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A 45 AÑOS DE LA NOCHE DE LOS BASTONES LARGOS y UNA ACTITUD DIGNA

Posted by on 28 junio, 2011

por Juan Carlos Fustinoni

El 28 de junio de 1966 una Junta Militar desplazó a las instituciones del país y “sacó” al Dr. Arturo U. Illia de la presidencia de la Nación. Poco después entregó el poder al dictador Juan Carlos Onganía, en ese entonces comandante en jefe del Ejército que había jurado fidelidad a los tres poderes nacionales. Dirigió el país con una concepción franquista, por ende autoritaria, y como no podría ser de otra manera, la emprendió contra la Universidad: las mentes estudiosas y libres no le convenían. Hizo entrar a las fuerzas militares y policiales a hacha y fuego (en la modernidad reemplazados por agresivos bastones) en todas las facultades.

El 29 de julio de 1966, un mes después del golpe militar indicado, la policía desalojó –con violencia– cinco facultades de la Universidad de Buenos Aires, siguiendo órdenes del dictador. Cuatrocientos estudiantes y docentes fueron detenidos: 1400 de ellos renunciarían poco después. Se había producido el vaciamiento intelectual de la Argentina…. 

“Ese 29 de julio era viernes. A las tres y media de la tarde, las radios difundieron el decreto ley 16.912: los rectores de las universidades se transformaban en interventores, es decir, delegados del Ministerio de Educación. Se prohibía toda actividad política y se anulaba el sistema de gobierno tripartito integrado por estudiantes, docentes y graduados. El decreto firmado por Onganía daba 48 horas de plazo a autoridades y profesores para aceptar; en caso contrario, los cargos serían considerados vacantes.”

El artículo 3 de dicho decreto 16.912 decía: “Los rectores o presidentes de las Universidades Nacionales y los decanos de sus respectivas Facultades ejercerán funciones administrativas, siendo sus actos provisionales, correspondiendo al Ministerio de Educación el ejercicio de las atribuciones reservadas por sus estatutos a los Consejos Superiores o Directivos”.

Grupos de estudiantes y profesores ocuparon 5 facultades: Arquitectura, Ciencias Exactas, Filosofía y Letras, Ingeniería y Medicina. Se usaron los bancos como barricadas, se cerraron los portones de acceso y algunas ventanas. La idea era resistir durante ese fin de semana.

Pero Onganía ordenó desalojar las facultades esa misma noche. Así ocurrió lo que tristemente se conocería en la historia argentina como “la noche de los bastones largos”. El jefe de la Policía Federal, general de brigada Mario Fonseca, cumplió la orden y envió a la Guardia de Infantería. Hubo gases lacrimógenos, bastonazos y 400 detenidos.

La represión más dura fue contra Ciencias Exactas, que funcionaba en Perú 222. Entre los heridos estaba el decano Rolando García, el vicedecano Manuel Sadosky, Carlos Varsavsky –quien dirigía el observatorio radiocósmico de La Plata– y el geólogo Félix González Bonorino. García y Sadosky denunciaron 200 detenidos.

También en Arquitectura hubo más de un centenar de detenidos, cuando la Policía invadió el edificio atacando a culatazos y con bastones de goma a las autoridades, alumnos y docentes. En Ingeniería, desalojaron a los consejeros de la facultad cuando estaban reunidos para definir su posición ante el decreto. En Filosofía y Letras, otros 200 estudiantes fueron desalojados por la Guardia de Infantería.

La única Facultad en donde se respetó a los intelectuales fue Medicina. Su Decano, Osvaldo Fustinoni, después de conseguir una tregua de quince minutos por parte de la policía, logró ser escuchado por los estudiantes, a pesar del caos que se había desarrollado, y consiguió que estos abandonaran la Facultad pacíficamente. Nadie fue lastimado físicamente ni en su dignidad. El Decano en persona custodió, desde la puerta, la salida de cada uno de los estudiantes, sin que nadie fuera molestado ni denigrado.

En una entrevista, Fustinoni relató de la siguiente manera el episodio: “Recuerdo ‘la noche de los bastones largos’. En la Facultad de Medicina conseguí que no apalearan a nadie porque me acompañó un comisario de apellido Ansulovich. Con él a mi lado, evitamos el mal trato. Me reuní en asamblea con los estudiantes y les aconsejé que salieran tranquilos porque de lo contrario no había garantías de evitar la violencia. Les hice comprender la gravedad de la situación y el criterio que se utilizaba para solucionar los inconvenientes. Por suerte me escucharon y eso evitó hechos que luego podríamos lamentar todos”.

No faltaron los ofrecimientos. En esa misma entrevista señala: “Se produce el movimiento revolucionario y asume el poder el general Onganía. La Universidad se pronuncia contra el movimiento y el general Onganía hace modificar el reglamento universitario transformando a los decanos en simples administradores. El ministro me solicita que permanezca en mi cargo y propone que queden también los doctores Marco Aurelio Risolía (Decano de la Facultad de Derecho) y asimismo Antonio Pires (Decano de la Facultad de Agronomía y Veterinaria) para que haya continuidad. Mi respuesta fue clara y precisa: ‘no me puedo quedar, usted me transforma en administrador y como me debo al claustro que me designó para esta función, no me quedaré’ ”.

“A continuación reuní a mis pares y les informé de mi decisión, así como los motivos de la misma.”

Algunos decanos tuvieron la misma suerte que Fustinoni con sus alumnos, como ocurrió con el de la Facultad de Ingeniería; otros no pudieron evitar los palazos, empujones y patadas que se distribuyeron a diestra y siniestra, también para los profesores y ayudantes.

Osvaldo Fustinoni renunció a su decanato el 2 de agosto de 1966.

En los considerandos de la renuncia, en una carta dirigida al entonces Ministro del Interior e interino de Educación, Dr. Enrique Martínez Paz, se lee:

“Atento a la opción establecida por la ley 16.912, pongo en conocimiento del señor Ministro que no acepto continuar en el ejercicio de mi cargo de Decano de la Facultad de Ciencias Médicas, por cuanto dicha ley modifica sustancialmente la que ha regido hasta ahora para el Gobierno de las Universidades Argentinas.

“Elegido en virtud de las disposiciones de dicho Estatuto, entiendo que no debo continuar en el desempeño de un cargo en el cual estuve comprometido moralmente, al cumplimiento estricto de sus disposiciones.

“En todo momento mi trayectoria demuestra que en el ejercicio de mi cargo sólo me ha guiado el bien entendido interés universitario o sea la mejor enseñanza por los mejores profesores para promover el auténtico progreso de nuestra Patria.

“Sólo deseo que Dios inspire acertadamente a las nuevas autoridades para que nuestras universidades no vean interrumpida su labor creadora y de investigación, dentro de normas de libertad académica, de autonomía y de respetuosa convivencia.

“Sin mas, saludo a Ud. Con mi consideración más distinguida,

Osvaldo Fustinoni.”

Vivimos actualmente una época de oscurecimiento –con dejos de “hemiplejía”– del pasado y de iconoclasia, que la juventud cree que es menester menospreciar en alas de nuevos ideales.

Pero no debemos olvidar que hay una inexorable ley biológica según la cual no se nace de la nada, ni se edifica en el aire, sino sobre firmes basamentos, y los fundamentos de un país son sus viejas tradiciones, sus glorias y sus derrotas, la continuidad de sus ideales, la obra de las generaciones pasadas y de las presentes, aunque estén ya en la ruta del ocaso.

Al evocar el triste episodio, y una actitud digna –a los 45 años de acontecidos–, pretendemos recordar nuestra historia que es –como afirma Cicerón– el testigo de los tiempos, la antorcha de la verdad, la vida de la memoria, el maestro de la vida y el mensajero de la antigüedad.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Pérgola F. “El decanato de Osvaldo Fustinoni en la Facultad de

Medicina de Buenos Aires.” Revista Medicina Internacional 7-8: 47-

64, 2001.

  1. Albano E. “Entrevista al Profesor Osvaldo Fustinoni: longevidad, una proyección al futuro.” Revista Fundación Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires 37: 26-38, 2000.
  2. “Un golpe muy duro contra la inteligencia: a 30 años de la noche de los bastones largos.” Diario Clarín, Educación: 2-5, 28 de julio de 1996.
  3. Maccagno A. “Premio Arco de Triunfo: el arquetipo de hoy.” Revista Fundación Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, Vol. X , Nº 37: 18-21, septiembre de 2000.
  4. Fustinoni JC. Mi Padre, Osvaldo Fustinoni. Editorial Dunken, Buenos Aires, 2010.

 

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