Eduardo Galeano recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Cuyo. Siendo el 22 de marzo de 2011, Día Mundial del Agua, lo dedicó a los Militantes del Agua, «que en Mendoza y muchas otras comarcas del mundo» luchan contra las mineras, forestales y todos los que la contaminan, traicionan la naturaleza y quieren convertir al agua en una mercancía. «El agua es y quiere seguir siendo un derecho de todos». Tituló a su exposición “La independencia. Memoria del futuro”. Son imperdibles sus conceptos…
Señaló en su exposición que “La independencia sigue siendo una tarea inconclusa y es necesario hacer memoria para completarla”. En relación con la memoria, exaltó al “primer país independiente y libre de América: Haití”. Aunque Estados Unidos se independizó en 1776, “los 645.000 esclavos siguieron siendo esclavos”, precisó. En cambio, en Haití se liberaron e independizaron los esclavos. Y ese hecho “resultó imperdonable” para los antiguos dominadores y “le exigieron a Haití el pago, durante un siglo y medio de la ‘deuda francesa’ y todavía lo tienen condenado a la soledad, el desprecio y la miseria”. Encontró en Paraguay otro ejemplo. “Ese país no obediente y sin deuda fue destruido en nombre de la libertad de comercio”, en cuyo “prontuario” figura “la imposición del opio en China y la destrucción de los talleres de la India, por parte de la Reina Victoria de Inglaterra”. “La libertad del dinero -sentenció- enjaula a la gente”.
En el marco del Río de la Plata, evocó las figuras del Mariano Moreno y Juan José Castelli, miembros de la Primera Junta, calificados como “perversísimos” por quienes “secuestraron la Revolución” y defenestrados del proceso.
Una especial evocación dedicó al educador venezolano Simón Rodríguez “El Loco”, a quien definió como “el más audaz y querible de los pensadores latinoamericanos”, a pesar de ser “un perdedor” debido a las persecuciones que sufrió, pero no por eso menos importante, porque “en la memoria de los perdedores, allí está la verdad”.
Recordó algunas de las iniciativas “prohibidísimas” del maestro de Simón Bolívar -en el contexto de la década de 1820- como su principio de que “sin educación popular no habrá verdadera sociedad”, o su audacia de “mezclar en la escuela a varones y mujeres, y la enseñanza de los oficios manuales con las tareas intelectuales”.
Finalizó la exposición con la evocación del prócer uruguayo José Artigas, “la voz más profunda de estas tierras” y “primero en realizar una reforma agraria en América”. Ironizó -como apunte- con el recuerdo de que los jefes de la última dictadura militar de Uruguay, al erigir un mausoleo en honor a Artigas, buscaron afanosamente alguna cita del prócer para poner en el monumento. “Pero no pudieron, porque todas sus frases eran subversivas… Entonces, sólo inscribieron fechas de batallas”. Artigas, también “es un perdedor profundamente vivo”, finalizó.
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