por el Prof. Alejandro H. Justiparán

El desempeño del sector industrial en el período de predominio de la economía agroexportadora ha sido objeto de múltiples estudios e investigaciones. La industrialización -proceso necesario para el desarrollo económico autónomo de un país- es una cuenta pendiente en Argentina, y la búsqueda de las causas de ese proceso trunco, un objetivo de las investigaciones de la Historia Económica. La interpretación tradicional sostenía que la crisis del modelo exportador primario había impulsado la industrialización por sustitución de importaciones hacia 1930, soslayando todo desarrollo previo. Esta mirada fue cuestionada por la corriente neoclásica, que proponía una imagen más gradual del desarrollo industrial, en un proceso que alcanzó un desarrollo significativo, mucho antes de la implementación de la sustitución de importaciones, desde fines del siglo XIX, y sin el amparo de políticas proteccionistas[1]. Ahora bien, más allá de las discusiones acerca del origen del proceso, ¿Por qué el desarrollo industrial argentino fue menos espectacular que en países con similares condiciones y circunstancias, como Australia y Canadá?
Un primer acercamiento al período es el de construir una periodización que permita encontrar homogeneidades en una actividad que es muy diversificada. Ubicaremos una primera etapa que transcurre entre 1880 y 1914, y una segunda que se extiende desde 1914 hasta 1930[2]. La etapa que inicia este período estuvo caracterizada por una industria que creció a una tasa cercana al 8% anual al ritmo de la actividad agroexportadora. La rama alimenticia fue la que más creció, de la mano de la producción de los frigoríficos, los ingenios azucareros, las bodegas y los molinos.