General José Félix Uriburu
El 6 de septiembre de 1930 un golpe de Estado cívico – militar derrocó al gobierno de Hipólito Yrigoyen. Uno de los líderes del movimiento golpista, el general José Félix Uriburu, se hizo cargo de la presidencia. Era un hecho inédito, porque conformaba el primer golpe de Estado en la historia argentina. Las causas del quiebre institucional fueron múltiples y marcaron la aparición del Ejército como fuerza política. A partir de entonces ya nada sería igual. La “proclama revolucionaria” decía:
El Ejército y la Armada de la Patria, respondiendo al calor unánime del pueblo de la Nación y a los propósitos perentorios que nos impone el deber de argentinos en esta hora solemne para el destino del país, han resuelto levantar su bandera para intimar a los hombres que han traicionado en el gobierno la confianza del pueblo y de la República el abandono inmediato de los cargos, que ya no ejercen para el bien común, sino para el logro de sus apetitos personales. Les notificamos categóricamente que ya no cuentan con el apoyo de las fuerzas armadas, cuyo objetivo primordial es defender el decoro personal, que ellos han comprometido, y que no habrá en nuestras filas un solo hombre que se levante frente a sus camaradas para defender una causa que se ha convertido en vergüenza de la Nación. Les notificamos también que no toleraremos que por maniobras y comunicaciones de última hora pretendan salvar a un gobierno repudiado por la opinión pública, ni mantener en el poder los residuos del conglomerado político que está estrangulando a la República.
El 10 de septiembre, tras un polémico reconocimiento de la Corte Suprema de Justicia, Uriburu fue reconocido como presidente. Como primeras medidas estableció el Estado de sitio e intervino los gobiernos provinciales. Despreciaba el sufragio universal establecido por la Ley Saenz Peña e intentó imponer un modelo fascista y corporativista. Sus métodos eran violentos y durante su gestión se impuso el uso de la picana eléctrica como método de tortura. Persiguió y encarceló a dirigentes opositores, especialmente a anarquistas (ordenó ejecutar, entre otros a Severino Di Giovanni), cercenó la libertad de prensa e intervino las universidades nacionales.
En 1931 llamó a elecciones en la provincia de Buenos Aires, intentando plesbicitar y legitimar su gestión al frente del ejecutivo. Pero la ciudadanía le dio la espalda otorgándole un rotundo triunfo a los candidatos de la Unión Cívica Radical (UCR). Anuló las elecciones pero no pudo controlar sus efectos. La ocasión fue aprovechada por otro de los ideólogos del golpe de septiembre, el general Agustín P. Justo, el que proclamó su candidatura para los próximos comicios presidenciales.
El tiempo de Uriburu llegaba así a su fín.