Una de las funciones indelegables de la educación, es la formación de ciudadanos con la capacidad de observación crítica de la realidad. Capacidad que les permitirá entender y analizar el mundo que los rodea; identificando causas, consecuencias; incorporando saberes que incluso les permita convertirse en agentes de transformación y de cambio.
No es el camino más sencillo, porque involucra , en primer término, la toma de conciencia de una realidad que nos golpea a diario, y en segundo lugar, la decisión de cambiar la lógica que guió los destinos de nuestro país durante demasiado tiempo. Enseñar determinados contenidos en la escuela nace de una decisión política. En ese sentido, explicar que la ocupación del territorio patagónico favoreció a unas escasas familias pertenecientes a la oligarquía agraria, y que el precio fue la muerte y el destierro de decenas de miles de habitantes originarios. Enseñar que en la Historia no hay “buenos” y “malos”, sino actores sociales que actúan en función de un determinado contexto y de determinados intereses. Mostrarles a los alumnos cuales fueron las consecuencias de la implementación de modelos económicos, políticos y sociales que convirtieron a nuestro país en el “granero del mundo”, mientras las potencias mundiales desarrollaban tecnología, ciencia e industria. Y que eso no era inevitable, sino que obedeció a la decisión de aquella clase dirigente. Explicar los riesgos de una economía dependiente de la producción de soja transgénica, sus riesgos, su impacto ambiental. Enseñar las bondades del trabajo cooperativo, en contraposición a la aplicación de un capitalismo salvaje que sólo obedece a la lógica del mercado. Todas estas cuestiones, y muchas otras, tienen como resultado la formación de alumnos con sentido crítico de la realidad.
Bajo el título “Inquietud de empresarios por textos escolares que los critican”, Francisco Olivera, en el diario “La Nación”, señalaba que decenas de dirigentes empresariales, reunidos en la Sociedad Rural, se mostraban preocupados por la elevación del salario mínimo, las futuras elecciones y los manuales escolares que no los trata como ellos quisieran. “Estamos preocupados por la educación”, expresó Jaime Campos, de la Asociación Empresaria Argentina. Así, según del Manual de Educación Ambiental, «los factores que favorecieron la instalación de este modelo agropecuario están relacionados con la concentración productiva y gerencial de las exportaciones agropecuarias (pools de siembra), favorecida por un marco legal propicio, y la oferta de nuevas tecnologías (semillas transgénicas, maquinaria, fertilizantes, pesticidas) para intensificar la producción en gran escala, en gran medida patentadas por empresas multinacionales». El texto consigna consecuencias sociales como «la falta de compromiso del productor (pool de siembra) con la planificación del uso de tierra y su conservación».
Otro de los desvelos del almuerzo literario de la Rural fue Saber es clave: política y ciudadanía, manual para 5° año de la provincia de Buenos Aires (Ed. Santillana). Se dijo allí, por ejemplo, que el modelo empresarial exaltado en los contenidos era el de las fábricas recuperadas, no el de la propiedad privada.
Son señales que indican que el camino es el correcto. Que a partir de la educación, otro país es posible
Mario Oporto, la respuesta oficial: http://www.lanacion.com.ar/1393277-por-la-asignacion-por-hijo-los-que-repiten-no-dejan-la-escuela?utm_source=newsletter&utm_medium=titulares&utm_campaign=NLCult