La mayoría de las agrupaciones de izquierda que surgió en este período se constituyó en oposición a la «vieja izquierda«, representada fundamentalmente por el Partido Comunista, el Partido Socialista tradicional y los intelectuales cercanos a ellos. Históricamente, estos partidos habían nucleado a quienes bregaban por el socialismo. Al igual que en otras partes del mundo, esas estructuras partidarias recibieron el embate de la crítica y la ruptura generacional. En términos generales, podríamos decir que, a los ojos de las nuevas camadas de jóvenes revolucionarios, su dogmatismo, sus propuestas y sus discursos políticos resultaban cada vez más ajenos a la realidad local y a la urgencia de los tiempos.
Es en estos años que comienza a conformarse, entonces, un espacio político y cultural amplio de fronteras difusas que recibió el nombre de Nueva Izquierda. Es en este contexto que se produce una relectura del peronismo. ¿Cómo analizará esta nueva izquierda al movimiento de masas? …..
En principio, esta nueva izquierda se hizo eco -y fue, a su vez, parte- de los cuestionamientos que el modelo soviético y la política exterior de la URSS recibían en otras partes del mundo. Esto significó, además, cierta apertura o reconfiguración ideológica en la que un mayor diálogo con otras tradiciones, tanto culturales como políticas, resultó crucial. Dentro del marxismo, asumieron un mayor protagonismo los pensadores, ideólogos y líderes de procesos emancipatorios y/o revolucionarios del Tercer Mundo. Al mismo tiempo, se registró un acercamiento importante a tradiciones hasta entonces poco valoradas como, por ejemplo, el nacionalismo y el cristianismo. Otro aspecto crucial de la Nueva Izquierda en la Argentina fue la llamada «relectura del peronismo«. En efecto, la «vieja izquierda» había asumido una posición sumamente crítica frente al Gral. Juan D. Perón y el peronismo, caracterizándolos como «fascista», «neo nazi», o, en el mejor de los casos, «contrario a los verdaderos intereses de la clase obrera». En las elecciones de 1946 -que llevaron a Perón por primera vez a la presidencia-, tanto el Partido Comunista como el Socialista formaron parte de una coalición de fuerzas, de la que participaron también radicales, liberales y diversas fuerzas conservadoras, llamada Unión Democrática e impulsada por el entonces embajador norteamericano en la Argentina, Spruille Braden. Las prácticas autoritarias y represivas que, a su vez, el gobierno peronista mantuvo para con sus opositores, contribuyeron a un distanciamiento cada vez mayor entre izquierda y peronismo. Ahora, aquello que años atrás había sido catalogado por la «vieja izquierda» como la consecuencia de una manipulación absoluta de las masas era concebido como una identidad política sólida, única capaz de movilizar al movimiento obrero y a los sectores populares; y, finalmente, era posible ahora pensar al peronismo como un movimiento potencialmente revolucionario. Era, en definitiva, el movimiento ineludible a la hora de pensar en los actores que protagonizarían la transformación social. Finalmente, a diferencia del Partido Comunista o el Socialista, algunas expresiones dela Nueva Izquierda se mostraron más proclives a considerar la pertinencia y oportunidad de «la lucha armada como estrategia para la toma del poder».
Adaptado de: DE MEMORIA. Testimonios, textos y otras fuentes sobre el Terrorismo de Estado en Argentina. Vol. 1:La Primavera de los Pueblos. La movilización política y social de los tempranos setenta. Asociación Civil Memoria Abierta. Bs. As, Secretaría de Educación, Gobierno dela Ciudad de Buenos Aires. Asociación Civil Memoria Abierta, 2005.
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