DESMONUMENTAR a COLÓN

Al margen de la polémica suscitada con el traslado del monumento a Cristóbal Colón emplazado tras la Casa de Gobierno argentino y de las quejas del gobierno de la ciudad acerca de la decisión del gobierno nacional de reemplazarlo por un monumento a Juana Azurduy, heroína de la independencia; resulta interesante pensar algunas de las reflexiones de Omar Estela, arquitecto, escultor y encargado de la curaduría del controvertido movimiento del citado monumento.

El sino de Cristóbal Colón es el de dar la espalda. Cuando llegó a Guanahani creyó que estaba en Asia, le dio la espalda a América. Y el monumento emplazado en Buenos Aires le da la espalda a la Ciudad, al país.” “Nos preguntamos lo que significa el monumento, lo que representa hoy y qué valor tiene su traslado”, Aquí es donde Estela define cuál es la diferencia entre un monumento y una escultura. “Los monumentos son panfletos, cumplen una función, están muy ligados al poder: pueden ser funcionales a la Iglesia Católica, al stalinismo. Una escultura es sólo una obra de arte.” Aclarado el punto, el curador afirma que el de Colón originalmente fue un monumento y no una escultura. “Fue realizado por Arnaldo Zocchi, dedicado a hacer monumentos por encargo”, “Lo que lo transforma en una obra artística es su ubicación: les está dando la espalda a la Ciudad y al país. Eso lo convierte en una escultura.”

Yo digo que el monumento a Colón es un monumento a la desheredad: un monumento a los hijos de una Madre Patria que hoy son negados por esa misma madre, que son tratados como extranjeros o expulsados. Retirarlo es profundizar esa herida, es un gesto más de alejamiento de Europa”, define Estela.

Con respecto a la estatua: “No podía estar más parado, estaba teniendo desprendimientos”, La pieza de mármol de Carrara, de seis metros de altura y 24 toneladas, no sólo había sufrido el rigor de la intemperie: tiene deterioros estructurales producidos por los impactos de bala de la Marina, en los bombardeos antiperonistas de junio de 1955, y el cimbronazo de una bomba que estalló en la base, en abril de 1987. “Tiene la boina partida, separada de la cabeza, y una fisura alrededor de ambos brazos”, cuentan los especialistas.

Un monumento es un exvoto, una ofrenda. En el caso de Colón, es una ofrenda que no es ingenua: como la Torre de los Ingleses o el Monumento de los Españoles, es una forma de marcar territorio, de decir que éste es un país que mira hacia Europa”, sentencia el arquitecto Estela.

Podría haber varias lecturas acerca de la posición del almirante con la vista perdida hacia el río: tal vez una manera de recibir a los inmigrantes, dicen algunos, o de mirar hacia su punto de partida colonizador, el Puerto de Palos. Para los integrantes del equipo, en cambio, “Colón tiene en sus manos el contrato comercial con la corona española que abrió el camino para su aventura, pero también una cruz, un símbolo de su acción evangelizadora: es un enviado de la civilización contra la barbarie”.

Ese punto de vista eurocéntrico, tan presente en Buenos Aires hace un siglo, sigue vigente hoy, no sólo en el ideario de algunos sectores sociales. Ese, por sí solo seria un buen tema de reflexión.

http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-224445-2013-07-14.html

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LAS ECONOMIAS EXTRACTIVAS LATINOAMERICANAS HOY

Dos interesantísimos artículos me han llegado de la edición Cono Sur de Le Monde Diplomatique referidos al actual auge de las economías extractivas en América Latina. comparto con ustedes sus principales conceptos.

En la última década, un nuevo consenso se ha extendido entre los gobiernos latinoamericanos. El eje de la economía ha pasado de la valorización financiera a la exportación de bienes primarios a gran escala. Para Maristella Svampa[1], este proceso acentúa la reprimarización de la economía y la desposesión social, y amenaza a las democracias. ¿Cómo y Por qué? Read more »

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¿HUBO UN PROYECTO DESINDUSTRIALIZADOR INTENCIONAL DURANTE EL PROCESO DE REORGANIZACIÓN NACIONAL?

Según una primera interpretación, el proyecto económico de la dictadura apuntó a destruir integralmente a la industria con el objeto de regresar ala Argentina agrícola anterior al peronismo y al yrigoyenismo. Reducir a la clase obrera, restaurar la supremacía de los negocios agrícolas y potenciar los negocios financieros en desmedro de los industriales. El problema de esta interpretación es que no contempla que entre los ganadores de la dictadura se encontraban algunas de las industrias más avanzadas del país, al tiempo que la política de atraso cambiario de Martínez de Hoz no favoreció al agro.

Una segunda visión –más reciente- utiliza el concepto de “desindustrialización selectiva”. El objetivo no era retroceder y abandonar un terreno que no podían dominar, sino imponerse en el terreno y crecer en su interior. Reducir indiscriminadamente a la industria hubiera implicado la autodestrucción de un sector de la burguesía perteneciente al “bloque civil” de la dictadura. Lo que en realidad se habrían propuesto era volver al curso industrial planteado por el Plan Pinedo de 1940: un crecimiento basado en industrias de bienes exportables que fijara límites a la sustitución de importaciones con el objeto de recuperar los mercados externos. Es decir, la continuidad del modelo de intercambio, ventajas comparativas y “crecimiento hacia afuera” en el mundo post-30.

La conducción de la dictadura estaría dispuesta a desmontar o transformar, apertura económica mediante, todo lo que había crecido a contrapelo de esos principios, con el agregado de que esta vez la “naturalización” de la economía conllevaría más que nunca a reconstruir la dominación patronal en las fábricas. La meta de la conducción política y económica no habría sido reducir de cualquier modo el número de obreros, sino en primer lugar, disciplinarlos mediante la coacción económica y extraeconómica. La reducción del número de obreros ocupados en la economía se concretaría combinando un ataque represivo y un golpe de gracia tecnológico estimulado por la apertura económica. Al mismo tiempo, se fomentaría la dispersión geográfica de los polos industriales mediante regímenes de promoción impositiva que alentaran el traslado de las plantas hacia las provincias menos pobladas del territorio nacional.

El discurso de Martínez de Hoz estuvo inspirado en las ideas hostiles a la economía keynesiana formuladas por Friedich von Hayek y Milton Friedman, los máximos ideólogos del neoliberalismo. Sin embargo, la dictadura argentina no aceptaría todos sus postulados. ¿Por qué?

En primer lugar, los militares eran reticentes a privatizar las empresas estatales. Las privatizaciones chocarían con el matriz nacionalista y desarrollista que pervivía en buena parte de las Fuerzas Armadas.

En segundo término, la corporación militar tampoco constituía el instrumento más adecuado para la aplicación de un programa monetarista basado en fuertes ajustes del gasto público, debido a que, lejos de reducir los gastos para desinflacionar la economía, necesitaba aumentarlos en rearme y obras públicas.

Fuente: SIRLIN, EZEQUIEL, La última dictadura (1976-1983), en Historia Argentina Contemporánea, Dialektik, Buenos Aires, 2012.

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LAVANDERÍAS EN LA ANTIGUA ROMA. Entre orines y soda.

Recorriendo espacios afines en Internet. Encontré en Historias de la Historia (una página muy recomendable) un interesantísimo artículo referido al funcionamiento de las lavanderías de la Antigua Roma. Según él, toda ciudad o colonia romana disponía de una o más fullonica, nuestra actual lavandería y tintorería. Se han hallado restos de estos negocios en Ostia, Barcino y Herculano, alguno de ellos como la de Stephanus en Pompeya en un excelente estado de conservación. Consistía en una tienda de lavado de ropa de hogar y vestimenta, algo nada relevante excepto por el modo en que se realizaba dicha limpieza antes del uso de sustancias químicas artificiales. El orín humano era la materia prima principal que se usaba en la balsa de enjuague (saltus fullonici), pues el amoniaco que contiene, conjugado con cal y cenizas como blanqueantes, conseguía extraer las manchas de las túnicas, togas y manteles de lana. Su obtención era curiosa, desde importado en ánforas de remotos lugares (el hispano era considerado el de mejor calidad) o recogido en las letrinas públicas e incluso, como en los actuales urinarios de un centro comercial, directamente desde las paredes de la fullonica donde había dispuestas medias ánforas perforadas en su base para que los transeúntes pudiesen aliviar sus vejigas paseando por el pórtico. En Pompeya pueden leerse letreros en las paredes que invitan a hacerlo. Estos orines se mezclaban en las ánforas con las cenizas y la cal y se vertían después en las balsas donde los esclavos se encargarían de enjuagar las telas como si de un lagar se tratase, pisando las prendas e impregnándolas con la pestilente pero detergente emulsión de soda y orines.

El proceso era muy sencillo: tras una breve inspección de las prendas y realizados los remiendos y composturas pertinentes, eran echadas a la balsa para el intenso pisoteo de los esclavos. Una vez las manchas habían desaparecido, las prendas eran llevadas a una balsa exterior más grande, llamada lacuna fullonica, donde se enjuagaban con agua de lluvia recogida en el impluvio, se escurrían y después se tendían al sol, perfumándolas con esencias herbales y florales una vez secas por unas pocas monedas más para los clientes más acomodados. Con el tiempo, el servicio se hizo caro, especialmente después que el Emperador Vespasiano impuso un tributo sobre la orina humana.

En Pompeya se han encontrado restos de al menos once fullonicas. También se han localizado en la ciudad de Ostia tres grandes y dos menores, y en Barcino, actual Barcelona, donde se conservan en el Museo de la Ciudad de Barcelona,  cuatro estancias del siglo II con una pileta para el lavado y una pila para el aclarado.

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MURIÓ VIDELA, PRESO, CONDENADO y REPUDIADO.

Murió Jorge Rafael Videla. Murió preso, condenado y repudiado. El dictador, principal brazo ejecutor del terrorismo de Estado en todo el país entre 1976 y 1983, murió a los 87 años en la cárcel de Marcos Paz de muerte natural. No tuvieron la misma suerte las miles de víctimas, en su mayoría jóvenes, que ordenó secuestrar, torturar, asesinar y tirar al mar para ocultar sus cuerpos. Estaba preso en el pabellón 6 del módulo IV de Marcos Paz.

Videla había sido designado comandante en jefe del Ejército el 27 de agosto de 1975. El 24 de marzo de 1976 a la una de la mañana la asonada encabezada por Videla por el Ejército, Emilio Eduardo Massera por la Armada y Orlando Agosti por la Fuerza Aérea derrocó a la debilitada presidenta María Estela Martínez de Perón. Las Fuerzas Armadas tomaron el poder y pusieron en práctica un plan siatemático para asesinar a militantes políticos, gremialistas, estudiantes y todo aquel que fuera necesario para impartir el terror en la población e imponer el modelo económico que reclamaba el establishment y que diseñó José Alfredo Martínez de Hoz. Para eso, con la Doctrina de Seguridad Nacional norteamericana y la Escuela Francesa de la guerra de Argelia como sostén y el apoyo espiritual de la Iglesia, se montaron centros clandestinos de detención, tortura y exterminio y se decidió ocultar los cuerpos de las víctimas.

En 1985, en el Juicio a las Juntas, Videla fue condenado a prisión perpetua por 66 homicidios doblemente calificados, cuatro torturas seguidas de muerte, 93 tormentos, 306 privaciones ilegales de la libertad y 26 robos. Estuvo preso hasta 1990, cuando a través de dos decretos, el entonces presidente Carlos Menem lo indultó. El 9 de junio de 1998 Videla volvió a prisión, acusado de ser responsable de apropiación de niños, hijos de desaparecidos. Videla estuvo 38 días en la Cárcel de Caseros, después se fue a su casa con el beneficio del arresto domiciliario hasta 2008, cuando fue llevado a Campo de Mayo.

Después de la anulación de las leyes de punto final y obediencia debida y los indultos se abrieron en todo el país decenas de procesos contra el dictador. El 22 de diciembre de 2010 fue condenado a perpetua por los crímenes cometidos en la Unidad Penitenciaria 1 de Córdoba, entre ellos, el asesinato de 31 presos políticos. En julio del año pasado recibió 50 años por su responsabilidad en la sustracción, retención y ocultamiento de menores, hijos de desaparecidos, aquellos delitos por los que había vuelto a prisión catorce años antes. Sin embargo, la única condena confirmada por la Corte Suprema es la de 1985. Su última aparición pública fue esta misma semana, al negarse a declarar en el juicio en el que se investigan los delitos del Plan Cóndor, la acción de coordinación represiva entre las dictaduras del Cono Sur.

Videla no será enterrado con honores porque fue destituido del Ejército y porque en 2009 la ministra Nilda Garré dispuso que los militares involucrados en delitos de lesa humanidad fueran excluidos de los discursos oficiales y fanfarrias. No hubo grandes emociones ante su muerte, sí una ola de repudio por lo que hizo en vida. Más ante la posible existencia de otros que se acerquen a los valores que él encarnó.

Si Videla hubiera muerto como Pinochet, en su casa y sin haber sido condenado, no habría alivio. Que haya muerto preso en una cárcel común habla muy bien de nuestra democracia. Recurro a José Pablo Feinmann.

Videla es el núcleo íntimo de nuestro miedo. El secreto terror que todos llevamos en sí. Es nuestra perfecta idea del mal. De la ausencia o de la despreocupación de Dios. O, peor, de su complicidad con ese mal. Ese núcleo íntimo de terror que dejó en nosotros nos dice día a día que volverá. Que el mal es la esencia más determinante de este mundo y entonces él, que era el mal, retornará, de una u otra forma. Alguien aparecerá otra vez para ser Videla. Pero hay en nosotros y en muchos más otro núcleo y ese núcleo es el de nuestro amor por la vida y por la justicia y por las causas justas. Desde ese núcleo –que día a día crece en nosotros y seguirá creciendo– impediremos ese regreso tan indeseado, que no sólo es la perversa esencia de toda perversión, sino también del mal, de la muerte.

Cobertura periodística:

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-220302-2013-05-18.html

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-220303-2013-05-18.html

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-220296-2013-05-18.html

http://www.lanacion.com.ar/1583224-videla-pertenece-al-septimo-circulo-el-de-los-violentos

http://www.lanacion.com.ar/1583211-videla-el-simbolo-de-la-dictadura-murio-en-la-prision

http://www.lanacion.com.ar/1583240-del-poder-sin-limites-al-final-en-una-carcel

http://www.clarin.com/politica/rostro-regimen-secuestro-torturo-asesino_0_921507968.html

http://www.clarin.com/opinion/Videla-murio-acabo-cultura-autoritaria_0_921507957.html

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LA REVOLUCIÓN NORTEAMERICANA

Los Estados Unidos eran colonia británica hacia fines del siglo XVIII, cuando el Parlamento inglés sancionó elevados impuestos al azúcar y al timbre, que afectaban directamente en la vida de los colonos, quienes en 1765 organizaron un Congreso con delegados de las nueve colonias. En dicho Congreso, se emitió una Declaración de Derechos en el que se negaban a acatar decisiones tomadas por un Parlamento en el que no estaban representados. Los impuestos fueron anulados, pero poco después la Corona inglesa estableció nuevos aranceles sobre el plomo, el vidrio, el té y el papel. La respuesta no se hizo esperar, los colonos empezaron a manifestarse contra las imposiciones inglesas y la  Corona reaccionó intensificando el control militar y recortando algunas libertades civiles como el derecho de reunión. En ese estado de tensión, un grupo de manifestantes apedreó a un batallón inglés que respondió disparando contra la multitud. La llamada “masacre de Boston” de 1770 cobró la vida de cinco colonos y debilitó aún más la relación colonia/metrópoli. Tres años más tarde, cuando la Compañía Británica de las Indias Occidentales quiso introducir los primeros cargamentos de té sin pagar impuestos (según lo resuelto por la Tea Act), los barcos fueron abordados por colonos disfrazados de indígenas que arrojaron el té al mar.

 LA INDEPENDENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS

En 1774 se reunió en Filadelfia un nuevo Congreso General de las colonias, lo que provocó el enojo del monarca inglés Jorge III quien envió más tropas. La guerra comenzó en 1776 cuando un contingente de milicianos coloniales venció en Lexington a un batallón inglés.

Un nuevo Congreso fue convocado, se designó a George Washington General de las tropas y aprobó la Declaración de la Independencia el 4 de julio de 1776. Tras cinco años de duros combates, el gobierno inglés decidió iniciar conversaciones de paz. Con la firma del Tratado de Versalles de 1783, Inglaterra reconoció la independencia de los Estados Unidos.

Organizados en un principio como una liga de Estados Independientes, los Estados Norteamericanos se reunieron en 1787 en una Convención Constituyente. La Constitución que allí se dictó, dispuso la creación de un sistema federal, con un gobierno central pero con Estados autónomos. Los poderes se dividían en: ejecutivo (presidente); legislativo (dos cámaras) y judicial. Este modelo ejerció en el futuro una gran influencia en las nacientes naciones latinoamericanas.

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CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA

TOMA DE LA BASTILLA, SÍMBOLO DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA

Como en todo proceso histórico, muchas fueron las causas que provocaron la Revolución Francesa. Entre ellas podemos destacar:

a)      El año de 1789 fue muy crítico económicamente. Malas cosechas, falta de alimentos y una importante crisis financiera causada por los gastos ocasionados por la ayuda francesa a los norteamericanos en su guerra contra Inglaterra por la independencia. Los franceses proporcionaron armas y dinero a los rebeldes desde el comienzo de la guerra. La revolución estadounidense demostró a muchos europeos que los derechos del hombre, las ideas de libertad e igualdad, la soberanía popular, la libertad de religión, de pensamiento y de expresión y la separación de poderes eran posibles.

b)      Tras siglos de monarquía Absoluta, la burguesía reclamaba más participación política, acceso a los cargos de gobierno e injerencia en las decisiones del Estado. A la burguesía pertenecían los comerciantes, industriales y banqueros y que se beneficiaron con la prosperidad económica a partir de 1730. a esta clase pertenecían también los abogados, médicos y escritores. Buscaban seguridad y una mejor posición social y se sentían excluidos de los privilegios políticos y sociales que tenían los nobles.

c)      Los privilegios de la nobleza ya resultaban insostenibles, especialmente en un contexto de crisis como la que se estaba viviendo. El campesinado ya no soportaba que los nobles tuvieran la exclusividad de la caza y de la pesca o  que cobraran por el uso de los molinos. Los nobles conservaban también el derecho de cazar en las tierras de los campesinos.

d)      Las ideas de los pensadores de la Ilustración debilitaron las bases del Antiguo Régimen, porque cuestionaban a la Monarquía Absoluta y al origen divino de los reyes, proponiendo división de poderes (Montesquieu) y soberanía popular (Rousseau).

La Revolución, una vez en marcha, será irrefrenable y provocará cambios en todos los aspectos, ya sean políticos, sociales y económicos. Será un proceso complejo, que se extenderá hasta la caída de Napoleón (1815) y que dejará su huella no sólo en Europa, sino también en América.

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PLAYA GIRÓN

En la madrugada del 15 de abril de 1961, aviones de combate camuflados como si fueran cubanos bombardearon los principales aeropuertos militares de Cuba. Las agencias noticiosas norteamericanas informaban que se trataba de una sublevación de la fuerza aérea “de Castro” y el embajador de Estados Unidos ante la ONU, Adlai Stevenson, intentó –sin éxito-  que el Consejo de Seguridad de ese organismo emitiera una resolución autorizando la intervención de Estados Unidos para “normalizar” la situación en la isla. el propósito de tomar una cabeza de playa, formar un gobierno provisional y buscar el apoyo de la OEA y el reconocimiento de la comunidad internacional.

El bombardeo fue seguido –dos días después- por el desembarco en Bahía de Cochinos de una brigada mercenaria que había sido preparada durante un año por la CIA y el Pentágono. ¿El objetivo? Precipitar un “cambio de régimen”. En marzo de 1960 –apenas transcurrido poco más de un año del triunfo de la Revolución Cubana– el entonces presidente estadounidense Dwight Eisenhower había firmado una orden ejecutiva dando vía libre para desencadenar una campaña terrorista en contra de Cuba y su Revolución. Bajo el amparo oficial de este programa se organizó –ya durante la presidencia de John F. Kennedy– el reclutamiento de unos mil quinientos hombres dispuestos a participar de la inminente invasión.

El plan consistía en apoderarse de unos 70 kilómetros de playa en la Bahía de los Cochinos y había armamentos preparados para los 30.000 opositores que –se calculaba– iban a unirse a la invasión. Kennedy ordenó cesar los bombardeos el Día D y a esto se atribuye la derrota que desembocó en la muerte de más de 100 invasores y la prisión de otros 1200. La acción acabó en fracaso en menos de 65 horas, fue completamente aplastada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) de Cuba.

Luego de la derrota sufrida por el ejército invasor reclutado, organizado, entrenado, armado y financiado por los Estados Unidos, los prisioneros que habían sido capturados por las milicias revolucionarias cubanas fueron devueltos a los Estados Unidos. Allí fueron recibidos y homenajeados por el entonces presidente John F. Kennedy, para luego invitarlos a integrarse al ejército norteamericano, cosa que fue aceptada por gran parte de ellos. La derrota de la invasión, lejos de aplacar al imperio, exacerbó aún más el enfrentamiento: la respuesta fue la preparación de un nuevo plan, Operación Mangosta, que contemplaba la realización de numerosos atentados y sabotajes tendientes a desarticular la producción, destruir cosechas, incendiar cañaverales, obstaculizar el transporte marítimo y el abastecimiento de la isla y amedrentar a los eventuales compradores de productos cubanos, especialmente el níquel. Al día siguiente del bombardeo aéreo, en el homenaje que el pueblo de Cuba rendía a sus víctimas, Fidel proclamaría el carácter socialista dela Revolución Cubana.Y el 19 de abril, en Playa Girón, se libraría el combate decisivo que culminaría con la primera derrota militar del imperialismo en tierras americanas. La camarilla contrarrevolucionaria estaba a la espera en Miami, presta para trasladarse a Cuba una vez que los invasores controlasen por 72 horas una “zona liberada” que les permitiera constituirse como “gobierno provisional” y desde allí solicitar el reconocimiento de la Casa Blanca  y la OEA. Pasaron más de 50 años y parece que todavía siguen esperando.

Fuentes:

http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-166709-2011-04-21.html

http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-166392-2011-04-16.html

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HISTORIAS DEL HORROR. Centro de detención clandestino de «La Perla».

La última dictadura en la Argentina dejó tras de si un manto de sangre y de violencia ejercida desde el Estado. Los juicios por lesa humanidad que aún se están realizando en nuestro país, desnudan a partir de los testimonios orales las atrocidades cometidas. Estamos viviendo un momento de excepción en el que los asesinos del pasado están en el banquillo de los acusados, gozando de todos los derechos y garantías que ellos mismos privaron a sus víctimas. Hemos ya asistido a historias del horror vivido, pero no por ello dejamos aún de sorprendernos y conmovernos.

El arriero José Julián Solanille, de 83 años, sólo encontró en su vocabulario de campesino insultos y descalificaciones para retratar a los autores de las torturas y el asesinato de cientos de personas; para describir los hedores de los cuerpos quemados, las fosas repletas de cadáveres y los aullidos de los prisioneros de La Perla (unos de los cientos centros clandestinos de detención). Un sitio que distaba,  “a unos 500 metros” de donde se encontraba su propia casa.`Extraemos parte de su relato publicado por Página 12.

A principios de 1976 –arrancó– yo vivía ahí con mi mujer y mis seis hijos ahí cerquita de la cárcel de La Perla. Desde el 24 de marzo lo que ya venía viendo empeoró: se llenó de gente la cárcel y empezaron los gritos todas las noches. Desgarradores gritos todas las noches, señor juez. Mi mujer tenía miedo, se quería ir de ahí. Pero yo no sabía dónde ir, dónde si ahí tenía trabajo. Ahí es cuando empecé a ver lo que estos atorrantes, sinvergüenzas, hijos de mala madre estaban haciendo.”

Entre los imputados, Solanille reconoció a Luciano Benjamín Menéndez, a quien dijo haberle “tenido aprecio alguna vez”, ya que le calzó uno que otro caballo; al “Nabo” Ernesto Barreiro; al “capitán (Exequiel) Acosta”, alias “Rulo”; a Pedro Vergez, alias “Vargas”, y a Luis Manzanelli.

Estaba con otro compañero en la Loma del Torito. Habíamos visto la fosa cavada. Unos cuatro metros por cuatro. Tenían a toda la gente en dos filas. No sé, eran muchas personas. Como cien. Algunos vestidos, otros totalmente desnudos. Estaba Menéndez. El había llegado en un (Ford) Falcon blanco. Yo lo había visto. Sabía que se venía algo grande. Y ahí estaba, con su fusil. No lo vi disparar. Pero él dio la orden. La gente estaba encapuchada o vendada o tenían unos anteojos… Los que no tenían nada, los que podían ver, gritaban. Unos hasta corrieron. Pero los mataron por la espalda. Ahí nos rajamos con mi amigo. Estábamos cagados de miedo. Nos habíamos arrastrado hasta arriba de la loma, pero bajamos corriendo. Después se ve que los quemaron. Tiraron explosivos. El humo con ese olor espantoso se vino para mi casa. Era insoportable. Mi mujer y mis hijos se quejaban. Era horrible.”

Solanille contó que días después pasó por el lugar y vio que habían tapado la fosa: “Se ve que estaba muy llena, porque sobró mucha tierra”. También recordó cuando una perrita que tenía comenzó a llevar a la cucha “huesos chiquitos, cabecitas muy chiquitas...”. Allí se quebró. Se cubrió los ojos celestes con una de sus manos y sollozó: “Perdónenme abuelas, pero la perrita traía manitos, bracitos, batitas celestes y rosas…

Solanille recordó también la vez que uno de sus terneros cayó en un pozo y lo rescataron con otro campesino y unos soldados: “Tenía más de 18 metros. El animalito estaba parado. Pero alrededor había muchos cuerpos. Era espantoso. Salía un olor horrible. Había mucha gente muerta. Cabezas, piernas, brazos retorcidos, una chica con el pelo despeinado, para adelante… Sacamos el ternero. Un olor bárbaro tenía… Cuando volvimos después con los jueces y la Conadep, costó encontrar ese pozo, porque le habían hecho una loza de material arriba, y habían construido una casa cerca. Pero yo sé bien que ahí abajo estaba el pozo donde se cayó el ternero”.

El hombre dijo haber contado “más de doscientos pozos”, algunos grandes, otros más chicos. Todas tumbas. “Eran tumbas porque tiraban a la gente adentro y siempre sobraba tierra. A veces los enterraban tan mal que las lluvias lavaban el terreno y salían los huesos… Entonces los animales los agarraban. Los llevaban a mi rancho… Además el olor. Quemaban los pozos y, cuando había viento norte, el humo con ese olor de cristianos quemados llenaba mi casa. Con mi mujer discutíamos. Yo me había vuelto casi loco. Tanto que me fui a dormir a un rancho más adentro del campo para no tener tantos problemas. Ni una sola noche desde que vi todo eso me he podido olvidar de La Perla”, soltó. Y de nuevo los insultos “a estos vándalos, atorrantes, asesinos”.

Solanille dejó casi sin preguntas a la defensa. Tan contundentes fueron sus dichos, a pesar de que, como era previsible, se intentó aducir “su pérdida de memoria por la edad”. Una afirmación que hizo sonreír a más de uno en la sala, considerando la minuciosidad de su relato.

Menéndez lo contemplaba, aún, doblado sobre sí mismo. La cara descompuesta, escuchando al único testigo que lo vio haciendo lo que todos saben que hizo y que el ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército no niega: dirigir y ordenar la tortura y la matanza de cientos de personas en el campo de concentración más grande que ha existido en Córdoba. El de Solanille ha sido uno de los testimonios más terribles y definitivos de los que se han escuchado en lo que va de este juicio.

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EL ANTIGUO RÉGIMEN, Francia antes de la Revolución

Caricatura que representa los tres Estados antes de la Revolución.

En la segunda mitad del Siglo XVIII, mientras en Inglaterra se iniciaba la Revolución Industrial bajo el auspicio de una Monarquía Parlamentaria, en Francia la situación era diametralmente diferente. Seguía siendo un país netamente agrícola y la Monarquía Absoluta gozaba de buena salud. A esa Francia previa a la revolución de 1789 se la conoce con el nombre de «Antiguo Régimen».

La sociedad francesa se dividía en tres Estados o Estamentos (Sociedad estamental) que tenían diferente condición jurídica:

1) EL PRIMER ESTADO, compuesto por el alto y bajo Clero (Iglesia).

2) EL SEGUNDO ESTADO, integrado por la nobleza.

3) EL TERCER ESTADO, formado por campesinos, trabajadores urbanos y burgueses, todos integrantes del PUEBLO.

Los dos primeros Estados eran grupos privilegiados, no pagaban impuestos y prácticamente no tenian ninguna obligación. por el otro lado, el tercer Estado, que comprendía al 98% de la población,  era el que mantenía, a través del pago de impuestos, a los otros dos estamentos. ya dijimos que la forma de gobierno era la Monarquía Absoluta, de origen divino y que prevalecía sobre todas las instituciones del reino. Todo este sistema político y social tradicional, va a ser modificado cuando se produzca la Revolución Francesa.

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PACTO NEOCOLONIAL EN LATINOAMERICA. Capitales e inversión

Hemos visto que en el marco de la 2da Fase de la Revolución Industrial, Latinoamérica ingresa en el mercado mundial como exportador de productos agropecuarios, dentro de un “nuevo Pacto colonial” o Pacto Neocolonial, en el que las potencias no sólo compran las materias primas latinoamericanas, sino que vuelcan aquí sus numerosos productos (manufacturas de origen industrial). Para que este nuevo Pacto se lleve a cabo, necesitará de algunos elementos.

a) Explicamos como se implementó el modelo agroexportador.

b) Vimos que sucedió con la propiedad y el uso de la tierra una vez implantado el nuevo modelo.

c) Vimos que pasó con la mano de obra.

d) ¿Y los capitales necesarios para llevar adelante el modelo?

CAPITALES e INVERSIONES

El impulso a la producción exportadora provocó, a su vez, el mejoramiento y la ampliación de la red de transportes que permitieran llevar los productos exportables hasta los puntos de salida. En este sentido, la expansión de los ferrocarriles fue decisiva. Cuba y México fueron los primeros en inaugurar una línea férrea en la década de 1830, y en la segunda mitad del siglo la extensión de la red fue vertiginosa en la mayoría de los países, generalmente adoptando un diseño que conectaba las zonas productivas con los puertos exportadores.

También en pocos años se transformó la infraestructura de los puertos, y creció y se diversificó notablemente el sistema financiero y comercial; surgieron o se expandieron también empresas ligadas al almacenamiento y procesamiento de los productos primarios. Fue especialmente en las ciudades portuarias y en las capitales administrativas donde se produjeron las mayores novedades, que implicaron por ejemplo la aparición de nuevos medios de transporte urbano como el tranvía y más adelante el subterráneo, o la extensión de los servicios públicos de electricidad, gas, y obras sanitarias, entre otros.

Toda esta expansión requirió de fuertes inversiones de capital, buena parte de las cuales provinieron del exterior. En este sentido, se dio de hecho cierto reparto de tareas entre los capitales de origen local y aquellos que empezaron a fluir desde los países centrales. Las familias terratenientes que desde tiempos coloniales controlaban buena parte de la tierra vieron y aprovecharon la oportunidad de incrementar sus propiedades y con ello su participación en el negocio de la exportación; como vimos, esto se dio quitando las tierras de las comunidades o de la Iglesia, o como beneficiarios privilegiados del reparto de los territorios conquistados por la fuerza a los indios  y de la distribución de los terrenos estatales baldíos. Pero al mismo tiempo, para los capitales europeos o norteamericanos esta transformación era una gran oportunidad para invertir obteniendo suculentas ganancias, en general con una tasa de beneficio mayor que la podían lograr en sus propios países. Esta búsqueda de negocios rentables por capitales externos no fue objetada por las elites locales: por el contrario, ellas las recibieron gustosamente como un complemento necesario para su propia expansión productiva, ya que se dirigían a actividades en las que ellas preferían no arriesgar su dinero. En principio, fueron los capitales ingleses, y en menor medida franceses y alemanes, los que empezaron a fluir en magnitudes inéditas hacia distintos puntos de América Latina, en particular hacia los países de América del Sur; el capital norteamericano comenzará a sumarse al juego más tardíamente (sobre todo a partir dela Primera Guerra Mundial), pero ya a fines del siglo XIX llegaban importantes inversiones a algunos países, particularmente a México.

Las clases dominantes latinoamericanas siguieron controlando así la mayor parte de la inversión en la esfera de la producción, sobre todo en el sector agrario, a partir de su control sobre la propiedad de la tierra. Sin embargo, hubo algunos productos que atrajeron un fuerte interés de los capitales externos, los que lograron predominar en algunas zonas: se trata, por un lado, de la producción minera, y por el otro de las plantaciones de productos tropicales como el azúcar o el banano. Se consolidaron así algunos núcleos de producción-exportación en los que la presencia de capital extranjero fue dominante. Por otro lado, el capital externo resultó claramente predominante en el sistema financiero (aparecieron sucursales de bancos europeos en las principales ciudades), en los puertos, en las empresas procesadoras de productos para la exportación (por ejemplo frigoríficos) y en las compañías comercializadoras. Un rubro en el que la presencia de capitales extranjeros se hizo especialmente presente fue en el de los préstamos otorgados a los estados latinoamericanos: éstos se acostumbraron a contar con ese financiamiento externo, y la “deuda externa” comenzó a llegar para quedarse.

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LA ÚLTIMA DICTADURA EN ARGENTINA

El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas dieron un nuevo golpe de Estado en la Argentina. Derrocaron a María Estela Martínez, presidenta constitucional desde julio de 1974 tras la muerte de su esposo y presidente, Juan Domingo Perón, con quien en 1973 había compartido la fórmula en calidad de vicepresidenta. Así la Junta Militar se erigió como máxima autoridad del Estado atribuyéndose la capacidad de fijar las directivas generales del gobierno, y designar y reemplazar a la presidenta y a todos los otros funcionarios. El golpe fue recibido con aceptación, pasividad, indiferencia y hasta naturalidad por amplios sectores de la sociedad, ya que estos no eran una novedad en la historia nacional: se trataba del sexto golpe militar en el siglo, pero éste tendría características inéditas. La violencia política ejercida desde el Estado contra todo actor que fuera considerado una amenaza o desafiara al poder fue una característica recurrente en la historia argentina. Sin embargo, la expresión “terrorismo de Estado” sólo se utiliza para hacer referencia al último de ellos.

El autodenominado Proceso de Reorganización Nacional implicó un “salto cualitativo” con respecto a los otros golpes militares, porque la dictadura de 1976 hizo uso de un particular ejercicio de la violencia política: la diseminación del terror en todo el cuerpo social. Además, lo que singularizó a la última dictadura fue un hecho que ninguno de los regímenes previos practicó: la desaparición sistemática de personas. Esto es: ciudadanos que resultaron víctimas de secuestros, torturas y muertes en centros clandestinos de detención desplegados a lo largo de todo el país, cuyos cuerpos no fueron entregados a sus deudos. La dictadura pretendió borrar el nombre y la historia de sus víctimas, privando a sus familiares y también a toda la comunidad, de la posibilidad de hacer un duelo frente a la pérdida. Llegó inclusive a robar la identidad a los hijos de sus víctimas, apropiándose de ellos y asesinando a sus padres Para desarrollar este modelo represivo, el Estado actuó en forma ilegal y clandestina: dividió el país en zonas operativas para organizar la represión, instalaciones públicas y privadas fueron transformadas en centros clandestinos de detención, mientras que a partir del golpe la dictadura dictó una serie de medidas que consolidaban un estado de excepción que les otorgaba la suma del poder público: disolución de los partidos políticos y sindicatos, prohibición de la actividad política y cesantías en los cargos, entre otras medidas. De este modo, un Estado ilegal y subterráneo convivía y se retroalimentaba con lo que había quedado del legal. Así, por ejemplo, las presentaciones de habeas corpus (una institución jurídica que garantiza la libertad personal del individuo, con el fin de evitar los arrestos y detenciones arbitrarias) no eran consideradas por las autoridades militares o policiales, lo que a su vez bastaba para que las autoridades judiciales denegaran el pedido de los ciudadanos. La dictadura invadía con su violencia y arbitrariedad todos los planos de la vida cotidiana.

La puesta en marcha de los centros clandestinos de detención según sostiene la politóloga argentina Pilar Calveiro en su libro Poder y desaparición, se explica por el desarrollo de una cruel “pedagogía” que tenía a toda la sociedad como destinataria de un único mensaje: el miedo, la parálisis y la ruptura del lazo social. El miedo se diseminaba desde los centros clandestinos de detención por todo el tejido social.

Los alcances y las formas de la represión estuvieron directamente relacionadas con la voluntad de un profundo e irreversible disciplinamiento puesto en marcha a partir del vínculo que las Fuerzas Armadas establecieron con sectores económicos y sociales afines. Más estratégicamente, el golpe militar y los sectores que lo acompañaron buscaron la reestructuración económica y social de la Argentina. Para ello, debía desaparecer el modelo de Estado intervencionista que había caracterizado la política argentina desde la década de 1930, y que alcanzó su momento de mayor equidad distributiva durante el primer peronismo. En la visión de José Alfredo Martínez de Hoz, ministro de Economía de la dictadura, el “mercado” regularía la economía, el “libre juego de la oferta y la demanda” era el instrumento más eficaz para la asignación de recursos y la satisfacción de necesidades. La pequeña y mediana industria fue desmantelada en beneficio de los sectores agroexportadores  e industriales organizados en torno a los grandes grupos económicos. Se eliminaron las medidas protectoras a la industria nacional, afectándola gravemente frente a los productos importados. Predominó la valorización del capital financiero por sobre el capital productivo, abriéndose un proceso de fuerte especulación financiera. La reestructuración económica fue acompañada por las políticas represivas dirigidas sobre la clase obrera y sus organizaciones sindicales.

Fuente: Ministerio de Educación de la Nación. Educación y Memoria.

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PACTO NEOCOLONIAL en LATINOAMÉRICA. ORIGEN de la MANO de OBRA

Hemos visto en recientes artículos que he publicado, que en el marco de la 2da Fase de la Revolución Industrial, tiene lugar la “División Internacional del Trabajo”, que divide al mundo en productores de materias primas y en fabricantes de manufacturas. Latinoamérica ingresa entonces en el mercado mundial como exportador de productos agropecuarios, dentro de un “nuevo Pacto colonial” o “Pacto Neocolonial”, en el que las potencias no sólo compran las materias primas latinoamericanas, sino que vuelcan aquí sus numerosos productos (manufacturas de origen industrial). Para que este nuevo Pacto se lleve a cabo, necesitará de algunos elementos.

a) Explicamos como se implementó el modelo agroexportador.

b) Vimos que sucedió con la propiedad y el uso de la tierra una vez implantado el nuevo modelo.

c) Veamos ahora que pasó con la mano de obra.

El reclutamiento de mano de obra

¿De dónde saldría la mano de obra que el avance de la producción exportadora requería en magnitudes crecientes? Este fue un desafío importante para el desarrollo del modelo agroexportador que se resolvió de distintas maneras según las regiones.

En ciertos casos, la necesidad de mano de obra fue cubierta a través de la llegada de cientos de miles de inmigrantes extranjeros, sobre todo europeos, que entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX transformarían las estructuras demográficas de Argentina y Uruguay y de regiones enteras de Brasil. En Argentina y Uruguay las estructuras heredadas del orden colonial hicieron inevitable esa opción: no había allí una población campesina movilizable para la producción como en los países andinos y de América Central. Eran las “tierras vacías”, cuyos ocupantes indígenas, cazadores-recolectores dispersos y móviles en amplios territorios, no estaban culturalmente preparados para convertirse fácilmente en trabajadores rurales. Los territorios ocupados luego de su expulsión y exterminio fueron entonces poblados de inmigrantes que vinieron a trabajar como peones, o en el mejor de los casos como colonos o arrendatarios. El efecto demográfico de esta inmigración masiva ya era evidente a comienzos del siglo XX, cuando las sociedades de Argentina y Uruguay podían verse a sí mismas como mucho más parecidas a las de los países europeos que a las de sus vecinos latinoamericanos.

En el sur de Brasil se dio un proceso de las mismas características, y en las zonas cafetaleras del centro del país, especialmente en Sao Paulo, la afluencia masiva de inmigrantes vino a reemplazar a la mano de obra esclava que había nutrido las plantaciones desde la época colonial. En efecto, cuando la esclavitud fue abolida en 1889, en plena expansión de la producción cafetalera para el mercado europeo, si bien muchos ex esclavos se reciclaron como trabajadores asalariados o como precarios colonos, la demanda creciente de mano de obra fue cubierta por inmigrantes que llegaron también por centenas de miles. No ocurrió lo mismo en las regiones del nordeste brasileño, donde la producción azucarera no pasaba por su mejor momento, y donde la mano de obra provino predominantemente de antiguos esclavos o campesinos nativos. Esto se reflejó en poco tiempo en la consolidación de una composición demográfica dual, donde el centro sur mestizo y blanco contrastaría con los estados nordestinos en los que la población continuó siendo fundamentalmente de origen afroamericano.

En los países andinos, y en buena parte de México y América Central, donde existía una todavía muy significativa población campesina de composición básicamente indígena, fue ella la que proveyó la mano de obra necesaria para la expansión productiva. En principio las haciendas apelaron a intensificar los viejos mecanismos de coerción vigentes desde la época colonial, pero progresivamente se fue imponiendo la contratación de trabajadores libres a cambio de un salario. Esto fue posible en la medida en que las comunidades campesinas iban perdiendo gran parte de sus tierras por el proceso descripto en el apartado anterior, lo que obligaba a sus habitantes a vender su fuerza de trabajo a las haciendas cercanas para poder subsistir. Muchos campesinos de las comunidades migraron definitivamente a las tierras privadas para convertirse en peones permanentes; otros siguieron viviendo en sus comunidades pero tendieron cada vez más a buscar trabajo como asalariados temporales en las haciendas. Algo similar ocurrió con los dueños o arrendatarios de pequeñas propiedades, quienes en la medida en que se vieron acorralados por la expansión y la competencia de los latifundios debieron convertirse en peones permanentes o temporarios de estos últimos.

Fuente: Carpetas docentes de Historia.  FaHCE-UNLP

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CÓMO IMPACTÓ EL PACTO NEOCOLONIAL EN LA PROPIEDAD y EL USO DE LA TIERRA

Hemos visto en el artículo anterior, que en Latinoamérica la segunda etapa colonialista se manifiesta a mediados del XIX, cuando Europa estaba en pleno proceso de Revolución Industrial. Se genera así un “nuevo Pacto colonial” o “Pacto Neocolonial”, en el que las potencias no sólo compran las materias primas latinoamericanas, sino que vuelcan aquí sus numerosos productos (manufacturas de origen industrial). El continente ingresa así al nuevo mercado mundial, en el marco de la 2da Fase de la RevoluciónIndustrial, formando parte del proceso denominado “División Internacional del Trabajo”.

a) Explicamos como se implementó el modelo agroexportador.

b) Veamos ahora que sucedió con la propiedad y el uso de la tierra una vez implantado el nuevo modelo.

La posibilidad de producir alimentos para la exportación transformó aceleradamente las estructuras agrarias latinoamericanas. Por un lado, muchas haciendas o estancias de propiedad privada que antes producían para pequeños mercados locales comenzaron a expandir su producción, sea para dedicarse directamente a la exportación, o para atender la también creciente demanda de las ciudades cercanas; se fueron convirtiendo así en verdaderas “empresas capitalistas”, en las que la búsqueda y ampliación constante de la ganancia pasó a ser el objetivo central. Pero, lo que es más importante, el nuevo impulso a la producción trajo consigo un fuerte avance sobre aquellas tierras que todavía permanecían al margen de la explotación con fines comerciales.

En las regiones donde subsistían tierras ocupadas por pueblos originarios nómades, los Estados llevaron adelante campañas militares con el objetivo de integrarlas al territorio productivo.  Luego, estas tierras fueron distribuidas por distintos mecanismos entre nuevos propietarios que rápidamente las convirtieron en estancias ganaderas o en haciendas agrícolas. Esto significó en general el exterminio liso y llano de buena parte de esos pueblos indígenas, que la historia oficial presentó durante mucho tiempo como el avance de la “civilización” sobre la “barbarie” ocultando así el verdadero genocidio cometido. El caso más emblemático en este sentido fue la denominada “campaña al desierto” que, encabezada en su etapa final por el Gral Julio Roca, ocupó en pocos años todo el territorio del centro y sur de la Argentina dejándolo a disposición del avance de la propiedad privada. No es casual que este proceso se haya completado en 1879: la demanda externa tornaba mucho más apetecibles las tierras, acelerando el interés por su apropiación privada y poniendo fin a largas décadas en las que el avance de la frontera había sido lento e inestable. Fenómenos similares se dieron en el sur de Chile, donde la población araucana fue sometida a partir de 1880, y en el norte de México, donde los indios yaquis fueron desplazados o exterminados durante el gobierno de Porfirio Díaz.

En otras regiones el proceso equivalente se dio a través del rápido avance de las haciendas agrícolas o ganaderas sobre las tierras de las comunidades indígenas y de la Iglesia. En estos casos, el proceso se vio impulsado y facilitado por disposiciones legales, conocidas como “reformas liberales”, que se fueron imponiendo en los distintos países desde mediados del siglo XIX. El fundamento “liberal” de estas leyes se basaba en la idea de que la tierra debía ser productiva y que la única garantía para ello era la propiedad privada individual y su puesta en vinculación con el mercado. Las tierras en poder de las comunidades eran consideradas, en este sentido, un atraso, una rémora de la sociedad tradicional, un obstáculo para el progreso, al igual que las tierras de la Iglesia; frente a la propiedad colectiva o corporativa (rasgo compartido por comunidades y tierras eclesiásticas) debía imponerse la apropiación y explotación individual, supuesta garantía de “emprendimiento” y explotación “racional” maximizadora.

De todos modos, si ésta fue claramente la tendencia general en América Latina, el proceso tuvo distintos ritmos y modalidades según los países y las regiones. En algunas zonas las comunidades campesinas negociaron o aceptaron la “venta” de sus tierras sin poner resistencia. En otras hubo un enfrentamiento contundente al avance de las haciendas, dando lugar a conflictos sostenidos. Si en algunas regiones las comunidades indígenas desaparecieron definitivamente, en otras lograron subsistir aunque muy menguadas en sus recursos: perdieron buena parte de sus tierras, y sobre todo el acceso al agua y a los mejores suelos, persistiendo como núcleos cultural y territorialmente definidos aunque cada vez más integrados al sistema económico nacional y en consecuencia, cada vez más explotados y empobrecidos. Esta persistencia de comunidades campesinas que, aun acorraladas, conservaban su identidad colectiva, seguirá dando origen a acciones de resistencia que en algunos casos cobraron una intensidad particular y formaron parte fundamental del proceso político de las primeras décadas del siglo XX: la revolución mexicana es un claro ejemplo en ese sentido. En algunos países –siendo Bolivia y Guatemala los ejemplos más contundentes, y en menor medida Ecuador y Perú– los campesinos de origen indígena seguirían siendo una parte numéricamente muy significativa de la población durante todo el siglo XX, dando a sus sociedades un perfil dual, en las que persiste la coexistencia de lenguajes y costumbres europeos y autóctonos y en las que la cuestión étnica constituye una dimensión central de la vida política.

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EL PACTO NEOCOLONIAL EN LATINOAMÉRICA

En 1880 –años más, años menos- el avance en casi toda Hispanoamérica de una economía primaria y exportadora significa la sustitución finalmente consumada del pacto colonial impuesto por las metrópolis ibéricas por uno nuevo.” Así comienza el historiador argentino Tulio Halperín Donghi el capítulo cinco de su “Historia Contemporánea de América Latina”. Se refiere así al nuevo “pacto” económico que los países latinoamericanos van a llevar adelante con las potencias mundiales. En un primer momento, a partir del siglo XVI, las metrópolis ibéricas (España y Portugal) nos imponen un Pacto colonial en el que se destaca la extracción de metales preciosos y la imposición de un régimen monopólico (sólo podíamos comprarle y venderle a ellos). En esta etapa, los países impusieron su cultura, su religión e implementaron diferentes tipos de trabajos forzados. De estas colonias se extraían diferentes productos (oro, plata, azúcar, café, tabaco, etc) que tenían como destino las metrópolis europeas. A esta etapa de explotación le siguió el período de independencias latinoamericanas, en la primera mitad del siglo XIX (entre 1810 y 1825). Ya hemos visto que en estas primeras décadas de emancipación las economías locales conservaban prácticamente los mismos rasgos heredados de la dominación española y portuguesa, e incluso había sufrido cierto retroceso debido a las guerras de independencia.

La segunda etapa colonialista se manifiesta a mediados del XIX, cuando Europa estaba en pleno proceso de Revolución Industrial. Se genera así un “nuevo Pacto colonial” o “Pacto Neocolonial”, en el que las potencias no sólo compran las materias primas latinoamericanas, sino que vuelcan aquí sus numerosos productos (manufacturas de origen industrial). Latinoamérica ingresa así al nuevo mercado mundial, en el marco de la 2da Fase de la Revolución Industrial, formando parte del proceso denominado “División Internacional del Trabajo”.

Pero para que se establezca esta relación –claramente desigual- se hace necesario crear intereses locales en los países dominados, con el objetivo de constituir elites dirigentes que se vean favorecidos por el nuevo intercambio. La asociación de intereses entre los gobiernos de las potencias centrales y algunos sectores residentes en América es lo que se denomina Pacto colonial. Así como en el primer pacto, existieron sectores que se vieron favorecidos por el monopolio comercial español y se enriquecieron y fueron partícipes del sistema; en el nuevo pacto colonial (neocolonial) también existieron elites dirigentes relacionadas con el mercado externo que favorecieron su instalación.

En este nuevo sistema implantado, podemos encontrar diferentes elementos constitutivos:

a)      Instalación del modelo agroexportador.

b)      La propiedad y el uso de la tierra.

c)      La mano de obra.

d)      Capitales, inversiones e infraestructura.

e)      Producción.

 Analizaremos aquí el primero de los elementos, para luego, en próximas entregas, poder desarrollar al resto….

 La consolidación del modelo agro-minero exportador

El panorama que se acaba de describir se vio vertiginosa y profundamente transformado durante la segunda mitad del siglo XIX. Tal es así que luego de esta “gran transformación”, hacia 1900, prácticamente no quedaba rincón alguno de América Latina que no estuviera directa o indirectamente involucrado en una economía capitalista, donde la apropiación privada de los recursos naturales, la inversión y la obtención de ganancias, y el trabajo dependiente asalariado, se habían convertido en la regla. Dentro de este panorama, la producción de materias primas y alimentos para la exportación se había expandido notablemente convirtiéndose en el motor dinámico del crecimiento económico en una magnitud muy superior a la que caracterizaba a aquellos núcleos exportadores heredados de la época colonial.

Esta orientación de las economías latinoamericanas se explica en el marco de una economía mundial integrada –una primera versión de lo que hoy se denomina “globalización”- basada en lo que los analistas definirían como una “división internacional del trabajo”; en ella los países centrales o desarrollados lograrían posicionarse como productores de productos industriales que en parte exportarían a los países periféricos mientras que estos últimos se especializaban en la producción y exportación de materias primas y alimentos. En América Latina esta integración económica más plena se dio sobre la base de la existencia de los vínculos previos establecidos desde los tiempos del orden colonial español y portugués. Roto el lazo colonial, la vinculación económica se dará entre estados formalmente autónomos, sin recurrir a nuevas formas de ocupación como las que al mismo tiempo se daban en Asia y África, si bien habrá en más de una oportunidad intervenciones políticas y hasta militares.

En esta nueva etapa, América latina pasará a convertirse cada vez más decididamente en zona reservada a la influencia británica, y a constituirse en escenario de la lucha entre influencias viejas y nuevas. Esta lucha se dará en un continente que no sólo es dependiente de los productos manufacturados extranjeros, sino también cada vez más dependiente financieramente de los capitales y las inversiones extranjeras.

«Durante este período. (1880-1930) se da, en general, el debilitamiento de las clases altas terratenientes frente a los emisarios de las economías metropolitanas. Esto va acompañado del surgimiento de clases medias urbanas, cada vez más exigentes, y un incipiente proletariado surgidos de una economía más moderna. Las consecuencias de estas presiones es un proceso de democratización; este se da mediante el sufragio universal en Argentina, Uruguay y Chile, o revolucionariamente como en México. Esta democratización no choca con el orden neocolonial, se da dentro de él y es por eso que la crisis de 1930 afecta a todos: democráticos y autoritarios.» (Halperín Donghi).

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

-Carpetas docentes de Historia. FaHCE-UNLP

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– HALPERIN DONGUI, Tulio; Historia contemporánea de América Latina.

– GALLEGO, Marisa y otros; Historia Latinoamericana 1700/2005, Maipue, Bs. As., 2007.

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