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LOS TRES ÓRDENES, o cómo se organizaba la sociedad feudal

Posted by on 1 agosto, 2010
Los tres órdenes

La sociedad feudal estaba organizada sobre la base de las relaciones de los señores (nobles) entre ellos y con el Rey y, al mismo tiempo, sobre las relaciones entre los señores y los campesinos, que eran quienes trabajaban las tierras. En la Alta Edad Media (2da de las tres etapas en las que dividimos la Edad Media para su estudio), a partir del siglo IX, se difundió la creencia de que el orden feudal respondía a la «voluntad de Dios». Teólogos, obispos y sacerdotes afirmaban que para lograr la armonía entre los hombres, «Dios había asignado a cada uno un trabajo, una función, que debía realizar desde su nacimiento hasta su muerte». Así, los integrantes de la sociedad se dividían en «los que guerreaban» (en latín, bellatores), «los que oraban» (oratores) y «los que trabajaban» (laboratores). Todos los trabajos eran igualmente importantes y necesarios para el conjunto de la sociedad, y cada uno de sus integrantes debía realizarlo de la mejor manera, ya que la recompensa estaría en la vida tras la muerte. Claramente, al naturalizar las relaciones sociales, naturalizaban la profunda desigualdad que existía en la sociedad medieval y de alguna manera daban consuelo y propósito a quienes les tocaba integrar el tercer orden. Georges Duby, en «Guerreros y campesinos», describe al orden feudal, de la siguiente manera:

TEORÍA DE LOS 3 ÓRDENES

La iglesia se situaba en el mas alto escalón de los tres ordenes, por esta razón no solo debía estar exenta de la fiscalidad y el pillaje, sino que parecía necesario que una parte considerable de la producción llegara a sus manos para ser ofrecida, por intermedio, a Dios y ganar así los favores de la divinidad. La idea de sacrificio y consagración se instalan en la conciencia colectiva, coincidiendo con limosnas abundantes. Nunca en la historia de la cristiandad las limosnas fueron tan abundantes como el los cinco o seis decenios que rodean al año 1000. Los fieles daban limosnas con cualquier motivo, y entre estas estaba la tierra. Este enorme trasvase de bienes raíces puede ser considerado el movimiento más importante entre los que animaron la economía europea del momento. Este movimiento de riquezas produjo el crecimiento sin cesar, durante los siglos XI y XII, de monjes y clérigos.

Estos hombres no estaban totalmente alejados de la producción. El clero rural permaneció en su mayor parte al nivel del campesinado. Sin embargo, un numero considerable de los hombres de Iglesia, los mas ricos, los que recibían las mayores ofrendas, eran puros consumidores. Vivian con comodidades señoriales próximas a loas de los laicos mas poderoso, especialmente los que vivian alrededor de las iglesias catedralicias.

Con la riqueza recibida, se daba a los pobres limosnas y hospitalidad, de esta manera contribuyo a reducir la extensión de la miseria en una sociedad siempre desprovista. Sin embargo la redistribución era de importancia secundaria si la comparamos con la exigencia fundamental, la de celebrar el oficio divino con el lujo mas resplandeciente. El mejor uso que los dirigentes creían poder hacer de sus riquezas era embellecer el lugar de plegaria, reconstruirlo, adornarlo. La consigna era: gastar para mayor gloria de Dios.

La misma actitud tenían los miembros del segundo orden de la sociedad. También gastaban, pero para su propia gloria y en los placeres de la vid. Esta categoría social, que proporcionaba a la iglesia los equipos dirigente, que tenia la fuerza y que la utilizaba duramente a pesar de las prohibiciones levantadas por la moral de dios, debe ser considerada la clase dominante de este tiempo. La teoría de los tres ordenes y las instituciones de paz fueron elaboradas y forjadas en función del poder del grupo militar, y su situación y su comportamiento rigen en los siglos XI y XII toda la economía feudal.

Este grupo posee la tierra, excepto la parte que por el temor que la muerte le obliga a ceder a dios. Vive en la ociosidad y cree indignas las tareas productivas. Dado que la disolución de la autoridad, monárquica a colocado a estos en una situación de independencia, la clase guerrera no acepta ningún tipo de limitación. Por consiguiente no acepta a despojarse de sus bienes sino a trabes de donaciones gratuitas y de generosidades mutua. Su vocación es la guerra, y el primer uso que hace de sus riquezas, es procurarse los medios más eficaces para combatir. En la economia domestica de los hombres de este grupo se destina una gran parte de sus ingresos a perfeccionar su potencia militar. Los gastos en guerra no son todo en este grupo social; también esta el gasto en el lujo, el derroche es una de las virtudes primordiales. Las fiestas y reuniones en las que los bienes de la tierra son colectiva y alegremente distribuidos en competencias de ostentación, son junto a la guerra, el punto fuerte de la existencia aristocrática. El medio económico que representa, en la sociedad de la época, el grupo de los caballeros es, por vocación profesional, el de la rapiña. Por sus hábitos, es el del consumo.

El tercer orden, el de los trabajadores, la capa formada por la gran masa del pueblo, debe proporcionarle a los que rezan y a los que combaten los medios para mantener su ocio y alimento para sus gastos. Otros ganan para el su salvación, otros están encargados de defenderlo contra las agresiones. Como precio de estos favores, las capacidades de producción del campesinado están totalmente presas en el marco del Señorío.

“La razón de ser de los corderos es proporcionar leche y lana; la de los bueyes, trabajar la tierra; la de los perros, defender de los lobos a los corderos y a los bueyes. Si cada especie de esos animales cumple su oficio, Dios los protege […]. Igual hace con los órdenes que ha establecido con vistas a los diversos oficios que se han de realizar en este mundo. Ha establecido a los unos –los clérigos y los monjes– para que rueguen por los otros y para que llenos de dulzura como los corderos, los empapen con la leche de la predicación y les inspiren con la lana del buen ejemplo un ferviente amor de Dios. Ha establecido a los campesinos para que hagan vivir –como los bueyes con su trabajo– a sí mismos y a los otros. A otros, en fin –a los guerreros– los ha establecido para que manifiesten la fuerza, en la medida de lo necesario, y para que defiendan de los enemigos, como de los lobos, a los que ruegan y los que cultivan la tierra.”

Tomado de Estudios de Historia medieval, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 1988, pág. 350.

IMAGEN 1:  http://sobrehistoria.com/la-iglesia-en-la-edad-media-y-la-teoria-de-los-tres-ordenes/

IMAGEN 2:  http://cem.revues.org/index431.html

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