Tres son los motivos por los cuales los seres humanos sienten la necesidad de filosofar
- EL ASOMBRO. Se dice que desde Platón y Aristóteles, que el asombro o sorpresa es el origen de la filosofía. Admirando lo que nos rodea advertimos todo lo que no sabemos, poniendo al descubierto nuestra ignorancia. Nos preguntamos entonces por aquello que ocasiona nuestro asombro, nuestra sorpresa. Ocurre cuando el hombre, libre de las exigencias vitales más urgentes y también libre de las supersticiones que estrechan la consideración de las cosas, se pone en condiciones de elevar la mirada, mucho más allá de sus necesidades, para contemplar la totalidad y preguntarse: ¿Qué es esto, el mundo? ¿de donde procede, que fundamento tiene, cual es el sentido de todo esto que nos rodea?
- LA DUDA. La satisfacción del asombro, lograda mediante el conocimiento filosófico, pronto comienza a vacilar y se transforma en duda en cuanto se observa la multiplicidad de los sistemas filosóficos y su desacuerdo recíproco, y, en general, la falibilidad de todo conocimiento. La duda surge en nosotros cuando nos damos cuenta que todo conocimiento humano es falible y desconfiamos de nuestro imperfecto saber. La duda filosófica puede asumir dos formas diferentes: la duda por la duda misma, sistemática o pirroniana y la duda metódica o cartesiana.
- LAS SITUACIONES LÍMITE. Expresión introducida por un filósofo contemporáneo, Karl Jaspers (1883/1969). Son aquellas situaciones fundamentales, definitivas, que revelan nuestros límites: no podemos no morir, no podemos no sufrir, no podemos no sentir angustia. A estas situaciones fundamentales e insuprimibles de nuestra existencia es a la que Jaspers llama «situaciones límite». La conciencia de nuestros límites nos lleva a filosofar porque surge necesariamente en nosotros la pregunta por el sentido y el valor de la existencia humana.
Concluyendo, la filosofía brota de tres principales estados de ánimo -asombro, duda y angustia o preocupación por la finitud y por lo que se debe hacer o no hacer- a cada uno de los cuales corresponde, en líneas generales, una disciplina filosófica: metafísica, gnoseología y ética, respectivamente.
Bibliografía consultada: Carpio, Adolfo, Principios de filosofía, Paidós, Bs. As. 1974.