Ñ Digital publicó una entrevista con uno de los principales historiadores contemporáneos del tercer Reich, el inglés Richard Evans, de la universidad de Cambridge. Autor de la trilogía conformada por los títulos “La llegada del Tercer Reich” (Península, 2005), “El Tercer Reich en el poder, 1933-1939” (Península, 2007) y “El Tercer Reich en guerra (1939-1945)” (Península, 2011); Evans cita diarios, cartas y testimonios personales entre los retratos de la Historia en grande, oscilando entre el panorama geopolítico más amplio y las experiencias humanas individuales. A continuación, en un extracto de dicho reportaje, la inevitabilidad del nacionalsocialismo, la responsabilidad de la sociedad alemana, la fascinación por Hitler y la negación del Holocausto.
Me gustaría saber cómo evalúa usted estos dos postulados: que el nacional socialismo fue algo históricamente inevitable, por un lado; y que la población general alemana no tenía idea del genocidio.
Es muy difícil explicar las causas del triunfo del nacional socialismo sin hacerlo parecer como una inevitabilidad. No estoy seguro que me haya escapado de esta trampa. Pero sí intenté conseguir un equilibrio indicando que, sí, hubo una serie de factores que llevaron al nacional socialismo a triunfar en las elecciones a principios de los años 30, cuando consiguió un tercio del voto en las elecciones nacionales: por ejemplo la depresión económica, el miedo al comunismo, la humillación del Tratado de Versalles, el caos político y la violencia en las calles, el efecto del carisma de Hitler en sus discursos, etcétera. Pero por otro lado, intenté aclarar que no era inevitable que Hitler se convirtiera en Canciller imperial.
En cuanto a la población alemana en general, es interesante como a principios de 1930 mucha gente descontaba la violencia del nacional socialismo, por más que los Nazis estaban matando y encarcelando a miles de sus contrincantes en la mera calle; y ves a muchos alemanes conservadores de clase media diciendo “esto se va a calmar” o “es una lástima, pero pasará”. Creo que se fueron acostumbrando a la violencia y, una vez que comenzaron a sentir dudas por el tratamiento de los nazis a los judíos, ya estaban demasiado asustados para reaccionar.
¿Cómo explica la fascinación que sigue ejerciendo Hitler como figura casi mitológica, que se refleja en su protagonismo en obras de la cultura popular como novelas y películas?
Intento dirigirme a este tema al final del tercer volumen de mi historia. Hitler equivale al nazismo, y les resulta fácil a las personas identificar todo el nazismo con ese individuo. Creo que la fascinación es que los crímenes de los nazis crean preguntas muy serias de la moral humana en general que van más allá de la historia de Alemania. Nos hace reflexionar hasta sobre situaciones del mundo de hoy y la conducta de nuestras propias vidas. Creo que el nazismo fue la ideología más racista que haya existido nunca. Y hoy el racismo es un tema preocupante en el mundo; estudiar el nazismo resulta útil para entender el racismo porque es su manifestación más extrema. Creo que Hitler, como un dictador popular y todopoderoso que no fue afectado por la insatisfacción de muchas personas por algunos aspectos de su régimen –allí también provoca preguntas sobre la democracia, las dictaduras, sobre cuán lejos uno puede resistir las dictaduras, las aboliciones de libertades civiles… Todo el fenómeno del nazismo, simbolizado por Hitler, ejemplifica —en una forma muy aguda— muchos de los dilemas con los que nos tenemos que enfrentar hoy en el mundo.
¿Cuáles son las lecciones, entonces, del nazismo para el mundo de hoy?
Que tenemos que ser atentos al racismo y combatirlo en todas las formas que surgen; tener mucho cuidado en preservar las libertades civiles y pensar dos veces antes de aceptar que se limiten. Tenemos que mirar al nazismo y darnos cuenta de las formas en las que la propaganda nazi puede atrapar a la gente. Hay que tener en cuenta que lo que nos dicen los gobiernos no siempre es la verdad. Hay muchas lecciones. Lo que intento hacer en mi libro es mostrar cómo el nazismo y el tercer Reich no fue una película de Hollywood donde hay buenos por un lado y malos por otro, sino que la gente común y corriente tuvo que enfrentarse con dilemas complicados que no pudieron resolver en muchos casos. Es muy fácil criticar retrospectivamente, pero uno tiene que estar conciente de la amplia variedad del comportamiento humano y de las reacciones en el período nazi. Eso es lo que intenté demostrar en los tres libros: dar una visión más equilibrada y sofisticada para que no sean tan crédulos en el presente que vivimos. Es muy fácil hoy acusar a alguien de ser nazi, o decir de algo es como Auschwitz: Pero cuando tienes en cuenta el enorme horror que fueron esas cosas uno tiene que discriminar más a la hora de juzgar eventos contemporáneos.
Y, finalmente, ¿piensa que la negación del Holocausto es un fenómeno marginal, o algo que se puede convertir en un riesgo importante?
Antes que nada, es extremadamente ofensivo para muchas personas y creo que necesita ser combatida. Pero al mismo tiempo hay que tener cuidado de no darle demasiada prominencia, porque –finalmente– es un fenómeno marginal. Es importante para los neonazis, pero ellos son un fenómeno marginal. También lo es para ciertos islámicos radicales. Pero la negación del Holocausto es, en definitiva, mucho menos importante que temas actuales como la guerra en Afganistán, el papel de los estadounidenses en Irak… Es importante no prestarle excesiva atención –en el sentido de que si uno prohíbe la negación del Holocausto, lo haces ilegal y encarcelas a personas por eso entonces corres el riesgo de convertirlos en mártires por la libertad de expresión. Y si hay algo que no les interesa es la libertad de expresión.
Artículo completo:
One Response to EL NAZISMO Y LA MIRADA DE RICHARD EVANS