por el Prof. Marcelo N. Musa
Hipólito Bouchard nació en 1780 en un pequeño pueblo de Francia. Desde que era un niño se sintió atraído por el mar y la navegación. Ya adolescente, se embarcó en una nave de guerra, en la que aprendió el oficio marinero.
Producida la Revolución de Mayo, Bouchard puso sus conocimientos navales a disposición de los gobiernos patrios. Peleó a las órdenes de San Martín en el Combate de San Lorenzo y de Guillermo Brown en aguas del Río dela Plata. Para facilitar la campaña de San Martín en Chile, Brown le encomendó la tarea de limpiar el Pacífico de naves españolas. Fue entonces que entre 1815 y 1816 hundió y apresó varias fragatas y atacó los puertos de Guayaquil y El Callao.
En 1817, abordo de la fragata La Argentina, y con patente de corso, Bouchard y sus hombres comenzaron un viaje de dos años y medio que los llevaría a dar la vuelta al mundo. Durante esa travesía, frustraron un embarco de esclavos en la isla de Madagascar, pelearon contra piratas malayos y atacaron las islas Filipinas. En las islas Hawai, Bouchard firmó un tratado de amistad con el rey Kamehameha I, quien reconoció la independencia argentina. Con la ayuda de cien marineros hawaianos, Bouchard prosiguió viaje y atacó varios puertos de California y América Central. Entre ellos el de Monterrey, en el que durante seis días flameó la bandera argentina.
En 1819, las naves de Bouchard se unieron a la flota que San Martín preparaba para atacar Lima. Una vez en Perú, San Martín lo puso al mando de una nave peruana. Sirvió en la marina de ese país hasta que se retiró, en 1829. Se dedicó entonces a administrar un ingenio azucarero en la ciudad de Nazca. Se cuenta que maltrataba tanto a sus esclavos, que en 1837 uno de ellos, cansado de sus abusos, lo asesinó.
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