HISTORIAS DEL HORROR. La dictadura y los vuelos de la muerte.

Ex conscriptos de la base donde funcionó el centro clandestino La Cueva, durrante la dictadura argentina (1976/1983) declararon que los vuelos se hacían con un avión Albatros de la Armada. Algunas personas subían vivas y maniatadas. Otras ya muertas y embolsadas. “El avión se desplazaba despacito por la pista y… Read more »

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PRIMERA JUNTA DE GOBIERNO ¿Qué pasó después del 25 de mayo de 1810?

El 25 de mayo de 1810 se había formado un nuevo gobierno. Comenzaba una nueva etapa del proceso revolucionario que tendrá su culminación en 1816 con la declaración de nuestra independencia. Fueron años difíciles con muchos problemas para afrontar y resolver.

La solemne ceremonia del juramento se efectuó a las tres de la tarde, la autoridad del virrey había caducado definitivamente, y la Junta Provisional Gubernativa, se trasladó al Fuerte, en medio del entusiasmo popular. Muy pronto, comenzó a manifestarse la oposición del Cabildo (institución colonial española), de la Audiencia y del ex-virrey, esperanzados en el pronto retorno al régimen anterior, confiados en que los diputados provinciales se pronunciarían contra la Junta (recordemos que esta última era de carácter provisorio).

Con el evidente propósito de controlar al nuevo gobierno, el Cabildo impuso a la recién creada Junta un reglamento. Dicho documento figura en el Acta del 25 y en sus considerandos más importantes sostiene:

a) otorgar al nuevo gobierno un carácter provisional y sometido al Cabildo.

b) Reafirmar la autoridad suprema de don Fernando VII.

c) Consultar inmediatamente a las Intendencias del Virreinato con el fin de formar una junta general que reemplace a la provisoria.

d) Reconocerle al Cabildo la facultad de destituir a los miembros de la Junta en caso de que faltasen a sus deberes.

De acuerdo con lo dispuesto en el reglamento, los diputados del Interior no debían incorporarse a la Junta Gobernativa, sino formar un organismo separado.

Invitación al interior

Una de las primeras medidas de la Junta recién formada, fue enviar el 27 de mayo de 1810 una circular a los gobiernos provinciales pidiéndole que designaran diputados para un Congreso que se reuniría en Buenos Aires para redactar una constitución y determinar la forma de gobierno. Recordemos que la Junta pretendía, con esta convocatoria, lograr la legitimidad necesaria para regir los destinos del antiguo territorio virreinal.

Cornelio Saavedra, líder militar de la revolución, y presidente de la Junta, representaba a los sectores más tradicionales de la sociedad colonial porteña, que se conformaban con un cambio de gobierno que garantizara la libertad de comercio y que no modifique la situación social y económica que había dejado la dominación española. Claramente estaba de acuerdo con la convocatoria a los pueblos del interior, en la seguridad que encontraria en sus representantes -de claro corte conservador- el apoyo necesario a su proyecto político.

Mariano Moreno fue el motor de la revolución en marcha. Desde su cargo de secretario de la Junta impulso medidas innovadoras y trató difundir los ideales revolucionarios y sus proyectos políticos innovadores a través de La Gaceta, periódico fundado por él el 7 de Junio de 1810. representaba a los sectores más revolucionarios que querían algo más que un cambio de gobierno. Se proponía modificar la economía y la sociedad heredadas del virreinato. A diferencia de Saavedra, se oponía de manera terminante a la convocatoria de los pueblos del Interior, sabiendo que no se sumarían a su proyecto revolucionario.

Expansión y resistencia

La Revolución había triunfado en Buenos Aires pero no en todo el virreinato.  En el interior los españoles conservaban su poder e influencias en varias provincias y representaban una clara amenaza para el proceso revolucionario En Córdoba se produjo un levantamiento contrarrevolucionario de ex funcionarios españoles encabezado por Liniers (héroe de la Reconquista). El movimiento fue rápidamente derrotado por las fuerzas patriotas al mando de Francisco Ortíz de Ocampo y Juan José Castelli. Liniers y sus compañeros fueron detenidos y fusilados el 26 de agosto de 1810. Córdoba fue pacificada y Juan Martín de Pueyrredón designado gobernador Intendente.

La primera victoria patriota

El ejército patriota a las órdenes de González Balcarce, con Castelli en el cargo de representante de la Junta, avanzó hacia el norte, pero al penetrar en territorio altoperuano, el enemigo lo rechazó en Cotagaita. Envalentonados por el éxito, las tropas realistas iniciaron la persecución de los criollos. Pero las fuerzas patriotas al mando de Balcarce y Castelli – que habían obtenido refuerzos- obtienen en Suipacha el 7 de Noviembre de 1810 la primera victoria frente a los españoles que les permitió avanzar hacia la rica zona minera de Potosí, ocuparla e instalar un gobierno revolucionario dirigido por Juan José Castelli.

El ejército prosiguió su avance hasta acampar en la margen sur del rio Desaguadero, donde Castelli aceptó negociar una tregua de 40 días con el jefe español Goyeneche. El armisticio no se cumplió y las tropas realistas derrotaron a las patriotas en Huaqui. Como consecuencia, las provincias del Alto Perú se perdieron definitivamente para la causa patriota.

Buenos Aires y el interior

La libertad económica impuesta por la Revolución beneficiaba a Buenos Aires que básicamente producía artículos para exportar (cuero, tasajo y sebo) y podía darse el lujo de importar todos los productos que necesitaba pero perjudicaba a las industrias del interior que no podían competir con los precios de los productos de la Revolución Industrial. De ahí que el resto del país no viviera a la revolución con el mismo entusiasmo que Buenos Aires.

La aduana de Buenos Aires se convirtió en la principal fuente de recaudación del Estado y en el centro de las disputas entre la capital y el interior. Era además una poderosa arma política desde donde podía decidirse qué productos, libros y maquinarias importadas podían llegar a las provincias.

A comienzos de junio de 1810, llegó a Buenos Aires la noticia sobre la instalación del Consejo de Regencia, en Cádiz. La Audiencia rápidamente reconoció la legalidad de aquel gobierno (representaba al Rey preso), juró fidelidad y obediencia y comunicó a las autoridades del Interior que imitaran su actitud, no sin antes ordenar a la Junta  que procediera al juramento del citado Consejo. Moreno rechazó el reconocimiento y aprovechó la circunstancia para manifestar a la Audiencia el malestar con que la Junta observaba el proceder opositor de este tribunal.

Ante el curso de los sucesos, el 22 de junio la Junta citó en el Fuerte a Cisneros y a los Oidores de la Audiencia, informándoles que debían abandonar el territorio y partir hacia las Islas Canarias. La Junta pasó luego a designar a los reemplazantes de los oidores expulsados. El Cabildo se sumó a los incidentes y dispuso que si en el término de seis meses, los diputados del Interior no se sumaban a la Junta, nombrarían a una nueva. La labor contrarrevolucionaria del Cabildo no cesó, hasta que a mediados de octubre, la Junta destituyó a sus cabildantes y designó a sus reemplazantes.

El 27 de junio, al mes de la circular anterior, el gobierno de Buenos Aires envió otra circular, exhortando a funcionarios y al pueblo a reconocer a la Junta y anunciaba castigos ejemplares a los rebeldes. Era una clara respuesta a la rebelión en Córdoba y el Alto Perú y a la difícil situación en Paraguay y Montevideo.

Ya habian llegado a Buenos Aires algunos diputados. el interior acudió al llamado porteño porque compartía en parte los ideales emancipadores y democráticos y porque se había abatido a la antigua clase dominante. Pero, en general, los enviados provinciales, debido a su arraigada mentalidad colonial y su sentimiento localista, se oponían al pensamiento y a la acción de la minoría ilustrada y centralista de Buenos Aires.

El pueblo debió soportar un estado de guerra permanente a partir de 1810. Las familias se veían en serias dificultades porque la mayoría de los hombres se incorporaban a los cuerpos militares. La guerra era la prioridad de los primeros gobiernos patrios y los gastos militares se llevaban la mayor parte del presupuesto. Los soldados de los ejércitos patriotas, provenientes de los sectores populares, llevaban una vida muy sacrificada. Pasaban años sin ver a sus familias, y meses sin cobrar sus sueldos enfrentaban al enemigo arriesgando permanentemente sus vidas.

Decreto del 6 de diciembre


El 5 de Diciembre de 1810 se celebró el triunfo de Suipacha en el regimiento de Patricios. Uno de los asistentes, un poco alcoholizado, el capitán Atanasio Duarte, propuso un brindis «por el primer Rey y Emperador de América, Don Cornelio Saavedra» (jefe del regimiento) y le ofreció una corona de azúcar que adornaba una torta a doña Saturnina, la esposa de Saavedra.

Al enterarse del episodio el secretario Moreno decretó el destierro de Atanasio Duarte diciendo que «… un habitante de Buenos Aires ni ebrio ni dormido debe tener expresiones contra la libertad de su país»; prohibió todo brindis o aclamación pública a favor de cualquier funcionario y suprimió todos los honores especiales de que gozaban los miembros de la junta.

La Revolución llega al Alto Perú

El nuevo gobierno liberó a los patriotas presos, dio la libertad a los esclavos y prohibió los servicios personales de los indios como la mita y el yanaconazgo, que obligaban a los indígenas a trabajar en las minas y en las haciendas en condiciones inhumanas. Estas medidas le valdrán el agradecimiento y el apoyo de los indígenas pero la desconfianza y la enemistad de los sectores criollos más ricos del Alto Perú que, al igual que los españoles, vivían de la explotación del trabajo de los indios.

Belgrano al Paraguay

En el Paraguay el Cabildo se negó a reconocer la autoridad de Buenos Aires. La Junta decidió enviar una expedición militar al mando de Manuel Belgrano. La campaña fue muy dura y las tropas porteñas fueron derrotadas. En mayo de 1811 los paraguayos depusieron a las autoridades españolas y formaron una Junta propia, independiente tanto de España como de Buenos Aires.

Artigas

Montevideo seguía en manos de los españoles con Elío como virrey que reclamaba la soberanía sobre todo el ex-virreinato. En Enero de 1811 había arribado a Montevideo con el título de Virrey del Río de la Plata, otorgado por el Consejo de Regencia. No vaciló en declarar la guerra a la Junta de Buenos Aires, cuando ésta rechazó el sometimiento a su autoridad. Al poco tiempo, se produce en la Banda Oriental el primer movimiento organizado contra las autoridades españolas, conocido históricamente con el nombre de Grito de Asencio. Un grupo de unos 100 hombres capitaneados por Venancio Benavídez y pedro José Viera se reunió en las proximidades del arroyo Asencio (28/02/1811) y luego de proclamar el fin de la dominación española, consiguió tomar las poblaciones de Mercedes y Soriano. Tropas revolucionarias (a cargo de José Rondeau) sitiaron la ciudad contando con el inestimable apoyo de José Artigas que subleva a la población rural de la Banda Oriental formando un verdadero ejército popular. Repartió tierras entre sus paisanos e impulsó las ideas federalistas, cuestionando el poder absoluto de Buenos Aires.

Estalla el enfrentamiento entre Moreno y Saavedra


Las diferencias entre Moreno y Saavedra se hicieron evidentes en diciembre de 1810 cuando los delegados del interior propusieron integrarse a la junta y no al congreso previsto en la circular del 27. Moreno sabía que la mayoría de los diputados provinciales eran partidarios de Saavedra y que esto lo pondría en desventaja y frenaría, según su criterio su política de reformas y renunció al cargo el 18 de Diciembre de 1810.En la votación, Moreno, opuesto a la incorporación, fue derrotado y presentó su renuncia. Enviado a una misión diplomática a Londres, falleció repentinamente en viaje el 4 de marzo de 1811, a los 32 años de edad.

Obra de la Primera Junta

a) Política y social: reemplazó a los miembros de la Audiencia y del Cabildo, como también a los Alcaldes de barrio. Se ocupó de la situación social de los indios, les concedió derechos políticos y los instó a aprender un oficio.

b) Cultural: Fundó un periódico llamado La Gazeta de Buenos Ayres a través de cuyas páginas se ilustró a la población en las ideas liberales. También dispuso la creación de una biblioteca pública.

c) Militar: reorganizó al ejército, transformando los escuadrones de infanteria de milicia en siete Regimientos de veteranos y el de Blandengues se denominó Regimiento de Caballeria de la Patria.

La Junta Grande

La renuncia y posterior desaparición física de Moreno dejó el campo libre al sector saavedrista que concretó la incorporación de los diputados a la junta, formándose así la llamada Junta Grande. Dentro de ella continuaron los enfrentamientos entre los morenistas y saavedristas, liderados por el Deán Funes, diputado por Córdoba quien propuso la creación de juntas provinciales que deberían subordinarse a la Junta de Buenos Aires.

IMAGEN de expedición de Belgrano al Paraguay: De Rafunken – Trabajo propio, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2897323

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CIRCULAR DEL 27 de MAYO DE 1810. Convocatoria a los pueblos del Interior

Real Fortaleza de Buenos Ayres, 27 de Mayo de 1810 en Historia de las Leyes de la Nación Argentina, Enciclopedia Legislativa o Digesto razonado, anotado y concordado por David Peña (1810-1916), T. 1, p. 125 Read more »

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ARTIGAS y LAS INSTRUCCIONES del AÑO XIII

El recientemente conformado Segundo Triunvirato, convocó a una asamblea general a realizarse en el término de noventa días. A tal efecto, a fines de octubre de 1812 publicó el reglamento de convocatoria, que establecía como deberían ser elegidos los diputados que asistirían a la asamblea. Se determinó que cuatro diputados representarían a Buenos Aires, dos a cada capital de provincia y uno a cada ciudad dependiente. Otra condición impuesta fue que ningún diputado podía traer limitaciones a sus poderes. El 31 de enero de 1813, la Asamblea General Constituyente (mas conocida como Asamblea del año XIII) inició sus sesiones.

El caudillo oriental Gervasio Artigas reunió el 4 de abril un Congreso de representantes de la Banda Oriental, y dispuso el reconocimiento de la Asamblea de Buenos Aires, con la condición que se aceptara el sistema político de la Confederación y respetara la autonomía oriental. Se eligieron seis diputados que representarían a la Banda Oriental, a los que se les instruyeron varias instrucciones. Los diputados electos presentaron sus credenciales a la Asamblea el 1 de junio, pero la mayoría alvearista que integraba la Asamblea procedió a rechazarlos argumentando que no reunían los requisitos pedidos. el problema era que las instrucciones que portaban no respetaban lo dispuesto en el artículo 8 del reglamento según la cual los diputados no podían obrar por comisión. De haber sido aceptados, seguramente se hubieran sumado a los diputados de San Martín, en las antípodas de Alvear. Las siguientes son las instrucciones que llevaban los diputados artiguistas:

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Reivindicando actores del pasado. De la mirada crítica y lúcida de una docente, a la vergonzosa reivindicación de otra… docente.

El  bicentenario de la Revolución de Mayo en Argentina dió para muchos análisis. Algunos hablan del mensaje que el pueblo le ha enviado a sus representantes, mientras otros tratan de capitalizar el éxito de los festejos. En mi caso, prefiero detenerme en lo realizado por dos docentes en el marco de la conmemoración. La Prof. María Rosa Peña, en Reconquista (Santa Fe), quien tuvo a su cargo el discurso principal del acto, y  eligió no transitar por los lugares comunes,  rescatando el rol de los actores menos conocidos de la gesta. El otro caso -que provoca vergüenza ajena- es el de la docente Beatriz Horn, quien en General Campos (La Pampa), reivindicó la figura de Leopoldo Fortunato Galtieri (ex Presidente de facto) y de Julio A. Roca. Cuanta diferencia. De valores, de criterios, de mirada histórica… de tantas cosas. Read more »

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LA INDEPENDENCIA DE COLOMBIA

Suele decirse que todo comenzó un día viernes, cuando un criollo fue a pedir prestado un florero y se lo negaron. Un acto, en apariencia intrascendente, que desató un enfrentamiento entre criollos y españoles, y que culminó en la independencia colombiana. Sin embargo, lo que aconteció fue el resultado de un conjunto de circunstancias que dieron lugar a la rebelión popular… Read more »

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25 de mayo de 1810, 201 AÑOS DESPUÉS.

Durante alrededor de trescientos años, el imperio español, sometió y explotó a los originarios habitantes y legítimos dueños de estas tierras, también sojuzgó, discriminó y negó derechos a quienes nacieron en este suelo. El rey de España era nuestra máxima autoridad, el que decidía nuestro destino, para bien o para mal. Decidía con quien comerciábamos, qué producíamos, que región se veía beneficiada por la apertura de un puerto y cual era destinada a la marginalidad por su falta de riquezas. Funcionarios españoles ocupaban los más importantes cargos en el gobierno, en la iglesia, en el ejército, en la sociedad toda. Read more »

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ERIC HOBSBAWM, El siglo XX y el XXI, la clase obrera hoy

Nació en 1917 en Egipto y su primera educación transcurrió en Berlín. Su familia partió a Londres en 1933 y en el 36 él se afilió al Partido Comunista. Perteneció a un influyente grupo de intelectuales marxistas no ortodoxos, junto con las entonces jóvenes figuras Edward Said y la crítica Jean Franco. Además de sus mencionadas obras sobre el siglo XX, prestó especial atención a los fenómenos políticos populares. Es probablemente el mayor historiador vivo. Su mirada es universal, como lo muestran sus libros «La era de la revolución» y» La era del capitalismo». Reproduzco aqui parte de un reportaje, en el que analiza los cambios en la historia mundial en comparación con el siglo XX, y donde descree de una reorganización de la clase obrera. Read more »

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DECLARACIÓN DEL BICENTENARIO. Pronunciamiento de Carta Abierta a 200 años de la Revolución de Mayo

Lo firmaron también numerosas organizaciones y dirigentes sociales y políticos. Fue presentado ayer al mediodía en la explanada de la Biblioteca Nacional ante más de medio millar de personas. Lo leyeron los actores Lito Cruz y Lola Berthet.

Conmemoramos el Bicentenario de la Argentina sin evocar un pasado mítico pero sabiendo que en los pliegues de su historia persisten memorias de un país para todos, muchas veces extraviado en su propio laberinto y otras arrojado a los poderes de la injusticia. De un país que supo de apasionadas escrituras libertarias y que guarda en sus fibras los nombres propios de los hombres y las mujeres que buscaron construir, individual y colectivamente, los trazos de otra patria. La que buscamos en los signos de esta época que ofrece la posibilidad cierta y urgente de encontrarnos con lo mejor de las tradiciones ancladas en los ideales de igualdad, libertad, justicia y soberanía. Ese es el mayo que nos urge desde hace 200 años. Read more »

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MAYO DE 1810 en documentos

… «Cuando las colonias alcancen el grado de cultura, de ilustración y de población de que han menester ¿no se independizarán acaso de una patria que fundara su esplendor en la prosperidad de aquéllas? ¿Cuándo ocurrirá tamaña revolución? Se ignora; pero es menester que se realice… El nuevo mundo debe separarse, un día, del antiguo. Tamaño desgarramiento está preparado en Europa por el fermento y choque de nuestras opiniones; por el desconocimiento de derechos que nos infundían valor; por el lujo de las cortes y la miseria de los campos; por el odio perdurable entre hombres cobardes que todo lo poseen y hombres robustos, y aún virtuosos que no tienen otra cosa que perder la vida. En América está preparado por el aumento de la población, de los cultivos, de la industria  de los conocimientos. Todo conduce a esa separación…» Raynal Guillermo, 1780.

LLEGAN NOTICIAS DE ESPAÑA

Excelentísimo Señor don Baltasar Hidalgo de Cisneros (Virrey del Río de la Plata):  «Por el patrón Juan, de una de las lanchas de este río, que esta tarde de este dia de la vela para esas balizas, anticipo a vuestra Excelencia las adjuntas noticias de España, dadas por el capitán de la fragata Hamburguesa nombrada «Juan París», que ayer noche entró en este puerto …»                                                                                            Joaquín de Soria

Dice la declaración firmada por el capitán de la fragata: … que salió de Gibraltar a 22 de marzo del presente año… que sabe que han entrado refuerzos de tropas francesas en España, pero que ignora su número… preguntado si sabe que provincias de España ocupan actualmente los franceses dijo: que Madrid, Málaga, Sevilla… que antes que los franceses entrasen en Sevilla se había transferido (la Junta Central) a la Isla de León, y que en el día está establecida la regencia, e ignora quienes sean sus vocales.»

Dios guarde a V. E. muchos años. Montevideo, 14 de mayo de 1810[1]

El avance de los ejércitos franceses era inevitable. Caída la Junta Central de Sevilla, el recién formado Consejo de Regencia se dirige a las colonias americanas con una proclama:

El Consejo de Regencia de España e Indias. A los americanos españoles: Apenas el Consejo de Regencia recibió del Gobierno que ha cesado la autoridad que estaba depositada en sus manos, volvió su pensamiento a esa porción inmensa y preciosa de la Monarquía. Enterarla de esta gran novedad… y manifestar los principios que animan a la Regencia por la prosperidad y gloria de esos países han sido objetos de su primer cuidado en esta memorable crisisdudábase ya en la nación si el cuerpo encargado de sus destinos (la Junta) era suficiente a salvarla. Pocos en número para las grandes discusiones legislativas, excesivamente muchos para la acción, presentaban todos los inconvenientes de una autoridad combinada por el saber y la meditación política… el voto público era que el gobierno debía reducirse a elementos más sencillos. La misma Junta Suprema había ya anunciado esta mudanza y las próximas Cortes extraordinarias, cuyas convocaciones se había acelerado debían determinarla y establecerla…El enemigo rompió por el punto más débil y la ocupación de los otros siguió al instante a pesar de las resistencias que hicieron algunas de nuestras divisiones… Había puesto en ejecución la Junta la medida que ya anteriormente tenia acordada de trasladarse a la Isla de León, donde estaban convocadas las Cortes… aunque pudieron por fin (los miembros de la junta) reunirse en la Isla y continuar sus sesiones la autoridad ya inerte en sus manos no podía sosegar la agitación de los pueblos… Terminó, pues, la Junta el ejercicio de su poder con el único acto que ya podía atajar la ruina del Estado y estableciendo por su Real decreto del 29 de enero de este año el Consejo de Regencia resignó el depósito de su soberanía que ella legítimamente tenía y que ella sola podía legítimamente transferir…

Javier de Castaños, Presidente, Francisco de Saavedra, Antonio de Escaño, Miguel de Lardizábal y Uribe. Real Isla de León, 14 de febrero de 1810.[2]

SE VIENE LA REVOLUCIÓN…

… desde el momento los hombres pensadores se resolvieron a hacer su influencia útil a la patria. Se reunían con este objeto en la jabonería de los doctores Peña y Vieytes, y en otras casas particulares. Su número se había aumentado y ya eran comunes las ideas de libertad, Peña, Vieytes y Castelli, eran acompañados de don Manuel Belgrano, don Feliciano Chiclana, don Manuel Alberti, don Agustín Donado, don Francisco Paso, don Manuel Aguirre… y ellos traían a su seno a los jefes de las milicias urbanas. Así se hallaron unidos a los cuerpos de patricios, granaderos, húsares y arribeños, por los oficiales Viamonte, Pereyra, Terrada, Cruz, Rodríguez, Bustos, Ocampos, Balcarce y muchos otros subalternos, que estaban decididos por la patria aunque ignoraban los medios con que habían de liberarla…

La Gaceta Mercantil del 25 de mayo de 1826. Ejemplar perteneciente a la Biblioteca Pública de la Universidad Nacional de la Plata. Biblioteca de Mayo.

LA VERSIÓN DEL VIRREY

… Había yo ordenado que se apostase para este acto (se refiere al Cabildo Abierto del 22 de mayo) una compañía en cada bocacalle de las de la plaza a fin de que no se permitiese entrar en ella ni subir a las casas capitulares persona alguna que no fuese de las citadas; pero la tropa y los oficiales eran del partido; hacían lo que sus comandantes les prevenían secretamente y estos les prevenían lo que les ordenaba la facción: negaban el paso a la plaza a los vecinos honrados y lo franqueaban a los de la confabulación; tenían algunos oficiales copia de las esquelas de convite son nombre y con ellos introducían a las casas del Ayuntamiento a sujetos no citados por el Cabildo o porque los conocían de la parcialidad o porque los ganaban con dinero, así es que en una Ciudad de más de tres mil vecinos de distinción y nombre solamente concurrieron doscientos y de éstos, muchos pulperos, algunos artesanos, otros hijos de familia y los más ignorantes y sin las menores nociones para discutir un asunto de la mayor gravedad.[3]

ESQUELA DE INVITACIÓN AL CABILDO ABIERTO DEL 22 DE MAYO DE 1810.

«El Exmo. Cabildo convoca á Vd. para que se sirva asistir precisamente mañana, 22 del corriente á las 9, sin etiqueta alguna, y en clase de vecino, al Cabildo abierto, que con avenencia del Exmo. Señor Virey ha acordado celebrar, debiendo manifestar esta esquela á las tropas que guarnescan las avenidas de esta plaza, para que se le permita pasar libremente.»

«SEÑOR D………»

Y mandaron se imprima en el dia y se reparta sin pérdida de instantes, arreglándose lista de los individuos, en la que deberán ser comprendidos el Reverendo Obispo, el Exmo. Sr. D. Pascual Ruiz Huidobro, Señores de la Real Audiencia y del Tribunal de cuentas, Ministros de Real Hacienda, y Gefes de oficinas, Cabildo Eclesiástico, Curas y Prelados de las religiones, Real Consulado, Comandantes, Gefes, y algunos oficiales de los cuerpos de esta guarnicion, Alcaldes de barrios y vecinos, Catedráticos y profesores del derecho; compartiendose por barrios los encargados de distribuir las esquelas: y ordenaron por último se disponga proclama enérgica, con la cual haya de darse principio á la sesion el dia de mañana. Y con esto se concluyó el acuerdo, que firmaron dichos Señores, de que doy fé.
Juan José Lezica — Martin Gregorio Yanis — Manuel Mancilla — Manuel José de Ocampo — Juan de Llano — Jaime Nadal y Guarda — Andres Dominguez — Tomas Manuel de Anchorena — Santiago Gutierrez — Dr. Julian de Leiva — Licenciado D. Justo José Nuñez, Escribano público y de Cabildo.

ACTA DEL CONGRESO GENERAL O CABILDO ABIERTO DEL 22 DE MAYO DE 1810

En la muy Noble y muy Leal Ciudad de la Santísima Trinidad, Puerto de Santa Maria de Buenos Aires, á 22 dias del mes de Mayo del año de 1810, habiendo situádose en la galeria principal de las casas capitulares los Señores que componen este Exmo. Ayuntamiento, para presidir el Congreso General á que se convocó por esquelas, ayer 21 del corriente, en virtud de la facultad que para el efecto concedió el Exmo. Sr. Virey, D. Baltazar Hidalgo de Cisneros, por oficio de la misma fecha: á saber, los. Señores D. Juan José de Lezica y D. Martin Gregorio Yaniz, Alcaldes de primero y segundo voto, y Regidores D. Manuel Mansilla, Alguacil mayor, D. Manuel José de Ocampo, D. Juan de Llano, D. Jaime Nadal y Guarda, D. Andres Dominguez, Juez diputado de policía, D. Tomas Manuel de Anchorena, Defensor general de pobres y Fiel Ejecutor, y D. Santiago Gutierrez, Defensor general de menores, con asistencia del caballero Síndico Procurador general, Dr. D. Julian de Leiva; y concurrido para este acto, en virtud de la citada convocatoria; á saber, el Ilmo. Sr. Dr. D. Benito de Lue y Riega, el Exmo. Sr. D. Pascual Ruiz Huidobro, Teniente General, el Sr. D. Manuel José de Reyes, Oidor de esta Real Audiencia, el Sr. D. Diego de la Vega, Contador mayor, Décano del Real Tribunal de cuentas, el Sr. D. Pedro Viguera, Tesorero de esta Real Audiencia, el Sr. D. Juan Andres de Arroyo, Contador mayor del Real Tribunal de cuentas, el Sr. Brigadier D. Bernardo Lecog, Sub-inspector y Director general del real cuerpo de ingenieros, el Sr. D. Joaquin Mosquera, Coronel retirado del mismo real cuerpo, el Sr. D. Eugenio Balbastro, vecino y de este comercio; el Sr. D. Joaquin Madariaga, de esto vecindario y comercio; el Sr. D. José Maria Balbastro, Capitan de milicias regladas de caballeria; el Sr. D. José Cerra y Valle, Alcalde del barrio número 3, cuartel segundo; el Sr. D. Ventura de Haedo, Alcalde del barrio número 8, en el mismo cuartel; el Sr. D. Antonio Luciano Ballesteros; el Sr. D. Manuel Antonio Bas; el Sr. D. Francisco Xavier Riglos; el Sr. D. Roman Ramon Diaz; el Sr. Dr. D. Feliciano Antonio Chiclana; el Sr. D. Hipólito Vietes; el Sr. D. Juan José Viamont, Capitan graduado del regimiento fijo de infantería, y Sargento mayor de los batallones primero y segundo de Patricios; el Sr. D. Nicolas Peña, Oficial de blandenguez de estas fronteras; el Sr. D. Juan José Rocha, Escribano público y del número; el Sr. Teniente Coronel urbano, D. Juan Antonio Pereira, Capitan de granaderos del segundo batallon de Patricios; el Sr. D. Estevan Romero, Teniente Coronel urbano y Comandante del mismo batallon; el Sr. D. Juan Ramon Balcarce, Sargento mayor del batallon de granaderos de Fernando VII; el Sr. D. Simon Rejas, de este vecindario y comercio; el Sr. D. Cornelio Saavedra, Teniente Coronel y Comandante del primer batallon de Patricios; el Sr. D. Cristoval de Aguirre, vecino y de este comercio; el Sr. D. Pedro Andres Garcia, Teniente Coronel y Comandante del batallon de infantería número 4; el Sr. D. Francisco Antonio Ortiz de Ocampo, Teniente Coronel y Comandante del batallon de infantería número 3; el Sr. D. Manuel de Andres de Pinedo y Arroyo, vecino y de este comercio; el Sr. D. Manuel Luzuriaga, de este vecindario; el Sr. D. Martin José de Ochoteco, Capitan graduado del ejército; el Sr. D. Ulpiano Barrera; el Sr. D. Antonio Ortiz de Alcalde; el Sr. D. Juan Canaveris; el Sr. D. Hilario Ramos, el Sr. D. Justo Pastor Linch, Contador de la Real Aduana, y actualmente su Administrador interino; el Sr. D. Manuel José de Lavalle, Director General de la Real Renta de tabacos; el Sr. D. Miguel de Irigoyen, Caballero del Orden de Alcántara, y Teniente Coronel de caballeria; el Sr. D. Vicente Caudevilla, Contador interino de la Real Renta de tabacos; el Sr. D. Diego Herrera, Teniente Coronel urbano; el Sr. Dr. D. Gregorio Tagle, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. Coronel D. Agustin de Pinedo, Sargento Mayor del regimiento de dragones; el Sr. Teniente Coronel D. Mariano Larrazabal, Capitan del mismo; el Sr. D. Martin de Arandia; el Sr. Teniente Coronel urbano D. Rodrigo Muñoz y Rábago; el Sr. D. Francisco de la Peña Fernandez, vecino y de este comercio; el Sr. Capitan de milicias D. Antonio Villamil; el Sr. Dr. D. Agustin Fabre, profesor en medicina; el Sr. Ministro de Real Hacienda honorario, D. Joaquin Belgrano; el Sr. D. Julián del Molino Torres, vecino y de este comercio; el Sr. D. Jacinto de Castro, de este comercio y vecindario; el Sr. D. Mariano Echaburu, Escribano público y del número; el Sr. D. Ildefonso Ramos; el Sr. Coronel D. Francisco Xavier Pizarro, Capitan, comandante del real cuerpo de artilleria; el Sr. D. José Maria Cabrer, Coronel de ejército, y Sargento mayor de esta plaza; el Sr. Teniente Coronel urbano D. Miguel Gerónimo Garmendia; el Sr. D. Jose Soliveres, Contador de retasas; el Sr. D. José Superi, Sargento mayor del batallon de castas; el Sr. D. Felipe Castilla, Capitan de milicias regladas de caballeria; el Sr. D. Antonio Ruiz, Alcalde del barrio número 11, cuartel quinto; el Sr. D. José Botello, Alcalde del barrio número 16, cuartel cuarto; el Sr. D. Fermin de Tocornal, Alcalde del barrio número 20, cuartel quinto; el Sr. Capitan urbano D. Francisco Mansilla, Ayudante mayor interino de esta plaza; el Sr. D. Francisco de Prieto y Quevedo, vecino y de este comercio; el Sr. Teniente coronel de ejército, D. Alonso Quesada, Sargento mayor de milicias regladas de infantería; el Sr. D. Vicente Carvallo y Goyeneche, Capitan del regimiento de dragones; el Sr. D. José Martinez de Hoz, de este comercio y vecindario; el Sr. D. José Barrera, Oficial primero de la Secretaría de Gobierno y Guerra del Vireinato; el Sr. Alferez de fragata, D. Martin Thompson, Capitan de este puerto; el Sr. Capitan graduado, D. Gregorio Belgrano, Ayudante mayor de esta plaza; el Sr. Teniente Coronel urbano, D. Fernando Diaz, Capitan de granaderos del batallon número 4; el Sr. D. Ambrosio Lezica, de este comercio; el Sr. D. Estevan Fernandez, Capitan de Blandenguez de esta frontera; el Sr. D. José María Morell y Perez, vecino y de este comercio; el Sr. D. Juan Bautista de Elorríaga, de este comercio y vecindario; el Sr. D. José Pastor Lezica, vecino y del comercio; el Sr. Dr. D. Juan Nepomuceno Sola, Cura rector de la parroquia de Monserrat; el Sr. D. Juan Bautista Castro, vecino y de este comercio; el Sr. D. José Francisco Vidal, Capitan de milicias de infanteria; el Sr. D. Saturnino Alvarez, Tesorero del Real Consulado; el Sr. Dr. D. Agustin Pio de Elia, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. D. Miguel de Escuti, vecino y del comercio; el Sr. D. Pedro de Arteaga, Oficial segundo de la Secretaría de Gobierno y Guerra del Vireinato; el Sr. D. José María de las Carreras, vecino y del comercio; el Sr. D. Francisco Antonio de Letamendi, de este comercio y vecindario; el Sr. D. José Moll, Alcalde de hermandad de la banda del sud en esta capital; el Sr. D. Sebastian de Torres, vecino y de este comercio; el Sr. D. José Maria Calderon, Vista de la Real Aduana; el Sr. D. José Riera, vecino y del comercio; el Sr. D. Raimundo Rial, Alcalde del barrio número 19, cuartel quinto; el Sr. D. Domingo Lopez, de este vecindario; el Sr. D. José Nadal y Campo, Alcalde del barrio número 14, cuartel cuarto; el Sr. D. Pablo Villarino, de este vecindario; el Sr. D. Toribio Mier, vecino y del comercio; el Sr. D. Angel Sanchez Picado, Alcalde del barrio número 2, cuartel segundo; el Sr. D. Juan Antonio Rodriguez, vecino y de este comercio; el Sr. Dr. D. José Leide, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. Coronel D. Miguel de Asenenaga, Comandante de milicias regladas de infantería; el Sr. D. Basilio Torrecillas, Alcalde de hermandad de la banda del norte en esta capital; el Sr. D. Ruperto Alvarellos, de este vecindario y comercio; el Sr. D. Juan Bautista Ituarte, vecino y del comercio; el Sr. D. Manuel Martínez, vecino y del comercio; el Sr. D. Francisco Antonio Escalada, Consul moderno del Real Tribunal del Consulado; el Sr. D. Floro Zamudio y Chavarria, Teniente Coronel urbano, y Capitan del escuadron de Húsares del Rey; el Sr. D. Hermenegildo Aguirre; el Sr. D. Tomas Lezica, de este comercio; el Sr. Teniente Coronel D. Juan Bautista Bustur, Sargento Mayor del batallon número 3; el Sr. D. José Leon Dominguez, Capitan con grado de Teniente Coronel de los granaderos del mismo batallon; el Reverendo Padre Maestro Fray Ignacio Grela, del Orden de Predicadores; el Sr. D. Florencio Torrada, Teniente Coronel y Comandante del batallon de granaderos de Fernando VII; el Sr. Dr. D. Cosme Argerich, profesor de medicina; el Sr. Licenciado D. Justo García y Valdez, profesor en la misma facultad; el Sr. D. Martin Rodriguez, Teniente Coronel y Comandante del escuadron de Húsares del Rey; el Sr. D. Miguel Saenz, Capitan del mismo; el Sr. D. Gerónimo Lasala; el Sr. D. Felipe de Arana; el Sr. D. Pedro Capdevila, de este comercio; el Sr. D. Matias Irigoyen, Alferes de navío de la Real Armada; el Sr. D. Ignacio de Rezaval, vecino y de este comercio; el Sr. D. Manuel de Velasco, Oidor de esta Real Audiencia; el Sr. D. Antonio Piran, Prior del Real Tribunal del Consulado; el Sr. D. José Merelo, Teniente Coronel y Comandante del batallon número 5; el Sr. D. Joaquin de la Iglesia, de este vecindario; el Sr. D. Francisco Tomas de Anzótegui, Oidor Decano de esta Real Audiencia; el Sr. Teniente Coronel D. Bernabé San Martin, Sargento Mayor del batallon de artilleria, denominado la Union; el Sr. Dr. D. Manuel Belgrano, Abogado de los Reales Consejos, y Secretario del Real Tribunal del Consulado; el Sr. Coronel urbano D. Gerardo Esteve y Llac, Comandante del batallon de artilleria la Union; el Sr. Dr. D. Juan José Castelli, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. D. Félix de Castro, Capitan de Patricios; el Sr. Dr. D. Alejo Castex, Abogado de esta Real Audiencia, y Teniente Coronel urbano; el Sr. D. Nicolas Vedia, Teniente del regimiento fijo de infanteria; el Sr. D. Juan Pedro Aguirre, Teniente Coronel urbano; el Reverendo Padre Fray Pedro Santibañez, Guardian de la Santa Recoleccion; el Reverendo Padre Fray Pedro Cortinas, Guardian del convento de la Observancia; el Reverendo Padre, Prefecto del convento Bethelemítico, Fray José Vicente de San Nicolas; el Sr. D. Juan Fernandex de Molina, vecino y de este comercio; el Sr. D. Francisco Marzano, Capitan con grado de Teniente Coronel de granaderos del batallon número quinto; el Sr. D. Antonio José Escalada, Chanciller de la Real Audiencia; el Sr. D. Bernardino Rivadavia, de este vecindario; el Sr. Dr. D. Francisco Planes, Catedrático de los Reales Estudios; el Sr. Dr. D. Julian Segundo de Agüero, Cura rector mas antiguo del Sagrario de la Catedral; el Sr. Dr. D. Nicolas Calvo, Cura rector de la parroquia de la Concepcion; el Sr. Dr. D. Domingo Belgrano, Canónigo de esta Santa Iglesia Catedral; el Sr. Dr. D. Melchor Fernandez, Dignidad de Chantre de la misma Santa Iglesia; el Sr. Dr. D. Florencio Ramirez, Dignidad de Maestre Escuela de la misma; el Sr. Dr. D. Antonio Saenz, Secretario del muy Venerable Cabildo Eclesiástico; el Sr. D. Tomas José Boyzo, Escribano público y del número; el Sr. D. Juan de la Elguera, vecino y de este comercio; el Sr. D. Juan Ignacio de Escurra, de este comercio y vecindario; el Sr. D. Manuel del Cerro Saenz, Administrador en los ramos de Policía; el Sr. Teniente Coronel urbano D. Agustin de Orta y Azamor, Sargento Mayor del batallon número 5; el Sr. D. Juan Ignacio Terrada, Teniente Coronel urbano; el Sr. D. Francisco de Neira y Arellano, vecino y de este comercio; el Sr. D. José Agustin Lizaur, vecino y del comercio; el Sr. D. José Hernandez, vecino y del comercio; el Sr. D. Benito de Iglesias, vecino y del comercio; el Sr. D. Juan Almagro de La Torre, Oidor honorario de la Real Audiencia de Charcas, y Asesor General de este Vireinato; el Sr. D. Manuel Genaro Villota, Fiscal de lo Civil y Real Hacienda, y honorario del Supremo Consejo de Indias; el Sr. D. Juan Ramos, Teniente Coronel urbano; el Sr. D. Miguel Ezquiaga, idem; el Sr. D. Felipe Cardoso, idem; el Sr. D. Francisco Paso, de este vecindario; el Sr. D. Lorenzo Machado, Alcalde del barrio número 18, cuartel quinto; el Sr. D. José Antonio de Echenagusia, idem del barrio número 7, cuartel primero; el Sr. D. José Antonio Lagos, de este vecindario; el Sr. D. Juan Cornet y Prat, vecino y de este comercio; el Sr. D. Ramon de Oromí, Contador mayor del Real Tribunal de cuentas; el Sr. D. José Amat, Alcalde del barrio número 17, cuartel cuarto; el Sr. Dr. D. Manuel Obligado, vecino y del comercio; el Sr. Dr. D. Mariano Moreno, Abogado y Relator interino de esta Real Audiencia; el Sr. D. Nicolas del Campo, Contador de cuadrantes; el Sr D. José Agustin Aguirre, de este comercio; el Sr. D. Andres de Lezica, idem; el Sr. D. Manuel Barquin, de este vecindario; el Sr. D. Pedro Baliño, de este vecindario y comercio; el Sr. D. Domingo Lopez; el Sr. D. Pedro Cerviño, Teniente Coronel urbano; el Sr. Licenciado D. Vicente Lopez; el Sr. Licenciado D. Bernardo Nogué, profesor en cirugía; el Sr. D. Francisco Xavier Macela, Alcalde del barrio número 1, cuartel segundo; el Sr. D. Manuel Ruiz Obregon, idem del número 10, cuartel tercero; el Sr. D. Francisco Dozal, del vecindario y comercio; el Sr. Coronel urbano D. José Forneguera; el Reverendo Padre, Dr. Fray Manuel Torres, Provincial del convento de la Merced; el Reverendo Padre, Fray Juan Manuel Aparicio, Comendador del mismo; el Sr. Dr. D. Juan Francisco Seguí, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. D. Pedro de Usua, vecino y de este comercio; el Sr. Dr. D. Luis José Chorroarin, Rector del Real Colegio de San Carlos; el Sr. D. Domingo Mateu, de este comercio; el Sr. Dr. D. Juan José Paso, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. D. Francisco Antonio Herrero, vecino y de este comercio; el Sr. D. Domingo Achaval, idem; el Sr. D. José Martinez Escobar, idem; el Sr. Dr. D. Simon Cosio, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. D. Ildefonso Paso, vecino y del comercio; el Sr. Dr. D. Joaquin Campana, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. Dr. D. José Darragueira, idem; el Reverendo Padre, Fray Ramon Alvarez, Provincial de San Francisco; el Sr. Dr. D. Pascual Silva Braga, Presbitero; el Reverendo Padre, Fray Manuel Alvariño, Prior de Santo Domingo; el Sr. D. José Laguna, Capitan de fragata de la Real Armada; el Sr. D. Francisco Antonio de Belaustegui, vecino y del comercio; el Sr. D. José Antonio Capdevila, idem; el Sr. D. Marcelino Calleja Saenz, Escribano de Cámara de la Real Audiencia; el Sr. D. Gerardo Bosch, vecino y del comercio; el Sr. Dr. D. Bonifacio Zapiola, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. Dr. D. Domingo Viola, Presbitero; el Sr. Dr. D. Mariano Irigoyen, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. D. Norberto Quirno, vecino y del comercio; el Sr. Dr. D. Vicente Anastasio Echavarria, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. D. José María Riera, vecino y del comercio; el Sr. D. Pedro Martinez Fernandez, idem; el Sr. Dr. D. Bernardo de la Colina, Presbitero; el Sr. Teniente Coronel urbano D. Francisco Pico, Capitan de granaderos del primer batallon de Patricios; el Sr. D. Juan Antonio Zelaya, vecino y del comercio; el Sr. D. José Martin Zuloetas, idem; el Sr. D. Olaguer Reinals, idem; el Sr. Dr. D. Juan Damaso Fonseca, Cura rector mas antiguo de la Concepcion; el Sr. Dr. D. Pantaleon Rivarola, Presbitero; el Sr. Dr. D. Joaquin Griera, Abogado de la Real Audiencia; el Sr. Dr. D. Manuel Alberti, Cura rector de San Nicolas; el Sr. D. Miguel Gomez, de este vecindario; el Sr. D. José Leon Planchon, Presbitero; el Sr. Dr. D. Juan Leon Ferragut, Capellan del regimiento de dragones; el Sr. Brigadier D. José Ignacio de la Quintana, Coronel de dicho regimiento; el Sr. Capitan D. Pedro Duran, Sargento Mayor interino del regimiento fijo; el Sr. D. Felix Casamayor, Ministro General de Real Hacienda; el Sr. D. Francisco Orduña, Brigadier y Sub-inspector del real cuerpo de artillería; el Sr. D. Juan Bautista Otamendi, vecino y de este comercio; el Sr. D. Ambrosio Pinedo, Capitan de dragones; el Sr. Dr. D. Vicente Montes Carballo, Presbitero; el Sr. Dr. D. Ramon Vietes, idem; el Sr. D. Valeriano Barrera, de este vecindario; el Sr. D. Juan Francisco Marcheses, idem; el Sr. D. Antonio Ramirez, idem; el Sr. D. Henrique Ballesteros, idem; el Sr. Dr. D. Matias Patron, Abogado; el Sr. D. Antonio Luis Beruti; el Sr. D. Agustin Donado; el Sr. Teniente Coronel urbano D. Manuel Pinto; el Sr. D. Mariano Conde, de este vecindario; el Sr. D. Pedro Valerio Albano, idem; el Sr. D. Domingo French, idem; el Sr. D. Vicente Dupuí, idem; el Sr. D. Mariano Orma, idem; el Sr. D. Buenaventura de Arzac, idem; el Sr. D. Andres de Aldao, idem; el Sr. D. Juan Ramon Urien, idem.

Se empesó la Acta, leyéendose en públicas y altas voces por mi el Actuario, y en virtud de mandato del Exmo. Ayuntamiento, así el discurso que habia dispuesto el mismo Exmo. Cabildo, para la apertura de esta sesion, como el oficio son que solicitó el superior permiso para la formacion del Congreso General, y el pasado en contestacion por el Exmo. Sr. Virey, dando la facultad para ejecutarlo, siendo el tenor de todo, el siguiente.
¡Fiel y generoso pueblo de Buenos Aires!

«Las últimas noticias de los desgraciados sucesos de nuestra metrópolis comunicadas al público de orden de este Superior Gobierno, han contristado sobre manera vuestro ánimo, y os han hecho dudar de vuestra situación actual de vuestra suerte futura.

Agitados de un conjunto de ideas, que os han sugerido vuestra lealtad y patriotismo, habéis esperada con ansia del momento de combinarlas, para evitar toda división; y vuestros representantes, que velan constantemente sobre vuestra prosperidad y que desean con el mayor ardor conservar el orden y la integridad de estos dominios, bajo la dominación del Sr. D. Fernando VII, han obtenido del Exmo. Sr. virrey permiso, franco para reuniros en un Congreso. Ya estáis congregados: hablad con toda libertad, pero con la dignidad propia, haciendo ver que eráis un pueblo sabio, noble, dócil y generoso. Vuestro principal objeto debe ser precaver toda división, radicar la confianza entre el súbdito y el magistrado, afianzar vuestra unión recíproca y la de todas las demás provincias, y dejar expedita vuestras relaciones con los virreinatos del continente. Evitad toda innovación y mudanza, pues generalmente son peligrosas y expuestas a división. No olvidéis que tenéis casi a la vista un vecino que acecha vuestra libertad, y no perderá ninguna ocasión en medio del menor desorden. Tened por cierto que no podréis por ahora subsistir sin la unión con las provincias interiores del reino, y que vuestras deliberaciones serán frustradas si no nacen de la ley, o del consentimiento general de todos aquellos pueblos. Así, pues, meditad bien sobre vuestra situación actual, no sea que el remedio, para precaver los males que teméis, aceleren vuestra destrucción. Huid siempre de tocar en cualquiera extremo, que nunca deja de ser peligroso. Despreciad medidas estrepitosas o violentas, y siguiendo un camino medio, abrazad aquel que sea más sencillo y más adecuado para conciliar, con nuestra actual seguridad y la de nuestra suerte futura, el espíritu de la ley y el respeto a los magistrados».

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Meroni, Graciela, La historia en mis documentos (2), Desde la Revolución de Mayo hasta el triunfo federal de 1831, Textos Huemul, Buenos Aires, 1995.

http://es.wikisource.org/wiki/Actas_capitulares_desde_el_21_hasta_el_25_de_mayo_de_1810_en_Buenos_Aires


[1] Archivo General de la Nación. Buenos Aires, Archivo del Gobierno de Buenos Aires.

[2] Gaceta Extraordinaria de Buenos Aires, sábado 9 de junio de 1810.

[3] Archivo General de Indias. Sevilla, E. 122, C. C. L. 26, 1810. Carta del virrey de Buenos Aires donde cuenta a su Majestad con varios documentos que acompaña, de los sucesos ocurridos en la Capital, en el mes de mayo de aquel año. Buenos Aires, 22 de junio de 1810.

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ARISTÓTELES, no hay ideas innatas

ARISTÓTELES, por Rafael Sanzio

Aristóteles (384-322 a. de C.), fue alumno de la Academia de Platón durante 20 años. Provenía de Macedonia y lo que más le preocupaba era la naturaleza viva. No sólo fue el último gran filósofo griego; también fue el primer gran biólogo de Europa. Podríamos decir que Platón estuvo tan ocupado con «los moldes» o «Ideas eternas», que no había reparado en los cambios en la naturaleza. Aristóteles, en cambio, se interesaba precisamente por esos cambios, o lo que hoy en día llamamos «procesos de la naturaleza».

Si quisiéramos llevarlo al último extremo, podríamos incluso decir que Platón dio la espalda al mundo de los sentidos, volviendo la cabeza ante todo lo que vemos a nuestro alrededor. (¡Quería salir de la caverna, quería contemplar el mundo eterno de las Ideas!) Aristóteles hizo lo contrario. Se puso de rodillas en la tierra para estudiar peces y ranas, amapolas y anémonas. Podríamos decir que Platón sólo usaba su inteligencia; Aristóteles también usaba sus sentidos. También en la forma en la que escriben, se encuentra una gran diferencia entre ellos. Platón era un poeta, un creador de mitos; los escritos de Aristóteles son áridos y minuciosos como una enciclopedia. En la Antigüedad se habla de hasta 170 títulos escritos por Aristóteles, de los que se han conservado 47. También en la época de Aristóteles la filosofía era ante todo una actividad oral. La gran importancia de Aristóteles en la cultura europea se debe también, en buena medida, al hecho de que fuera él quien creara el lenguaje profesional que las distintas ciencias emplean hasta hoy en día. Fue el gran sistematizador que fundó y ordenó las distintas ciencias.

No hay ideas innatas

Como los filósofos anteriores a él, Platón deseaba encontrar algo eterno e inmutable, en medio de todos los cambios. Encontró las Ideas perfectas, que estaban muy por encima del mundo de los sentidos. Platón opinaba, además, que las Ideas eran más reales que todos los fenómenos de la naturaleza. Primero estaba la «idea de caballo», luego llegaban todos los caballos del mundo de los sentidos galopando en forma de sombras en la pared de una caverna. Esto quiere decir que la «idea de gallina» estaba antes que la gallina y que el huevo. Aristóteles pensaba que Platón había dado la vuelta a todo. Estaba de acuerdo con su profesor en que el caballo individual «fluye», y que ningún caballo vive eternamente. También estaba de acuerdo en que el «molde de caballo» es eterno e inmutable.
Pero la «idea de caballo» no es más que un concepto que los seres humanos nos hemos formado después de ver un cierto número de caballos. Eso quiere decir que la «idea» o la «forma» de caballo no existen en sí.  «Forma» del caballo es, para Aristóteles, las cualidades del caballo o lo que hoy en día llamamos especie. Para ser más preciso: con «forma» del caballo, Aristóteles quiere designar lo que es común para todos los caballos. Esto quiere decir que Aristóteles está en desacuerdo con Platón en que la Idea de «gallina» sea anterior a la gallina. Lo que Aristóteles llama «forma de gallina», está presente en cada gallina, como las cualidades específicas de la gallina; por ejemplo, el hecho de que ponga huevos. De ese modo la propia gallina y la «forma» de gallina son tan inseparables como el cuerpo y el alma. Con esto hemos dicho lo esencial sobre la crítica de Aristóteles a la teoría de las Ideas de Platón. Nos encontramos ante un cambio radical en la manera de pensar. Para Platón, el mayor grado de realidad es lo que pensamos con la razón. Para Aristóteles era igual de evidente que el mayor grado de realidad es lo que sentimos con los sentidos.

Platón opina que todo lo que vemos a nuestro alrededor en la naturaleza, son meros reflejos de algo que existe de un modo más real en el mundo de las Ideas, y con eso también en el alma del ser humano. Aristóteles opina exactamente lo contrario. Lo que hay en el alma del ser humano, son meros reflejos de los objetos de la naturaleza; es decir, la naturaleza es el verdadero mundo. Según Aristóteles, Platón quedó «anclado» en una visión mítica del mundo, en la que los conceptos del hombre se confunden con el mundo real.

Aristóteles señaló que no existe nada en la mente que no haya estado antes en los sentidos, y Platón podría haber dicho que no hay nada en la naturaleza que no haya estado antes en el mundo de las Ideas. En ese sentido, opinaba Aristóteles, Platón «duplicaba el número de las cosas». Explicaba cada caballo haciendo referencia a «la idea» de caballo. Aristóteles pensó que todo lo que tenemos dentro de pensamientos e ideas ha entrado en nuestra conciencia a través de lo que hemos visto y oído. Pero también tenemos una razón innata con la que nacemos. Tenemos una capacidad innata para ordenar todas nuestras sensaciones en distintos grupos y clases. Así surgen los conceptos «piedra», «planta», «animal» y «hombre». Así surgen los conceptos «caballo», «cangrejo» y «canario». Aristóteles no negó que el hombre tuviera una inteligencia innata. Al contrario, según Aristóteles es precisamente la razón la que constituye la característica más destacada del ser humano. Pero nuestra inteligencia está totalmente vacía antes de que sintamos algo. Por lo tanto el ser humano no puede nacer con idea alguna.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

GAARDER, Jostein, «El mundo de Sofía», Novela sobre la historia de la filosofía, Siruela, Madrid, 2002.

FERRATER MORA, José, Diccionario de filosofía abreviado, Sudamericana, Buenos Aires, 1998.

ARISTOTELES, Obras escogidas, Ediciones del Club, Buenos Aires, 2003.

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KARL MARX, ¿Por qué el excedente va a parar a manos del capitalista?

¿Cómo puede ser que todas las mercancías se compran y se vendan en términos equivalentes, por su valor, y que sin embargo el excedente fuera  a parar a manos del capitalista?  Los socialistas decían que no era un problema de Código penal… todos estos autores saben perfectamente que pudiera suceder que intercambiando mercancías sean estafados (que les cobraran de más, no por su equivalente), pero eso no resuelve la cuestión… si alguien roba, alguien es robado, no pueden robar todos todo el tiempo, tiene que haber algo para robar… en todo caso, para lo único que sirve ese tipo de razonamiento es para decir que se produjo una transferencia, pero nada más que eso. Read more »

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DESMONUMENTAR A ROCA

Se viene el primer congreso nacional del movimiento “Desmonumentar a Roca», que se llevará a cabo el sábado próximo, 22 de mayo, día del Cabildo Abierto, y el domingo 23, en la ciudad bonaerense de Junín, al cual concurrirán delegaciones de todo el país de docentes, estudiantes, trabajadores, miembros de instituciones culturales, representantes de los pueblos originarios y todos los que quieran participar. Los actos serán públicos. Read more »

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«LOS DERECHOS HUMANOS Y LOS DERECHOS DE LA NATURALEZA SON DOS NOMBRES DE LA MISMA DIGNIDAD

En Cochabamba, Bolivia, se llevó a cabo la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, convocada por el presidente boliviano Evo Morales. Aquí, el mensaje de Eduardo Galeano a la cumbre climática. Read more »

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¿Cuáles fueron las transformaciones de la Revolución Industrial (1ª fase)?


¿Cómo se entrelazaron las variables de producción manufacturera, la ampliación de mercados y la abundante mano de obra en la Inglaterra del siglo XVIII?

La Revolución Industrial articuló tres tipos de transformaciones: 1) cambios tecnológicos; 2) cambios en la organización de la producción; y 3) el aprovechamiento de mercados externos para colocar esta producción.


Inglaterra concentró en sus manos la totalidad del mercado colonial del siglo XVIII, desplazando a los holandeses, los franceses, los portugueses y, finalmente, a los españoles. Cada uno de estos mercados era relativamente reducido, pero todos ellos estaban controlados por un solo país y en relación con un único producto: el textil de algodón. Esta concentración alcanzó para encender la chispa que iniciaría el proceso.
Como país pionero en el proceso de industrialización, Inglaterra fue el escenario clásico de la transición de una economía tradicional agraria hacia una predominantemente urbana. En los siglos XVI y XVII, el mundo rural inglés manifestó cambios sustanciales: la concentración de la propiedad de la tierra en pocas manos (con el proceso de cercamiento) y la expulsión de la población rural. El ingreso al mundo urbano de estos migrantes los convertiría en potenciales asalariados.
Declinó la producción artesanal urbana, dominante hasta el siglo XVI, y se afianzó, en el ámbito rural, el trabajo a domicilio. En el campo, la mano de obra era abundante y barata, y como durante largos períodos del año los campesinos no trabajaban, podían tomar el trabajo artesanal a domicilio. El salario que recibían representaba solo un complemento para el sustento de la familia.
El trabajo estaba controlado por hombres con «espíritu de lucro» que aportaban la materia prima, compraban la producción y luego la comercializaban en los mercados locales (en menor medida dada su escasa importancia) y, sobre todo, en los internacionales. De manera que se derivó en una concentración regional de algunas industrias rurales de tipo independientes (es el caso de la textil) fuera de las ciudades controladas por los gremios.
En este contexto histórico, surgió una nueva organización social de la producción industrial que reunía a los trabajadores en un mismo lugar: la fábrica. Esta nueva forma productiva se caracterizó por la especialización del trabajador en un solo aspecto de la producción global y por la necesidad de trabajar con las nuevas máquinas casi sin ningún desplazamiento. Convertir al campesino en mano de obra de la manufactura fue el resultado de un largo proceso de disciplinamiento. La división del trabajo y la incorporación más amplia de fuerza motriz (máquina de vapor) y maquinaria permitieron instalar la fábrica en cualquier lugar y, así, evitar la dependencia de los cursos de agua. Este hecho favorecía la producción en masa a costos menores y ampliaba el acceso a los mercados.
Una vez iniciada la Revolución Industrial, se aceleró todo un arsenal de innovaciones técnicas. Los cambios tuvieron lugar en tres áreas: a) hubo una sustitución de habilidades humanas por instrumentos mecánicos, b) la energía inanimada -el vapor, en particular- ocupó el lugar de la fuerza humana y animal, se reemplazó el carbón vegetal por el carbón de piedra; y c) hubo una mejora en la obtención y manipulación de materias primas, de origen químico y metalúrgico, y los metales reemplazaron a la madera.
Las innovaciones tecnológicas fueron relativamente sencillas, requirieron más la adecuación de ciertas técnicas que inventos. El gran incremento de la productividad del trabajo humano y la expansión de la producción fueron, hasta cierto punto, el resultado de un mejor uso de los medios existentes y del perfeccionamiento de la organización del trabajo. El gran avance, sin embargo, exigía la dotación de nuevos medios técnicos con los cuales elevar el producto per capita mucho más allá de lo que los antiguos métodos permitían. Por esta razón, eran indispensables nuevas máquinas y nuevas fuentes de energía.

Los cambios más inmediatos se produjeron en los procesos de producción: qué, cómo y dónde se producía. El trabajo se trasladó de la fabricación de productos primarios a la de bienes manufacturados y servicios. El número de productos manufacturados creció de forma espectacular gracias al aumento de la eficacia técnica. En parte, el crecimiento de la productividad se produjo por la aplicación sistemática de nuevos conocimientos tecnológicos y gracias a una mayor experiencia productiva, que también favoreció la creación de grandes empresas en unas áreas geográficas reducidas. Así, la Revolución Industrial tuvo como consecuencia una mayor urbanización y, por tanto, procesos migratorios desde las zonas rurales a las zonas urbanas.
Las fábricas aumentaron en tamaño y modificaron su estructura organizativa. En general, la producción empezó a realizarse en grandes empresas o fábricas en vez de pequeños talleres domésticos y artesanales, y aumentó la especialización laboral. La aparición de nuevas máquinas y herramientas de trabajo especializadas permitió que los trabajadores produjeran más bienes que antes y que la experiencia adquirida utilizando una máquina o herramienta aumentara la productividad y la tendencia hacia una mayor especialización en un proceso acumulativo.


La mayor especialización y la aplicación de bienes de capital a la producción industrial
creó nuevas clases sociales en función de quien contratara y tuviera la propiedad sobre los medios de producción. Los individuos propietarios de los medios de producción en los que invertían capital propio se denominaron empresarios. Cuando invierten capital en una empresa sin participar directamente en ella se denominan capitalistas.

Testimonios

“En la época de mi nacimiento, mi padre era un boyero que trabajaba los siete días de la semana, salía de casa antes del amanecer y no regresaba hasta la noche. Por entonces, el salario de mi padre había sido reducido a siete chelines por semana, y de no ser porque mi madre podía aumentar en algo los ingresos tejiendo a mano en casa, la familia hubiera muerto de hambre. Recuerdo haber visto a veces a mi madre sentada ante el telar durante dieciséis de las veinticuatro horas que tiene el día, a pesar de lo cual, y después de aquella jornada larga, no conseguía obtener más que cuatro chelines por semana, y con frecuencia ni siquiera eso.”

Autobiografía de George Edward (1850/1934). Citada por Paul A. Samuelson

“En las minas de carbón era normal el empleo de niñas y niños de siete a ocho años –incluso de tres- que eran obligados a arrastrar vagonetas (enganchados como perros a un carrito), a estar con los pies sumergidos en agua más de doce horas, azotados para mantenerlos despiertos”.

1º informe de la Comisión sobre el trabajo infantil, 1842.

“Caminaron algún tiempo por el barrio más populoso de la ciudad para llegar a internarse en una callejuela más sucia y miserable que las circundantes (…). Las hileras de casas a ambos lados de la calle eran altas y grandes pero muy viejas y estaban subdivididos en numerosas viviendas, donde se hacinaba la gente más pobre (…). Por el arroyo, sucio y hediondo, paseaban las ratas (…).”

Charles Dickens. Oliver Twist.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

.- Texto elaborado por el área de Ciencias Sociales del Ministerio de Educación de la Nación.

.- “Las revoluciones atlánticas”. Editorial Longseller.

.- Hobsbawm, Eric, «La era de la revolución, 1789/1848», Crítica.

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