El filósofo, escritor y pensador argentino José Pablo Feinmann, suscribe a la hipótesis que otorga a los condicionantes externos las causales de la Guerra de la Triple Alianza, también conocida como Guerra del Paraguay (1864/1870). Sabemos que la Historiografía oficial argentina, nacida del relato de Bartolomé Mitre, encuentra los motivos de tan sangriento conflicto en las actitudes despóticas del presidente paraguayo Francisco Solano López, colocando a la tarea llevada a cabo por el Ejército argentino, en el plano del civilizador que librará al país hermano de la ignominia de la dictadura y el atraso, introduciéndolos –de paso- dentro del sistema capitalista. ¿De qué manera?…..
Feinmann otorga a Gran Bretaña un rol decisivo en el conflicto. Recordemos que hacia la segunda mitad del siglo XIX, y en el marco de la segunda fase de la Revolución Industrial, se produce la llamada división internacional del trabajo, que divide al mundo en dos: en países industrializados y en países productores de materias primas. En ese esquema, el sur algodonero y esclavista estadounidense es funcional a la industria británica, otorgándole materia prima (el algodón) y comprándole manufactura. Pero en 1865 (9 de abril), el General sureño Lee rinde las tropas de la Confederación luego de la batalla de Appomattox. El Sur algodonero y esclavista queda devastado. El Norte industrialista de Lincoln lo derrotaba y Estados Unidos iniciaba su camino hacia el techo del mundo. ¿Dónde encontraría Gran Bretaña ahora su algodón? El Paraguay de Solano López sería la respuesta, pero para ello habría que destruir su naciente industria y orientar su producción al mercado externo, ya que el país mediterráneo no estaba incluido –por decisión propia- en el circuito del mercado mundial antes señalado.
Francisco Solano López
Citamos a Feinmann: “…los ingleses conocen cómo tratar a ese tipo de países que se obstinan en negarse a entrar en la senda de la civilización. (Nota: los ingleses no son los “malos” de esta historia. Son un Imperio y tienen que desempeñarse como tal. Los imperios son imperios. Habitualmente tienen modales sanguinarios. A veces, con mucha frecuencia, ejercen la diplomacia. O, como veremos en este caso, la astucia.) Tuvieron ese problema con China y abrieron sus puertas cerradas a cañonazos. Hay que hacer lo mismo con el Paraguay. Pero –deciden, y he aquí la gran astucia– no se tomarán ellos el trabajo de hacerlo. Pedro II, a quien se le dice “monarca tropical”, gobierna el vasto imperio del Brasil. También es un aliado fervoroso de Inglaterra. Su mano de hierro en América latina.”
Me detengo aquí para rescatar otro párrafo sin desperdicio de Feinmann, con el que plenamente coincido cuando traza un paralelismo entre lo hecho por Lincoln en el país del norte y Mitre en Argentina. Ambos expulsaron a los habitantes originarios de sus tierras, pero lo que hicieron con esas tierras fue bien diferente y marco el destino de ambos países.
“La única (y fundamental diferencia) entre Lincoln y Mitre es que el primero hizo un país, que las matanzas de indios se continuaban con la carretas de los colonos. Con el ferrocarril al Oeste. Que la industria era el centro de todo el desarrollo del país. Y la creación de un mercado consumidor. Mitre mató para Buenos Aires y luego Roca para diez familias que se repartieron la Patagonia. Estos son los motivos esenciales de las diferencias entre una potencia y un pequeño país hundido en un monocultivo que generó una clase ociosa. Lincoln hizo un gran país, Mitre una bella ciudad con palacetes franceses y un bello teatro de ópera.”
Los colonos en la Conquista del Oeste norteamericano
Las montoneras federales se unen a la “hermana República del Paraguay”. Este es otro motivo para la guerra (central para Feinmann) Paraguay debía ser derrotado porque era el último bastión rebelde contra la civilización de Buenos Aires. Y también porque alrededor de ese bastión se unían todas las montoneras federales que seguían peleando después de Pavón.
Tras el desastre de Curupaytí, Mitre regresa del frente para ocuparse de las montoneras federales. Aquí Feinmann se pregunta ¿Qué hubiera pasado si Urquiza no traicionaba a la Confederación? Recordemos que el líder entrerriano había sido el presidente de la Confederación Argentina, un proyecto alternativo a la hegemonía porteña. Proyecto que carecía del puerto de Buenos Aires pero que contaba con el de Paraná. Que contaba con intelectuales de la talla de Juan Bautista Alberdi, Carlos Guido Spano, Olegario Andrade, Miguel Navarro Viola y Juan María Gutiérrez entre tantos otros. Tenía tropas, armas y un pueblo que no quería desaparecer bajo la gula de los comerciantes porteños. Tenía, también, un enorme aliado: “la hermana República del Paraguay”. Por eso Paraguay también debía ser derrotado.
“En fin, el tema es altamente complejo. Si Mitre ya había tejido sus alianzas con Gran Bretaña tan fuertemente como para conseguir su respaldo, como para que el elegido fuera él, nada habría sido posible. Inglaterra diseñó todos los países que se formaron en el siglo XIX. Todos los que le importó al menos, que fueron la mayoría. Pero –volviendo al Paraguay– ¿se entiende ahora el interés de Mitre en su destrucción? Para Mitre, destruir al Paraguay era terminar con la cuestión político-militar interna de la Argentina. Porque el Paraguay era un país poderoso. Lo sabemos: el ejemplo de que un desarrollo autónomo en América latina era posible. ¿Lo era o el Paraguay terminó destruido porque no lo era? Fue un genocidio. (…) Brasil queda al frente de la guerra. Las matanzas son inenarrables. El Paraguay llega a pelear con niños a los que les pintan bigotes con carbón para que parezcan hombres. Los asesinan. Las madres piden que les permitan retirar los cuerpos. Les dicen que sí. Cuando lo intentan las matan. Se calculan muchas cifras de muertos. Ya sabemos que en estos casos las estadísticas son horribles. Unos dicen seiscientos mil. Otros un millón. Da lo mismo. La frialdad de las cifras paraliza. Uno no puede sentir nada. Horroriza más ver a un solo muerto que una estadística de cientos de miles. Lo cierto es que sólo quedan vivos doscientos mil paraguayos. Mujeres, ancianos y niños. Todos los hombres han sido asesinados. La población del país, antes de la guerra, se calculaba en un millón doscientos mil. Es sencillo deducir a cuántos mataron. Solano López resiste hasta el final. Lo matan en Cerro Corá. Alcanza a gritar: “¡Muero con mi patria!”. Tenía razón. Este genocidio sigue negado por la Argentina oficial. También los turcos –todavía– niegan el genocidio contra los armenios.”
Los procesos históricos son multicausales. Intrincados, complejos. No pueden ser vistos a través de un sola lectura. Coincido en muchos de los planteos aquí desarrollados. Son muy valiosos para poder empezar a entender. No temamos a miradas diferentes.
Artículo completo: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-206043-2012-10-21.html
2 Responses to ¿POR QUÉ OCURRIÓ LA GUERRA CON EL PARAGUAY? Intereses británicos y centralismo porteño