A fines del siglo V, Europa empieza a ser ocupada por pueblos germanos que aprovechan la creciente debilidad del Imperio romano de Occidente. Se los conoce con el nombre genérico de romanogermánicos porque adaptarán y fusionaran su cultura con la romana. No todos estos reinos siguieron la misma suerte. Algunos desaparecieron rápidamente y otros perduraron por siglos.
Uno de esos pueblos fueron los godos, divididos en godos del oeste (visigodos) y godos del este (ostrogodos). A pesar de tener una duración efímera, el reino de los ostrogodos influyó notablemente en su época, constituyéndose en un modelo para sus vecinos.
En el año 476, el Emperador Rómulo Augústulo, de tan sólo 14 años, fue destronado por Odoacro, jefe de un ejército de hérulos mercenarios al servicio de Roma. Odoacro se autoproclamó Rey de Italia, siendo reconocido por el emperador del Imperio romano de Oriente (1). Así se extinguió el imperio occidental y nació el reino de los Hérulos, de corta vida.
El emperador de Oriente decidió recuperar la península itálica y encomendó al rey de los ostrogodos, Teodorico reconquistarla para el Imperio. El ahora representante imperial, enfrentó y derrotó a Odoacro en el año 493, pero lejos de devolver Roma al poder del Imperio, instauró un reino ostrogodo independiente. Al finalizar el siglo v, ya nada quedaba del Imperio romano de Occidente. En su lugar, nuevos reinos se habían establecido: ostrogodos en Italia, francos en las Galias, anglosajones en las islas Británicas y visigodos en Hispania.
Teodorico fundó un importante reino en la península. Desde un primer momento tomó decisiones tendientes a legitimar su corona, que en realidad había obtenido aprovechándose de la autoridad que le había dado el emperador de Bizancio. Por eso se esforzó por mantener buenas relaciones con el Imperio. Eligió como colaboradores a nobles romanos y legisló asegurando los derechos de los sometidos. Por su fuerza militar, su habilidad política y su sabia prudencia en la toma de decisiones, se convirtió en referente de los otros reinos germanos. A pesar de ser arriano, Teodorico no persiguió a los católicos, tratando de unirlos a los ostrogodos.
En la última época de su reinado, empezó a desconfiar de algunos romanos que formaban parte de su corte. Los creía confabuladores imperiales que querían despojarlo de su reino. Las hostilidades contra la población romana crecieron y este estado de discordia fue aprovechado por un Imperio Bizantino que había recobrado su esplendor de la mano de su emperador, Justiniano.
Teodorico murió en 526 sin dejar descendencia y el reino ostrogodo se derrumbó rápidamente. Cuatro reyes se sucedieron en pocos años. Justiniano envió a la península a su general Belisario y luego a Narsés. Tras veinte años de lucha, la península itálica se transformó en una provincia agregada al Imperio de Oriente, dependiente de Constantinopla (553). Poco después (568) se produjo la invasión de los lombardos, pueblo germánico que ocupó el norte de Italia. Esta quedó dividida entonces en dos partes ya que en el sur y centro (exarcado de Ravena y Pentápolis) subsistió el dominio Bizantino.
(1) Cuando Teodosio el Grande dividió el Imperio romano entre sus dos hijos (395), la parte oriental del mismo correspondió a Arcadio. Este estableció su corte en Constantinopla y a partir de ese momento nació el Imperio romano de Oriente. La ciudad de Constantinopla fue fundada por el emperador Constantino en el año 326, en el mismo sitio que ocupara la antigua ciudad griega de Bizancio, de ahí que al Imperio romano de Oriente se le llame Imperio Bizantino o Bizancio.
- Bibliografía consultada: Romero, José Luis, La Edad Media, FCE, Bs. As. 1949.
- Ibañez, J.C, Historia I, Troquel, Bs. As., 1980.
- Imagen: https://es.wikipedia.org/wiki/Pueblo_ostrogodo