Los Estados Unidos eran colonia británica hacia fines del siglo XVIII, cuando el Parlamento inglés sancionó elevados impuestos al azúcar y al timbre, que afectaban directamente en la vida de los colonos, quienes en 1765 organizaron un Congreso con delegados de las nueve colonias. En dicho Congreso, se emitió una Declaración de Derechos en el que se negaban a acatar decisiones tomadas por un Parlamento en el que no estaban representados. Los impuestos fueron anulados, pero poco después la Corona inglesa estableció nuevos aranceles sobre el plomo, el vidrio, el té y el papel. La respuesta no se hizo esperar, los colonos empezaron a manifestarse contra las imposiciones inglesas y la Corona reaccionó intensificando el control militar y recortando algunas libertades civiles como el derecho de reunión. En ese estado de tensión, un grupo de manifestantes apedreó a un batallón inglés que respondió disparando contra la multitud. La llamada “masacre de Boston” de 1770 cobró la vida de cinco colonos y debilitó aún más la relación colonia/metrópoli. Tres años más tarde, cuando la Compañía Británica de las Indias Occidentales quiso introducir los primeros cargamentos de té sin pagar impuestos (según lo resuelto por la Tea Act), los barcos fueron abordados por colonos disfrazados de indígenas que arrojaron el té al mar.
LA INDEPENDENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS
En 1774 se reunió en Filadelfia un nuevo Congreso General de las colonias, lo que provocó el enojo del monarca inglés Jorge III quien envió más tropas. La guerra comenzó en 1776 cuando un contingente de milicianos coloniales venció en Lexington a un batallón inglés.
Un nuevo Congreso fue convocado, se designó a George Washington General de las tropas y aprobó la Declaración de la Independencia el 4 de julio de 1776. Tras cinco años de duros combates, el gobierno inglés decidió iniciar conversaciones de paz. Con la firma del Tratado de Versalles de 1783, Inglaterra reconoció la independencia de los Estados Unidos.
Organizados en un principio como una liga de Estados Independientes, los Estados Norteamericanos se reunieron en 1787 en una Convención Constituyente. La Constitución que allí se dictó, dispuso la creación de un sistema federal, con un gobierno central pero con Estados autónomos. Los poderes se dividían en: ejecutivo (presidente); legislativo (dos cámaras) y judicial. Este modelo ejerció en el futuro una gran influencia en las nacientes naciones latinoamericanas.