unificación aduanera de as Américas y el de ferrocarril panamericano tenían un decidido aire de época; eran la réplica, en el clima de afirmación de los imperialismos… se revelaba menos capaz que esos modelos de arraigar en la realidad: el ascendiente de la economía norteamericana se daba sólo en zonas restringidas de Latinoamérica; en estás el influjo de las nuevas y viejas metrópolis económicas europeas era demasiado grande para que fuese fácil barrerlo en beneficio de un indisputado predominio estadounidense.
El proyecto panamericano iba a encontrar, por otra parte, una resistencia abierta y eficaz capitaneada pro Argentina (ligada comercial y financieramente a G. B.). De todos modos, aún Argentina iba a participar en la creación de la Oficina Internacional de las Repúblicas Americanas… en 1910, en Bs. As, esa oficina se transformó en Unión Panamericana. Sin embargo, las tendencias a crear un ordenamiento regional se debilitaron… se orientaban hacia los organismos mundiales en embrión, en especial el tribunal internacional de La Haya… La disgregación europea (1914) tendió a debilitar esta orientación, redescubriéndose ahora la importancia de tender una barrera entre Latinoamérica y los conflictos europeos.
En la reunión de Santiago de Chile (1923), Uruguay (posición filoestadounidense) propició lo que llamaba la internacionalización de la doctrina Monroe; EE-UU, vuelto al aislacionismo, se rehuyó a apoyar la propuesta garantía multilateral de la independencia e integridad de todos los Estados americanos, dirigida en el proyecto no sólo contra amenazas extracontinentales.
Esa tendencia sólo iba a invertirse más adelante, cuando a las consecuencias de las olas de inversiones norteamericanas de la década del 20 se sumaran las de las crisis mundial de la década siguiente para dejar en pie sólo ruinas aisladas del anterior orden económico centrado en Europa y aumentar la dependencia latinoamericana.
Ese sistema volvería a ser, como cuando Blaine lo proyectó, un instrumento esencial de la política latinoamericana de EE-UU, cuando éste –en medio de tensiones que llevarían a la 2º guerra mundial- creyese oportuno agregar a su propia gravitación internacional la del sistema latinoamericano… la expansión política tuvo su comienzo en la guerra hispanoamericana en que desembocó en 1898 la 2º guerra de independencia de Cuba… El Tratado de París dejó a EE-UU dueño de Puerto Rico y dominante en la nueva Cuba independiente… El paso siguiente –la creación de Panamá sobre el territorio ístmico perteneciente a Colombia- causó más inmediata alarma.
Los intereses norteamericanos, militarmente tenían su núcleo en el Caribe y Centroamérica… Roosevelt justificaba esa concentración al decir que sólo en el Caribe y en Centroamérica el desarrollo real de las naciones latinoamericanas era tan lento que éstas seguían necesitando tutela. Los grandes países del sur –Brasil, Argentina, Chile- estaban, en cambio, en condiciones de ejercer en los hechos su soberanía, y nada tenían que temer de los avances norteamericanos.
Estos países… desde comienzos del siglo XX, produjeron un acercamiento que iba a llevar a la formación de una suerte de alianza informal (ABC).
La 1º guerra mundial, sin embargo, al poner en crisis la totalidad del orden internacional en el que el ABC quería integrarse, puso fin a la tentativa… El fin de la era del ferrocarril, significaba la pérdida para Inglaterra de un instrumento de dominación mercantil y financiera muy valioso. EE-UU se beneficiaba ahora con los triunfos del transporte automotor , que sin necesidad de inversiones de capital comparables a las que habían marcado el comienzo de la red ferroviaria, le aseguraba nuevos mercados.
Las inversiones norteamericanas… iban a dirigirse no sólo hacia las industrias extractivas o de mínima elaboración orientadas hacia el mercado metropolitano, sino también hacia otras dirigidas al mercado local o, en todo caso, no al estadounidense.
La expansión norteamericana… tendía a avanzar sobre sectores de actividad económica que en la etapa anterior habían permanecido reservados a los sectores dominantes locales… Frente a EE-UU las viejas naciones hegemónicas emprenden una cautelosa retirada. .. Otras son las influencias externas evocadas contra el avance norteamericano. Frente a él, la conciencia de la originalidad hispánica y católica de Latinoamérica se hace más viva… al avance cultural norteamericano se opondrá no sólo una resistencia revolucionaria, sino también una conservadora… sólo las brutales opciones que la guerra fría impone luego de la 2º guerra mundial transformarán esta oposición conservadora en apoyo fervoroso.
De la última década del siglo XIX es la aparición de un movimiento obrero urbano en México, Buenos Aires, Santiago; de esa misma década la formación de los primeros movimientos políticos que recusan la dirección de la elite tradicional; es el caso del radicalismo argentino y el partido demócrata peruano; y también la mutación profunda que José Batle y Ordoñez introduce en el partido colorado de Uruguay.
Durante esta etapa la movilización política de sectores populares sólo se dará de modo masivo en México durante ciertas etapas de la revolución comenzada en 1910. En otras partes queda reducida a sectores predominantemente urbanos de economía modernizada; la consecuencia es que los movimientos políticos que quieren ser expresión de sectores populares cuentan a menudo con una base numéricamente más reducida que los de clase media.
Unos y otros se oponen, antes que al lazo colonial de nuevo estilo que está en la base del orden latinoamericano, a la situación privilegiada que dentro de ese orden se ha reservado lo que se llama oligarquía. La lucha contra esa oligarquía… va desde el tradicionalismo católico hasta posiciones revolucionarias de inspiración socialista… su acción es más coherente que su ideología.
El eclectismo ideológico y la ambigüedad política del movimiento de reforma universitaria (doble inspiración de la revolución rusa y la mexicana) reflejan muy bien el clima –esperanzado y desorientado a la vez- de la década que se extiende del fin de la primera guerra mundial. Ese clima responde a cambios en el orden mundial derivados sobre todo de la crisis de Europa como centro de poder y modelo de civilización, que en el primer aspecto se refleja en la afirmación de la hegemonía económica y financiera de los EE-UU sobre A. Latina (no sólo sobre Centroamérica) y en el segundo consagra el fin del monopolio de legitimidad ideológica de que había gozado desde la independencia el constitucionalismo liberal; primero el comunismo y bien pronto el fascismo son propuestos como alternativas para esa solución liberal-constitucional que tan mal se había aclimatado en A. Latina.
En A. Latina el derrumbe del orden de preguerra se refleja no tanto a través de la afirmación de fuerzas nuevas como del agotamiento cada vez más evidente de las soluciones que han dominado hasta la víspera. Los éxitos y los fracasos de la economía exportadora se suman para plasmar realidades sociales demasiado complejas para que sea fácil contenerlas en el marco político heredado de la preguerra.
La ampliación de las bases sociales del estado aparece como una necesidad urgente; mientras la democratización, que promete satisfacerla en el marco liberal-constitucional avanza en Uruguay y Argentina, en Perú y Chile esa misma ampliación es intentada en un marco autoritario y en México en uno revolucionario. Pero esas nuevas formas políticas no adquirirán el mismo vigor que en el pasado ostentaron el liberalismo constitucional o el progresismo autoritario; no sólo están marcadas por la desorientación… sufren todavía las consecuencias de la menor seguridad en el rumbo de avance económico-social que caracteriza también a Latinoamérica durante esos años.
La crisis de 1930 impondrá un brusco anticlímax a medio siglo de expansión; pero éste ha estado hecho de ciclos locales, simultáneos o sucesivos, que en más de un caso se habían clausurado ya antes de finalizar la etapa.
Entre los ciclos agrícolas, el del café transforma, a partir del último tercio del siglo XIX, las zonas intertropicales de mediana altura, desde San Pablo hasta Colombia, Venezuela, A. Central y México… En Brasil, el café avanza constantemente sobre tierras nuevas, cuya fertilidad agota… es ese el precio de una economía agrícola que dispone de tierras más abundantes que los hombres y los capitales.
En la expansión cafetera hispanoamericana no faltarán diferenciaciones vinculadas sobre todo con el régimen de la tierra: explotaciones medias a cargo de propietarios… grandes haciendas… utilizando trabajadores no propietarios… otro rasgo común: la debilidad de los productores frente a los sectores que intervienen en la comercialización, y realizan lucrativas especulaciones utilizando las oscilaciones del precio. Los comercializadores realizan avances decisivos durante las crisis de superproducción: los precios en los centros productores caen vertiginosamente; en los de consumo son mejor defendidos gracias a una contención en las ventas que sólo la disponibilidad de vastos recursos financieros por los comercializadores hace posible.
Las crisis se suceden: la de 1896, la de 1906, la de 1913… sólo en Brasil los terratenientes locales logran, gracias a su dominio del aparato político, crear un sistema de defensa contra las amenazas de sobreproducción (también, sin embargo, los comercializadores y bancas se beneficiarán). El sistema, adoptado en 1906, consiste en financiar compras destinadas a constituir stocks, que sólo gradualmente serán lanzados al mercado… si la operación salva a los productores de un derrumbe vertical de precios, logra la estabilización de esos precios sólo a nivel bajo; los stocks acumulados se venderán, por tanto, con altas ganancias, que irán a los banqueros que han dado apoyo financiero al sistema. Mucho más riesgosa es la ambiciosa estabilización comenzada en 1924… intenta eliminar las consecuencias de una sobreproducción permanente y que se hace cada vez más grave. El Instituto del Café, creado en Sâo Paulo, organiza la compra de la totalidad de la producción brasileña; mantiene los precios altos sólo a costa de acumular reservas crecientes, condenadas a crecer porque esos mismos precios estimulan la expansión de cultivos.
La experiencia brasileña del café es en más de un aspecto un anticipo del futuro: un sector terrateniente se dedica aquí a la organización del mercado para sus productos, dejando de lado en este punto la fe en el liberalismo económico del que por otra parte no abjura formalmente.
La expansión argentina y la uruguaya, apoyadas en la lana, la carne y el cereal, son tan rápidas como la del Brasil cafetero, en 1938 las exportaciones argentinas se sitúan al mismo nivel que las brasileñas. Este crecimiento es consecuencia de la expansión del cereal… vertiginosa luego de la crisis de 1890.
Santa Fe y el sur de Córdoba… son ahora el teatro de la expansión cerealera, hecha posible gracias al impulso inmigratorio que ha acumulado en la etapa anterior una fuerza de trabajo que ya no encuentra empleo en las ciudades… se adaptan a un régimen de la tierra en que triunfa el arrendamiento para dejar luego paso a la medianería… los viejos terratenientes comparten el predominio con nuevos propietarios, en parte de origen inmigratorio. Ya en la primera década del S. XX el comercio cerealero es dominado por un oligopolio formado por muy escasas firmas exportadoras… y son al cabo los terratenientes quienes deben sacrificar una parte de sus lucros para mantener el ritmo de producción, accediendo a las demandas de arrendatarios y medieros… porque en la Pampa del cereal, el sector terrateniente es más débil.
La Pampa ganadera (Bs. As.) está firmemente dominada por una clase terrateniente acostumbrada a mantener celosamente sus vínculos con el poder político nacional… en 1914, la gran provincia ganadera será también la primera productora de cereales en Argentina; junto con la expansión del cereal mediante la difusión del régimen de arrendamiento que no afecta el monopolio de la tierra por los grandes propietarios… se da la transformación de la explotación del ganado, inducido por la disminución de la demanda externa de lana y la difusión del frigorífico.
Las inversiones más importantes corren a cargo del Estado y del capital extranjero: la red de ferrocarriles… el puerto artificial de Bs. As. Y el de La Plata- Ensenada, un sistema de canales… los frigoríficos.
La consecuencia es también aquí una posición de predominio para transportistas y comercializadores, que son emisarios locales de las economías metropolitanas… hasta la 1º guerra mundial la competencia entre frigoríficos ingleses y americanos garantiza una etapa de altos precios; la guerra misma… fomenta la exportación ganadera… sólo la primera etapa de la posguerra enfrenta a amplios sectores ganaderos con las consecuencias de la entrega de la comercialización y el transporte a intereses metropolitanos: los norteamericanos victoriosos dictan su ley al mercado y los precios bajan.
HISTORIA AMERICANA 3
Halperín Donghi, Tulio
Cap 5. Madurez del orden colonial
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