¿Cómo se entrelazaron las variables de producción manufacturera, la ampliación de mercados y la abundante mano de obra en la Inglaterra del siglo XVIII?
La Revolución Industrial articuló tres tipos de transformaciones: 1) cambios tecnológicos; 2) cambios en la organización de la producción; y 3) el aprovechamiento de mercados externos para colocar esta producción.
Inglaterra concentró en sus manos la totalidad del mercado colonial del siglo XVIII, desplazando a los holandeses, los franceses, los portugueses y, finalmente, a los españoles. Cada uno de estos mercados era relativamente reducido, pero todos ellos estaban controlados por un solo país y en relación con un único producto: el textil de algodón. Esta concentración alcanzó para encender la chispa que iniciaría el proceso.
Como país pionero en el proceso de industrialización, Inglaterra fue el escenario clásico de la transición de una economía tradicional agraria hacia una predominantemente urbana. En los siglos XVI y XVII, el mundo rural inglés manifestó cambios sustanciales: la concentración de la propiedad de la tierra en pocas manos (con el proceso de cercamiento) y la expulsión de la población rural. El ingreso al mundo urbano de estos migrantes los convertiría en potenciales asalariados.
Declinó la producción artesanal urbana, dominante hasta el siglo XVI, y se afianzó, en el ámbito rural, el trabajo a domicilio. En el campo, la mano de obra era abundante y barata, y como durante largos períodos del año los campesinos no trabajaban, podían tomar el trabajo artesanal a domicilio. El salario que recibían representaba solo un complemento para el sustento de la familia.
El trabajo estaba controlado por hombres con «espíritu de lucro» que aportaban la materia prima, compraban la producción y luego la comercializaban en los mercados locales (en menor medida dada su escasa importancia) y, sobre todo, en los internacionales. De manera que se derivó en una concentración regional de algunas industrias rurales de tipo independientes (es el caso de la textil) fuera de las ciudades controladas por los gremios.
En este contexto histórico, surgió una nueva organización social de la producción industrial que reunía a los trabajadores en un mismo lugar: la fábrica. Esta nueva forma productiva se caracterizó por la especialización del trabajador en un solo aspecto de la producción global y por la necesidad de trabajar con las nuevas máquinas casi sin ningún desplazamiento. Convertir al campesino en mano de obra de la manufactura fue el resultado de un largo proceso de disciplinamiento. La división del trabajo y la incorporación más amplia de fuerza motriz (máquina de vapor) y maquinaria permitieron instalar la fábrica en cualquier lugar y, así, evitar la dependencia de los cursos de agua. Este hecho favorecía la producción en masa a costos menores y ampliaba el acceso a los mercados.
Una vez iniciada la Revolución Industrial, se aceleró todo un arsenal de innovaciones técnicas. Los cambios tuvieron lugar en tres áreas: a) hubo una sustitución de habilidades humanas por instrumentos mecánicos, b) la energía inanimada -el vapor, en particular- ocupó el lugar de la fuerza humana y animal, se reemplazó el carbón vegetal por el carbón de piedra; y c) hubo una mejora en la obtención y manipulación de materias primas, de origen químico y metalúrgico, y los metales reemplazaron a la madera.
Las innovaciones tecnológicas fueron relativamente sencillas, requirieron más la adecuación de ciertas técnicas que inventos. El gran incremento de la productividad del trabajo humano y la expansión de la producción fueron, hasta cierto punto, el resultado de un mejor uso de los medios existentes y del perfeccionamiento de la organización del trabajo. El gran avance, sin embargo, exigía la dotación de nuevos medios técnicos con los cuales elevar el producto per capita mucho más allá de lo que los antiguos métodos permitían. Por esta razón, eran indispensables nuevas máquinas y nuevas fuentes de energía.
Los cambios más inmediatos se produjeron en los procesos de producción: qué, cómo y dónde se producía. El trabajo se trasladó de la fabricación de productos primarios a la de bienes manufacturados y servicios. El número de productos manufacturados creció de forma espectacular gracias al aumento de la eficacia técnica. En parte, el crecimiento de la productividad se produjo por la aplicación sistemática de nuevos conocimientos tecnológicos y gracias a una mayor experiencia productiva, que también favoreció la creación de grandes empresas en unas áreas geográficas reducidas. Así, la Revolución Industrial tuvo como consecuencia una mayor urbanización y, por tanto, procesos migratorios desde las zonas rurales a las zonas urbanas.
Las fábricas aumentaron en tamaño y modificaron su estructura organizativa. En general, la producción empezó a realizarse en grandes empresas o fábricas en vez de pequeños talleres domésticos y artesanales, y aumentó la especialización laboral. La aparición de nuevas máquinas y herramientas de trabajo especializadas permitió que los trabajadores produjeran más bienes que antes y que la experiencia adquirida utilizando una máquina o herramienta aumentara la productividad y la tendencia hacia una mayor especialización en un proceso acumulativo.
La mayor especialización y la aplicación de bienes de capital a la producción industrial creó nuevas clases sociales en función de quien contratara y tuviera la propiedad sobre los medios de producción. Los individuos propietarios de los medios de producción en los que invertían capital propio se denominaron empresarios. Cuando invierten capital en una empresa sin participar directamente en ella se denominan capitalistas.
Testimonios
“En la época de mi nacimiento, mi padre era un boyero que trabajaba los siete días de la semana, salía de casa antes del amanecer y no regresaba hasta la noche. Por entonces, el salario de mi padre había sido reducido a siete chelines por semana, y de no ser porque mi madre podía aumentar en algo los ingresos tejiendo a mano en casa, la familia hubiera muerto de hambre. Recuerdo haber visto a veces a mi madre sentada ante el telar durante dieciséis de las veinticuatro horas que tiene el día, a pesar de lo cual, y después de aquella jornada larga, no conseguía obtener más que cuatro chelines por semana, y con frecuencia ni siquiera eso.”
Autobiografía de George Edward (1850/1934). Citada por Paul A. Samuelson
“En las minas de carbón era normal el empleo de niñas y niños de siete a ocho años –incluso de tres- que eran obligados a arrastrar vagonetas (enganchados como perros a un carrito), a estar con los pies sumergidos en agua más de doce horas, azotados para mantenerlos despiertos”.
1º informe de la Comisión sobre el trabajo infantil, 1842.
“Caminaron algún tiempo por el barrio más populoso de la ciudad para llegar a internarse en una callejuela más sucia y miserable que las circundantes (…). Las hileras de casas a ambos lados de la calle eran altas y grandes pero muy viejas y estaban subdivididos en numerosas viviendas, donde se hacinaba la gente más pobre (…). Por el arroyo, sucio y hediondo, paseaban las ratas (…).”
Charles Dickens. Oliver Twist.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
.- Texto elaborado por el área de Ciencias Sociales del Ministerio de Educación de la Nación.
.- “Las revoluciones atlánticas”. Editorial Longseller.
.- Hobsbawm, Eric, «La era de la revolución, 1789/1848», Crítica.
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