Proclamación de la Independencia del Perú
Con motivo de cumplirse el bicentenario de la emancipación americana, el diario El País publicó una serie de artículos relacionados con el origen de los nombres de los Estados independizados. Aquí, la síntesis del trabajo de Jesús A. Cosamalón acerca del nombre del Perú………
No existe una sola versión del origen del nombre del Perú en el virreinato, pero el distinguido historiador Raúl Porras Barrenechea sostuvo hace ya varias décadas que provenía de la corrupción lingüística de Birú o Virú, término que aparentemente designaba a un cacique de los territorios existentes al sur de Panamá y que tempranamente, desde la década de 1520, pasó a nombrar a los futuros territorios que conquistaría Francisco Pizarro. Una vez producida la negociación entre la corona y los expedicionarios, liderados por el mencionado Pizarro y Diego de Almagro, el nombre oficial de la gobernación fue el de Nueva Castilla, que no tuvo demasiada vigencia porque fue reemplazado en 1542 por el del Virreinato del Perú.
Una vez proclamada la independencia, a diferencia de otros casos, no se tuvo ninguna discusión acerca de la necesidad de cambiar el nombre del naciente país ni se debatió la pertinencia de variar el nombre de origen colonial. Es más, los documentos de la época transitan entre denominarse Virreinato del Perú, en julio de 1821, antes de la independencia, a República Peruana en 1823. En ese tránsito nadie propuso ningún cambio de nombre ni se cuestionó hasta qué punto la permanencia del vocablo Perú podía mostrar una peligrosa continuidad entre una etapa y la otra. Sin duda esta ausencia de discusión no resulta casual de ningún modo; por el contrario, expresa el complejo carácter de la gesta independentista en el Perú y la dificultad para definir qué tipo de ruptura con España se produjo y bajo qué proyecto político se desarrolló.
Como es conocido, una vez proclamada la independencia el proyecto negociado entre los miembros de la mayor parte de la élite limeña y las cabezas visibles del ejército libertador, don José de San Martín y su cuestionado asesor Bernardo Monteagudo, consistió en plantear una solución gradualista antes de llegar a la ansiada meta republicana. San Martín se nombró Protector del Perú, cargo interino que ejerció por medio de un Estatuto Provisorio que retomó varios artículos dela Constitución española de 1812, repuesta por el régimen colonial en 1820.
El nombre «Perú» cuenta con la ventaja de no hacer referencia a algún territorio o grupo indígena en concreto, es políticamente «neutro«, no puede ser reivindicado por nadie en particular y permite construir la continuidad entre el pasado colonial yla Independencia.
Un aspecto reiterado en las propuestas de la elite que proclamó la independencia es la necesidad de evitar una ruptura radical con el pasado, la cual podría dividir peligrosamente a los habitantes de la capital y ocasionar el desorden. Es en ese sentido que hay que entender la argumentación de la continuidad entre la monarquía incaica, la supuesta fidelidad monárquica de los indios y la monarquía constitucional como bases para sostener un proyecto gradualista de Independencia.
Derrotada la propuesta monárquico constitucional de San Martín su salida del Perú fue cuestión de tiempo. Se convocó finalmente al Congreso Constituyente para establecer en 1823 la primera constitución. Su salida, una vez instalado el Congreso, ocasionó una etapa de desconcierto pues la asamblea tuvo que asumir funciones ejecutivas de emergencia, utilizándose por primera vez el cargo de presidente del Perú a principios de 1823 en la figura de José dela Riva Agüero.El 12 de noviembre de 1823, con la ley que promulgóla Constitucióndel Perú firmada por José Bernardo de Tagle, «Presidente dela Repúblicaperuana nombrado por el Congreso Constituyente», se estableció la forma política del Perú, organizada bajo los principios republicanos de participación popular.
Jesús A. Cosamalón pertenece a la Pontificia Universidad Católica del Perú